capítulo 11: Extrañando.

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-¡Haz amigos, ______!.--exclamó Billie desde el auto, claramente burlándose de mí. Yo iba mirando embelesada el campus mientras caminaba hacia la entrada de la Universidad de Londres por el camino de gravilla. Se suponía que no debía estar nerviosa, porque no me había pasado en Boston, pero aquí era todo demasiado nuevo y mi acento me delataría como extranjera que era. No estaba segura de cómo le caían los americanos a los ingleses.

Levanté mi mano y le enseñé el dedo medio. Sonreí intuyendo que ella ahora se estaba riendo a carcajadas.

Me acomodé la mochila en el hombro y respiré profundo a la vez que recordaba el número del aula ''Historia política británica: Aula A 23''

Iba a extrañar a esa tonta en mis mañanas. Me sonreí al darme cuenta de mi realidad. Sí, iba a extrañar a Billie Eilish cada vez que me alejara de ella.

«Vamos, esto no puede ser tan malo», me dije.

Además, yo no iba a hacer amistades, iba a formarme para mi futuro. Incluso aunque eso sonase demasiado acartonado a los oídos de cualquier persona, era verdad.

Alcé la cabeza.

El cielo se encontraba encapotado y aire se sentía asquerosamente húmedo. Algo típico considerando que el calentamiento global estaba haciendo estragos nuestro planeta. De pronto, en tanto caminaba apresuradamente antes de que las primeras gotas de lluvia cayeran sobre mis libros, oí unos pies trotando hacia mí. Subí los peldaños de la entrada principal y un brazo pasó por mi lado abriéndome la puerta.

-Pasa, nena.--dijo la voz que nunca había oído, con algo de lascivia.--No querrás empaparte. Han anunciado lluvia para esta mañana.

Lo miré de reojo. Era el típico sujeto de apariencia ruda, con un tatuaje de espinas en el cuello y pinta de tener no más de veinte pocos años. Era para nada atractivo con todas esas cosas en su cuerpo.

-Gracias, parece que sí.--respondí cortésmente y me volteé al tiempo que giraba sobre mí un segundo para ver si Billie se había marchado. Y lo había hecho.

El individuo a mi lado -de grandes ojos negros y cabello corto y oscuro- me inspeccionó de los pies a la cabeza y estoy segura de que sus ojos se detuvieron en mis pechos, lo que hizo que elevara un poco los libros para cubrirme. No quería dar una mala señal.

-¿Así que americana, eh? Tu acento te delata.--continuó él, siguiéndome hasta el hall central de la universidad. Me detuve en una de las ventanillas dispuestas exclusivamente para los alumnos, sobre todo los nuevos, y lo miré enarcando una ceja unos segundos antes de que una mujer entrada en años y con el cabello cortado a lo militar me atendiera con un "buenos días".

-¿Tiene algo de malo?.--me escudé. Era algo habitual en mí. Ser un poco hosca al principio.

«Algo que no ha funcionado con Billie, y me alegro mucho», pensé.

Estaba segura que en cuanto lloviese, el lugar olería a tierra húmeda. Mi aroma favorito.

Me mordisqueé el labio inferior mientras la mujer me explicaba dónde quedaba el aula que estaba buscando, casi al mismo tiempo que el sujeto sin nombre ni aparente vergüenza (y me refiero al descaro con el que me miraba) me preguntaba en qué carrera estaba.

-Licenciatura de historia.--mascullé sin darle mucha importancia.

-Aburrido.--se le escapó, ¿se le escapo? De pronto abrió mucho sus oscuros ojos negros y sonrió con arrogancia.--Lo siento, nena.

Rodé los ojos. Esto no me estaba gustando nada.

-Ejem... ¿puedo pedirte un favor?

-Lo que quieras, nena.

DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora