Capítulo 9: En el corazón de la Orden.

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 Tras entrar en el edificio, Celes se dirigió a uno de los pisos superiores, donde se encontraba su despacho. Aún le quedaba trabajo por hacer aquel día. Sin embargo, una sensación extraña no se desprendía de su mente y le impedía concentrarse. Sabía que tenía que ver con Niko. Había vuelto a verle después de mucho tiempo pero, aunque había tratado de ser amable con él, su deber era dejarle las cosas claras para que no volviera a acercarse a la Orden. Aún así, no podía evitar pensar que tal vez había sido demasiado duro. Sentándose en el alféizar de la ventana, miró el cielo del atardecer pensativo. Las pequeñas nubes se movían tan lentamente como sus pensamientos, tornándose rosadas conforme el sol de acercaba al horizonte. Era un espectáculo increíble pero Celes no podía evitar pensar que, bajo ese mismo cielo, Niko estaría sufriendo en soledad. Según sus palabras, el anciano había muerto así que en esos momentos estaría completamente solo. Apretando los puños, deseó verle y ser capaz de contárselo todo. Sin embargo, no quería involucrarle más de lo que ya había hecho. Si se alejaba de él siempre sería capaz de hacer otros amigos en el trabajo y vivir feliz. Era una persona optimista, no podía siquiera imaginarle cayendo en la depresión o mandándolo todo a la porra. Sin embargo, no importaba cuánto tiempo mirara el sol poniente, no podía quitarse de la cabeza la sensación de que iba a pasarle algo malo.

- Ojalá esté bien...- Dijo en voz alta, sin apenas darse cuenta hasta que otra suave voz de hombre le respondió.

- ¿Hablas de tu amigo del sector 50?

Girándose sorprendido ante aquella respuesta inesperada, Celes observó a su visitante y se arrodilló al instante. El hombre cerró sus brillantes ojos violeta con una sonrisa y llamó delicadamente a la puerta con los nudillos de sus dedos.

- ¿Puedo pasar?

- Dios Gabriel, ¿puedo hacer algo por usted?- Preguntó Celes aún con la rodilla hincada en el suelo.

- Levántate.- Rió el hombre delante suya.- Tú no eres como mis otros seguidores, no hace falta que te comportes así. Dime, ¿qué te preocupa?

- No es nada de lo que deba preocuparse...- Respondió levantándose y volviendo a mirar por la ventana.- Simplemente estoy preocupado por mi amigo Niko, no me gusta tener que hablarle así...

Cuando dijo estas palabras, Gabriel se acercó al chico con una sonrisa comprensiva. Poniendo una mano en su hombro le hizo girarse y sentarse con él en la ventana.

- Celes, ¿recuerdas cuando empezaste a trabajar para mí? En ese momento te dije que no debías hablar con Niko pero no sé si te expliqué el por qué.

- Sí, señor. Con todo lo que está sucediendo con la Rosa Negra podría ser peligroso si se acercaba a la Orden y le utilizaban de rehén.

- Exacto. Sé que es duro pero la obligación de los que pertenecen a la Orden es cortar todos los lazos con las personas que conocen. Estamos trabajando para hacer un mundo mejor, un mundo perfecto. Sin embargo, hasta que lo logremos siempre habrá gente en contra.

- Entiendo, señor.

- ¿Te he explicado ya cuál es el futuro que busco lograr?

- Sí, señor. Bajo el mando de la Orden, este mundo cambiará de forma que todos tengan su lugar. Hay personas más aptas para ciertos trabajos y, de ese modo, la sociedad avanzará rápidamente. Todo el mundo tendrá un lugar donde pertenece y podrá ser feliz.

- ¿Tú también crees como yo que puede llegar a funcionar?

- Claro, señor. Sin embargo, ¿por qué entonces he cambiado de estar en el sector 50 a formar parte de la Orden? Se suponía que no estaba destinado a trabajar aquí.- Gabriel sonrió ante su pregunta.

Celes, un mundo perfecto #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora