PASIÓN CON OJOS AZULES 5

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CAPÍTULO 5.

Candy desvió la mirada, molesta y excitada a la vez, y la posó en la pantalla de la laptop. Era incapaz de mirar a ese hombre sin que sucediera a continuación una de las dos cosas que le rondaban en la cabeza. La primera; sentía tantas ganas de besarlo ardientemente, y la segunda; abofetearlo con todas sus fuerzas.

—Perdón no quería ofenderte —se disculpo Terry—, es que me recuerdas mucho a una persona, puedo darte una explicación, no…

—No la quiero —lo interrumpió Candy, volviendo a encararse a él.

Sus respiraciones se aceleraron al tiempo que sus ojos se enfrentaban en una batalla ardiente, a Terry no le paso desapercibido los contactos que llevaba su asistente, pero luego se perdió mirando sus labios

—Me gustaría dártela.

—¿Es que tiene cargo de conciencia?

—Pues sí —respondió Terry, sintiendo unos deseos intensos de besarla. Sabía que estaba cabreada con él, pero también podía apreciar el deseo en sus jugosos labios entreabiertos.

—Por su novia... ¿verdad?

Terry abrió la boca perdido por que no entendía de donde había sacado aquella locura y sorprendido por el dolor en su voz al decir aquellas palabras.

Candy aprovechó ese momento suyo de debilidad y distracción para empujarlo más fuerte y apartarlo de su camino.

—Le llamaré mañana con mi decisión al señor Hatteway—dijo una vez fuera de la sala principal.

—¿Por qué no esta tarde frente a una copa? —preguntó a sus espaldas, terco con el asunto de tira y afloja.

Candy se detuvo y desanduvo los pasos dados, cuando llegó a su posición, alzó la mano y la estrelló con todas sus fuerzas contra su mejilla, girándole la cara.

—Ahí tiene mi respuesta. — estaba realmente furiosa—. Es usted un completo jiripollas, señor GrandChester. Debería tener más respetó para su novia y no andar de don cazador.

Terry la miró con gesto serio y molesto, tocándose la mejilla, pero luego la siguió cuando las fantásticas caderas de la chica ondeaban a cada paso que daba y él se esforzó en no perder la mirada en ellas. Esa mujer tenía todas las pantaletas para hacerle perder la razón. Debía centrarse, era su asistente y no quería tenerla en la parte contraria, pero se lo llevaban los demonios por que cualquier relación extraprofesional entre ellos en ese momento estaba fuera de lugar.

En cuanto llegaron al recibidor, Candy se detuvo junto a las puertas del ascensor y pulsó el botón de llamada. Un denso silencio los envolvió mientras esperaban. Aun que Candy no entendía por que él la habia seguido.

Terry pensando en lo bien que le quedaba ese vestido blanco que llevaba. En ese escote bastante pronunciado que acentuaba la suave blanca piel de su cuello y la tela pegándose a esos pechos increíbles, y sobre todo en cómo le agradaría quitárselo antes de... Dios, estaba perdiendo todo el criterio de caballerosidad. Pero no podía controlarse cuando se trataba de una mujer bonita y aquella mujer no era como las que a él le gustaban, pero ¡joder!, esa mujer parecia tener un iman potente en su interior que lo arrastraba cada vez más hacía ella.

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