maratón 4/5.Busqué a Billie por toda la casa en la mañana y no la encontré. Estaba comenzando a pensar que algo malo le había sucedido. Había estado con unos dolores de cabeza el día anterior y me preocupaba mucho. A esa ahora no había nadie en casa, Gael estaba en la escuela, Michelle en la guardería, y Kath y Ashley trabajando.
Habían pasado seis meses desde que me había enterado de la enfermedad, y un año y un mes desde que llegué a Londres. Y si bien ella no era una de esas pacientes que sufría de todos los síntomas que conlleva un tumor cerebral, siempre estaba alerta a cualquier queja que pudiera tener. Su doctor decía que la prevención era lo más importante porque ella podría desmayarse en cualquier lugar y hacerse daño.
Pero Billie parecía a veces no querer escuchar nada de lo que le decían, porque aún quería seguir manejando. Y a pesar de que el tumor no había afectado al cien por ciento su psicomotricidad, su estado de ánimo solía cambiar a menudo, olvidaba algunas cosas de la vida cotidiana y muchas veces se levantaba débil y con fuertes dolores de cabeza.
Y así y todo, habíamos logrado que la felicidad triunfara. A pesar de que la esperanza de vida de Billie se hubiese extendido, con ayuda de tratamientos, a cinco años desde que se lo habían diagnosticado.
Algunos, tal vez, no lo entendían, pero para mí valía la pena velar por Billie cuando se quedaba despierta toda la noche sin querer dormir por miedo a no despertar a la mañana siguiente, o en esos momentos en que debías tenerle paciencia cuando quería explicarte algo y se frustraba al no encontrar las palabras adecuadas; todo producto del tumor.
Salí de la casa hacia el porche. Era un día bastante caluroso, estábamos en verano pero a veces los días eran muy frescos.
Esperé unos minutos hasta que vi al Lancer estacionar frente a la casa. Corrí hasta ella y cuando Billie se bajó, con una de esas enormes y esplendorosas sonrisas en su rostro, se borró de mi mente todo pensamiento de regañarla por asustarme.
-Ay, Dios, Bills. Tienes que avisarme cuando te vas.--dije.--Me he preocupado cuando me desperté y no te vi.
Billie se encogió de hombros.
-Lo siento.--dijo, rodeó el Lancer y se acercó a mí.
Tomé su rostro entre mis manos y la besé.
-Ven conmigo.--pidió.--Quiero mostrarte algo.
Tiró de mi brazo y me llevó hasta dentro de la casa.
-¿Qué es?.--pregunté confundida, no llevaba nada en las manos, ¿qué iba a mostrarme?
Llevaba puesta una camisa azul que comenzó a desprender de inmediato apenas entramos.
-¿Qué haces?
-Quiero que veas esto.
Cuando acabó de desabotonarse la camisa, mis ojos se abrieron como dos platos.
-¿Te tatuaste mi nombre?.--pregunté, sorprendida, porque muchas veces ella me había dicho que no le gustaban para nada. Pero ahora tenía mi nombre justo sobre el corazón.
Ella asintió con una enorme sonrisa y sus ojos brillaron con intensidad.
Alcé ambas cejas.
-Se supone que son las chicas enamoradas e inocentes las que se tatúan el nombre de su pareja.--me reí.
-No.--susurró rodeándome con sus brazos y presionando su frente contra la mía.--Yo quiero que me recuerdes por tener mi nombre marcado en tu corazón, no en tu piel.--acercó su boca a mis labios y me besó.--Además no eres lo que se dice una chica inocente.
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Destrucción
FanfictionBillie Eilish había dejado su faceta de chica mala, corredora de carreras ilegales, y mujeriega empedernida, hace mucho tiempo. Ahora es una buena chica. Muy buena, de hecho. Pero las cosas cambiarán cuando se da cuenta de que comienza a tener senti...