44. Te miraré a los ojos

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Diario de Alberto López
24/05/2059

Me juré a mi mismo que no volvería a retomar este diario, pero a la mierda todo, no puedo seguir así, necesito escribir.

Lo necesito porque me siento extraño, incómodo, como si viviese constántemente en la cuerda floja, caminando a tientas sin parar hasta caerme por el precipicio... Es raro, cada día pienso algo diferente, me estoy volviendo loco. Ojalá pudiera apoyarme en algo firme, dejar de tambalearme como los borrachos para poder así seguir mis convicciones. Ya no busco el sentido de mi vida, ni siquiera creo en Dios, pero al menos quiero saber si mi relación con Nuit ha significado algo. Sea como sea, el tiempo se acaba.

Para mi sorpresa estoy en la playa del Fuego. Tuve que volver allí tras mi sueño. Vaya nombre más irónico, Fuego... Igual se trata de un fuego helado, porque desde luego es ardiente; ahora ya hace diez grados bajo cero. Yo apenas había empezado la universidad cuando escuché la noticia. Me costó creer que en una zona ecuatorial como la nuestra pudiéramos llegar a temperaturas tan bajas... Pero de repente, hace apenas unas semanas, el frío nos ha cubierto sin piedad. Algunos científicos afirman que el año que viene estaremos ya a menos cien grados... Me niego a creerlo ¡No puedo morirme tan pronto! Desde luego dudo que obtenga el permiso para entrar en alguno de los refugios que estamos construyendo... Qué estupidez, que un planeta errante nos haya desviado hacia el culo del Sistema Solar sin siquiera tocarnos. Apareció en el cielo, como si fuera un cometa gigante, y a los pocos días se esfumó en los confines del universo. Eso sí que es de risa. ¿Cuál era la probabilidad? Siempre he sabido que el destino es caprichoso, pero esto es demasiado. Me duele pensar que llegará el día en que las olas del mar se convertirán en montañas de hielo, en sierras escarpadas con un dinamismo jamás visto anteriormente en la naturaleza, soltando un último suspiro hacia el movimiento de la vida... Luego ya no habrá suspiro que valga, el aire se condensará, hará tanto frío que toda nuestra atmósfera caerá como copitos de nieve y nuestra Tierra se convertirá en un desierto sumergido en la negrura del espacio. Puede que los alienígenas nos descubran congelados y nos revivan, con lo absurdo que es todo no me extrañaría. Bueno, sea como sea, saber que estamos en el fin del mundo me ha obligado a tomar una decisión... Tengo que saber qué significa Nuit para mí.

Hace ya un año que no se nada de ella, aún no ha vuelto. No es la primera vez que esto pasa, son varias las veces que ha desaparecido de mi vida con asombrosa facilidad. Lo hace de forma más sutil que un fantasma, como la nada misma. Ni móvil ni internet sirven para saber de ella, cero contacto... Siempre regresa a mi mundo cuando menos me lo espero, como si nada, con esa misma facilidad... Pero esta nueva espera se está acabando, quizás me muera antes de que pueda verla de nuevo. Desde luego Nuit es la persona más impredecible que conozco. Igual eso es de las cosas que más me han atraído de ella, no se, desde luego nunca me aburro a su lado. Sin embargo, también lo he pasado mal las veces que me ha dejado. ¿Por qué me hace esto...? Igual estoy siendo injusto con esta pregunta, se me ocurren varios motivos: que ya no encuentra nada en mí y prefiere apartarse un tiempo, que necesita reflexionar sobre sus asuntos en otra parte con otra gente... o que simplemente le apetece irse, sin más, sin quebraderos de cabeza. En las relaciones sociales existe la certeza de que hay que justificar, al menos un poco, las acciones más importantes. Alguien normal no puede irse unos meses de viaje sin decir nada a su mejor amigo... Con cosas así la relaciones se deterioran poco a poco, estoy convencido. Primero viene la desconfianza y luego la indiferencia, al igual que una planta muere cuando no es regada... Pero Nuit no es así, esa lógica es incompatible con su forma de ser, tengo que aceptarlo.

Quisiera al menos escribir aquí todo lo que siento por ella, pero esta vez sin cambios de opinión de por medio. Mis palabras no cambiarán, permanecerán grabadas aquí para siempre, en este diario verde aceituna, que lleva acompañándome desde la adolescencia... Recuerdo que fue en esa época cuando conocí a Nuit. Yo estaba viajando en metro cuando de repente la vi, sentada a unos pocos pasos de mí. Me llamó la atención la forma en que no sonreía, era como si expresase alegría a partir de su ausencia. Igual su sonrisa era demasiado pequeña como para verla, pero no para que la sintiera. De alguna forma esa sonrisa (o ausencia de sonrisa) me cautivaba, no sabría decir por qué exactamente, pero así era. También me había fijado en sus ojos, como para no hacerlo. Eran azules. Me gustaron mucho los puntitos verdes que tenía alrededor de sus pupilas, me recordaban al mar. Noté que su mirada estaba clavada en el infinito, observando mundos que más quisiera yo poder imaginar.

Tinta desquiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora