Capitulo I

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En empresas Kido hemos creado nuestro más nuevo invento, el muñeco Surt, el mejor amigo de los niños incorporados con tecnología de punta, tus niños se divertirán jugando con él y te lo agradecerán. Y tú niño, si ves este comercial ¿Ya tienes el tuyo?

Pues bienvenidos sean a la fábrica. Le daremos una pequeña demostración con uno de los empleados de la fábrica.

—No puedo ver los mensajes de este teléfono —comentó el empleado cuyo nombre era Asmita.

Bueno, mejor pasemos a otro lado. Aquí podemos ver cómo estos dos jóvenes prueban el juguete.

—Más le vale que salgamos bien en la toma —dijo el joven llamado Yato.

—Me duele la cara de tanto sonreír —hablo el peli castaño llamado Regulus.

Mejor vamos al laboratorio a ver qué sucede. Oh, solo miren como hacen los mecanismos del muñeco Surt, solo miremos a este hombre como lo construye.

—Señor por favor deje de grabarme con esa cámara que me desconcentra —hablo el peli lila llamado Mu.

— ¡Chicos tenemos que hacer la toma no se hagan los pendejos! —grito—. Sigamos con la excursión —sonrió.

Te presentamos al famoso muñeco Surt, hará que tu hijo sea feliz a su lado.

Camus mirada la televisión sin interés alguno, más se dio cuenta que quería tener ese muñeco sea como sea, se paró del mueble y se dirigió a la cocina encontrando a su madre un poco histérico.

—Mamá.

— ¿Qué quieres Camus? —hablo un poco molesto.

—Quiero que me compres un muñequito.

—Camus por amor de Dios, no tengo dinero para comprarte un pinche muñequito.

—Pero yo lo quiero —reclamo.

—Camus no tengo con que comprarte uno, ve a joder a otro lugar que tengo migraña —grito.

Camus infló sus cachetes arrugando su nariz y enarcando las cejas, poco a poco su rostro estaba empezando a ponerse rojo. Degel sabía perfectamente que pasaría después de eso, tapó sus oídos con ambas manos y espero los berrinches del pequeño galo.

— ¡BUAAAAAAA!, TIENES QUE COMPRARMELO, TIENES QUE HACERLO, ¡MAMAAAA! —empezó a llorar cual magdalena era haciendo un berrinche, pisando con fuerza el piso y apretando sus puños con violencia.

Degel ya estaba harto, cada vez que no le compraba algo al menor este se emperraba y se echaba al piso a patalear. Camus para la edad que tenía era insoportable, el peliverde algunas veces solo quería lincharlo, y otras veces quería abandonarlo por un acantilado, ¿Pero qué más podía hacer?, Era su hijo, su bendición, así que lo aguantaba con todo y berrinche porque de por sí, de no haber sido porque se emborrachó y se acostó sin querer con alguien para quedar premiado, y encima el mismo hombre quien lo hizo no se hizo cargo de él ni de su hijo. Camus con nueve años de edad era un dolor de cabeza para Degel, que era madre soltera y tenía que lidiar con ese mocoso insoportable.

Dos horas y media y Camus no paraba de hacer un escándalo, Degel estaba que se enloquecía, su migraña había aumentado más y solo quería llorar. El francesito no paraba de llorar y patalear, ¿Por qué lo había malcriado de esa manera?, Ni poniéndose cosas en los oídos no evitaba escuchar el llanto del menor y la insistencia de que le comprará uno. Sabía perfectamente que no se calmaría si no le compraba el condenado muñequito.

— ¡Basta!, Te compraré el pinche muñeco, ¡Solo deja de gritar! —exclamó ya cansado.

Camus quedó en silencio observado a su madre, este enarco una enorme sonrisa en sus labios, al fin de cuentas había ganado, Degel estaba estresado al punto de no aguantar más el lloriqueo de su hijo que juraría irse lejos de él. El menor estaba saltando por todos lados repitiendo que su madre le compraría el muñeco, Degel se relajó un poco por el momento, sabía que después empezaría con más berrinches como esos.

—Te compraré tu pinche muñequito y espero que no me pidas más, ¿Me oíste?

—Mas te vale que eso sea el muñequito que vi en la televisión —dijo el menor.

—Pinche cabrón te has vuelto un niño malcriado —ignoro aquello y siguió con lo suyo.

Con eso calmó más a su hijo, por ahora. Pero prefería verlo feliz que verlo llorando o triste por sus caprichos, desearía no haberle mimado tanto de pequeño.


[~°🍎°~]

— ¿Está seguro que no tiene más de esos muñecos que salen en la televisión? —pregunto nuevamente.

—Lo siento joven, pero ya le he dicho que se nos agotaron tan rápido como llegaron —dijo.

— ¿Y no hay forma de que me consiga uno? —insistió.

—Lo siento joven, ese muñeco se ha vuelto muy famoso en Grecia, se acaban tan rápido como llegan en las tiendas.

—Usted no conoce a mi hijo, se va encabronar si se da cuenta que no le compré el condenado muñeco —comentó desesperado.

El señor lo medito unos segundos, tal vez podría ayudar al joven a conseguirle un regalo a su hijo.

—Mira joven, tengo un muñeco más —a Degel se le regresó el alma cuando le dijo eso—. Pero hay un problema —su alma nuevamente se había ido ante eso, qué sería ese problema, esperaba que no fuera nada malo—. El muñeco que tengo me lo enviaron de la fábrica con otros muñecos, pero este...

— ¿Pero este...? —estaba intrigado, quería saber que tenía el condenado muñeco.

—Salió defectuoso —respondió al fin.

— ¿Cómo? —no podía creer lo que le decían.

—Defectuoso en el sentido de que fue el único que salió diferente a los otros.

— ¿A qué se refiere con "diferente" a los otros?

—El muñeco no salió como él mismo muñeco Surt, sino que salió siendo otro, con otro nombre, al parecer fue un error del trabajador, más el jefe de la fábrica igual quiso enviarlo para que lo vendiéramos —comentó.

—Entiendo, ¿Puedo verlo? —pregunto.

—Claro —sonrió.

El tendedero le había mostrado el muñeco diferente a los otros, era verdad que era muy diferente, su cabellera en vez de ser naranjada era morada, sus ojos eran azules y no rojos. Tenía diferente diseño, su ropa era diferente al otro muñeco que buscaba.

—Este es el único que tengo a la venta.

Degel solo suspiro, no le quedaría de otra que comprárselo, esperaría a que Camus no hiciera un escándalo por ser un muñeco diferente al que él quería, pero el muñeco que el menor quería se estaba agotando bastante rápido. Salió de la tienda con el muñeco ya envuelto en papel de regalo, tendría que forzar a que su hijo amará al muñeco a fuerza de lidias. Lo peor para él era llegar a casa y encontrar a Camus esperando el famoso muñeco Surf, en vez de él que le llevaría para que jugará.

Se subió a su auto y dio marcha, no quería linchar a su hijo si hacía un berrinche por el muñeco.

El MiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora