- ¿A qué se refiere con el ''bebe''?
-No le prestes atención solo busca una forma de molestarte.
Camus lo miró con cara de no entender nada, pero era más su hambre que entender lo que su mamá quería hacerle saber.
-Tengo hambre -quejo.
-Ve a la cocina, en un momento voy a seguir preparando tu desayuno.
-Yo también quiero desayunar -comentó de inmediato el peli azul.
-Es obvio que te daré de comer, vienes de un largo viaje.
-No fue tan largo que digamos, pero lo fue, y algo cansador y estresante.
-Ven vamos a la cocina después tendrás tiempo de darte una ducha.
Los tres se dirigieron a la cocina, Degel continuo con lo que estaba haciendo mientras Kardia y Camus tomaban asiento, mientras el peli azul observaba como el pequeño francés intentaba subirse solo a la silla no pudo evitar sonreír aguantando una pequeña risa, se le hacía adorable, pensó para sus adentros cuando por fin el pequeño estaba cómodo en su asiento y su mirada fue directa hacia él, qué ojos tan penetrantes tenía puesto el niño sobre su persona.
-Entonces Kardia, cuéntame porque apareces de la nada y ya estás oficializando tu estadía aquí como si fueras el dueño de la casa -observo como el menor puso ambas manos sobre la mesa en una pose que lo hacía ver como si fuera el líder de alguna mafia. Trago saliva, le estaba interrogando un pequeño de quien sabe cuántos años, ya se le había olvidado la edad del menor.
-Bueno pues.... ¿No puedo?
-No -respondió de inmediato sin titubear.
Degel quien estaba escuchando todo rodó los ojos rezándole al más allá que dejará al pobre de Kardia en paz.
-En primer lugar, tú no eres el dueño de la casa, segundo eso lo decide Degel y dudo que quiera dejarme tirado en la calle -defendió cruzándose de brazos.
- ¿Sabías que todo lo de mi mami es mío?, por lo tanto, esta casa es mía, además de ser mi futura herencia así que no sé de qué hablas.
Kardia sonrió asumiendo que a este niño nada lo paraba.
-Ya dejen de discutir y ahora vamos a sentarnos a desayunar -interrumpió el galo mayor dejando ambos platos con su desayuno y demás aperitivos mientras tomaba el suyo y se sentaba para poder comer en paz sin que esos dos se mataran.
Pero por más que quisiera que las cosas estuvieran tranquilas ambos comían mientras a ratos se lanzaban miradas asesinas. Parecía una competencia donde claramente se le hacía ridículo que Kardia estuviera participando con un niño de nueve años, cuanto había olvidado que prácticamente aquel adulto era más un niño en la mesa. Estaba seguro que vivir con esos dos sería tomar el primer vuelto al otro lado del mundo, desapareciendo tal cual como papa por cigarros.
Kardia por su lado después de haber pasado tiempo con ambos franceses apenas se le dio por observar que ambos aún tenían sus pijamas, sin contar sus enterrados cabellos que los hacían ver desalineados, supuso que Degel olvidó su apariencia apenas apareció en la puerta. Porque apostaría que se sentiría un poco avergonzado por eso.
Terminaron de desayunar y ambos menores se fueron a dar una ducha mientras el galo mayor limpiaba los platos para también darse un merecido baño. Después de un rato, Kardia estaba sentando en la sala observando cada detalle, hasta que sintió unos pequeños pasitos aproximarse a su dirección notando la mirada inexpresiva que tenía el menor sobre él.
-Camus, etto.... -se sentía algo incómodo con la presencia del menor-. Cuéntame en donde estudias -fue lo primero que se le pasó por la cabeza preguntarle.
-En una escuela -fue tan directo y cortante que sentía pequeñas gotas de sudor invisibles pasar por su sien.
Ya no sabía que decir, el niño se estaba haciendo el difícil y él no se dejaría tan fácil.
- ¿Acaso no quieres compartirme el nombre? -pregunto nuevamente.
- ¿Para qué?, ¿Acaso me vas a ir a recoger todos los días?
Kardia guardó silencio formando una línea delgada y recta en sus labios, no recordaba que Degel fuera tan difícil cuando eran pequeños. De hecho, el mayor si llegaba a ser frío y calculador a veces, pero con él había algunas veces que se le podía notar ese lado prohibido como exhibición al público.
De repente Degel aparece para salvarlo, suspiro pensando que se quedaría en aquel silencio eterno junto con la mirada de pocos amigos del menor.
- ¿Cómo se la están pasando estando juntos? -preguntó notando el pesado ambiente que había en su sala.
-Supongo que bien, Camus y yo poco a poco nos estamos acercando -sonrió el peli azul con nerviosismo fingiendo una notoria sonrisa forzada.
-Mentiroso solo cruzamos una palabra -el menor replicó cruzándose de brazos agudizando más su mirar.
-Camus podrías dejar de mirar a Kardia tan mal.
-No puedo, mami es un sujeto de dudosa procedencia que está aquí irrumpiendo en mi casa haciendo de las suyas -contesto dramatizando sus expresiones.
-Pero no he hecho nada hasta ahora -el heleno se encogió un poco de hombros frunciendo el ceño.
-Pero no falta que lo hagas en algún futuro -siguió con su teatro, sin dejar la filosa mirada sobre el pobre de Kardia-. Quien sabe, podrías ser un asesino en serie y capaz mi mami y yo no sabemos.
Degel suspiro ante las estupideces que su hijo estaba mencionando al azar. Por otro lado, Kardia ya le había quedado en claro que el menor no tenía intenciones de relacionarse con él, y eso que aún no lo conocía bien, tendría que esforzarse mucho para poder ganarse su confianza. Lo conoció cuando era un bebe, ahora que estaba un poco más grandecito no lo podía intimidar, solo era un niño, o eso creía aún no sabía cómo se había desarrollado el menor durante los años que no estuvo presente, esperaba no tener una guerra de cien días con él, Degel en medio por casualidades bellas de la vida sin querer ser el árbitro pero expectante en la pelea para aprovechar cualquier oportunidad para darles un merecido golpe en la cabeza por ridículos, e iba más dirigido por su parte que por su hijo.
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El Milo
FanficEl solo era un muñeco que le trajo felicidad, pero también estaba el hecho de que su dueño solo era un niño necio que no obedecía a su madre, ambos envueltos en su pequeño mundo de maravillas, sin esperarse de que estaba mal que Milo tuviese vida pr...