11. Regreso

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El vuelo seguía su curso, mi regreso a mi mundo era ya inevitable, otra vez volvía a mi casa. Si hubiera querido, podría haber pasado todo el vuelo recordando los últimos sucesos de mi vida, a la gente que viene y se va; a las partes de mí que reencontré, llenas de polvo, en un rincón que creí olvidado. Pero preferí sumergirme en las páginas de Tokio Blues, en otra vida que no fuera la mía y que, a su vez, tuviera sensaciones que conozco... Hasta que, tras desviar mi mirada a la ventana, los Alpes aparecieron como si de dioses se tratasen, imponentes, sin piedad. La visión era tal que parecía notarse como la Tierra se curvaba lentamente, una amenaza de que, a la mínima, podría morir si me desestabilizo de ese cielo tan alto que conseguí alcanzar. El oscuro espacio exterior estaba en la palma de mi mano.

 El oscuro espacio exterior estaba en la palma de mi mano

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Tinta desquiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora