17] Narrado

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Día 117 [querida y pesada novia]

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Día 117 [querida y pesada novia]

Tiré del saco hacia abajo para lisarlo (aún más) sin saber que hacer mientras me miraba en el espejo de la entrada, después suspiré. No estaba mal con el traje negro y la camisa blanca con corbata negra, pero esto era demasiado para un simple baile de Segundo Grado.

-¡Mi amor, estás precioso! -me giró hacia ella con las manos en mis antebrazos y colocó la corbata perfectamente por décima vez.

-Mamá... no quiero morir asfixiado -murmuré y sentí como lo aflojaba-. Gracias por no matarme.

-De nada cariño, ¡tienes que vivir por lo menos hasta hacerte la foto con mi nuera! -dice con naturalidad sobre actuada solo para molestarme.

-Tienes razón, mi querida y pesada novia tiene que venir obligatoriamente para que nos hagáis fotos como locas mientras estás acompañada con su madre. Se me había olvidado -dije de la misma forma. Hice una sonrisa de lado al verle rodar los ojos y cruza los brazos en su pecho. Luego me miró sonriendo, como si fuera su intención que dijera eso.

-La verdad, no sé si sentirme ofendida o alagada -escuché decir a la loro a mi espalda.

-Siéntete mejor las d -me quedé sin habla al girarme y mirarla-... dos. Siéntete ofendida y... alagada -aclaro mi garganta y Elena sonríe de formatímida.

-Bueno, querido y pesado novio, ¿estás preparado? -pregunta acercándose a mí. De repente mi nerviosismo creció.

Elena llevaba un vestido negro con perlas, un hombro quedaba al descubierto y tenía un corte en el largo del vestido. Lo combinaba con unos pendientes colgando. Iba maquillada al natural y su pelo estaba colocado a un lado.

-¡Juntaros, juntaros! Quiero hacerles algunas fotos -dijo mientras iba a por, seguramente, el móvil.

-Estas preciosa -no pude evitar murmurar. Elena me miró sorprendida y sus mejillas se pusieron coloradas.

Sonrió y me dijo: -Tú también estás muy guapo -colocó uno de mis pelos rebeldes hacia atrás y me miró.

-Gracias -no podía separar mi mirada de ella y mi cuerpo tembló al sentir la mano de Elena pasar por mi cuello y después dejarlo en mi hombro.

Sentía que esto se había vuelto muy... íntimo. Nuestros cuerpos estaban juntos, no tanto como para tocar pero sentí mi espacio personal invadido por ella.

-¡Ya estoy, ya estoy! Siento haceros esperar. ¿Y tu madre, Elena? -preguntó. Elena se apartó de mí al escucharla bajar por las escaleras y sentí un alivio repentino en mi pecho al ver a la loro sonreír a mi madre como si nada.

-Ahora viene, dijo que esperara aquí porque ella tenía que coger algo del coche -informó y la puerta se abrió bruscamente.

-¿Me esperaban? -entró la madre de Elena con una gran sonrisa. Mi madre sonrió grandemente al ver una cámara Cannon colgando en su cuello. Rodé mis ojos y Elena se cruzó de brazos con una ceja alzada.

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