Camus estaba solo en casa esperando en la mesa de la sala, estaba un poco impaciente, para ser pequeño el cabrón era demasiado inteligente y astuto, pero era un pinche demonio cuando se le convenía.
— ¿A qué hora llegará la comida china que ordene? —se preguntó así mismo, llevaba horas esperando su cena, ya que su madre no estaba para que le hiciera algo para comer, y el mucho menos no sabía cocinar.
Escuchó la puerta abrirse y se sobresaltó un poco asustado, se tranquilizó sabiendo de quién se trataba, sabía que su madre ya había llegado. Degel estaba un poco estresado, miró un poco a Camus y lo encontró sentado en la mesa solo, el menor lo miró y le sonrió.
—Hola Mami —saludo.
—Hola cariño, dame un minuto —el pequeño solo asistió.
Degel subió tan rápido como pudo las escaleras, cuando llegó entró a su habitación cerrándola con seguro, fue a su armario y lo abrió. Haría un espacio para meter el regalo de su pequeña molestia.
—Ojalá que este chamaco me deje de joder ahora que le compre el regalo —escondió el regalo en dónde creería que su bendición no la encontraría.
Bajo las escaleras tranquilo, miro que Camus estaba sentado sin hacer la gran cosa.
— ¿Ya comiste? —pregunto.
—No, estoy esperando la comida china que ordene —dijo tranquilo.
— ¿Ah sí?, ¿Y con qué dinero la vas a pagar? —preguntó cruzándose de brazos.
—Con la tuya mami, tú cómo buena madre que eres pagarás la comida que ordene, además ordene para los dos —sonrió.
—Pinche cabron encima que quieres que te compre un condenado muñeco, ¿Y ahora me vienes que estás pidiendo comidas chinas sin mi permiso?
—Me estaba muriendo de hambre, soy muy joven y bello para morir mami, además tú eres rico como para pagarlo.
—Camus yo no cago dinero, además, ¿Me ves cara de banco?
—Claro mami, ya les dije a mis amiguitos que tú eres un banco —burló.
Degel tenía un tic en su ojo derecho, solo suspiro y se tranquilizó, tendría que tener mucho cuidado con su hijo, este podría hacer cosas a sus espaldas para meterlo en tremendas deudas. El timbre de la puerta emocionó al pequeño peli agua.
—Ya llegó —se fue pitado hacia la puerta para abrirla—. Gracias señor, ¡MAMÁ PAGA LA COMIDA! —grito, le arrebató la comida al mensajero y salió corriendo con ella.
Degel se levantó dando un suspiro, miraría cómo pagaría la comida.
— ¿Cuánto es? —pregunto un poco angustiado.
—Solo son 25.000 mil —respondió el joven repartidor con una sonrisa.
Por dentro estaba que destrozaba a su hijo, no era mucha plata, pero estaba seguro que no tenía cómo pagarla, le dijo al mensajero que lo esperaba un momento para sacar un poco de dinero y buscar entre sus ropas si tenía más. Por suerte tenía la plata justa para pagarle al muchacho, cuando cerró la puerta con pasos firmes fue a la sala y se encontró a su hijo disfrutando de la comida china.
—Mami mira ahí está la tuya —sonrió.
Degel solo suspiro y se sentó a su lado, por una sola vez que comieran comidas como esas no pasaría nada malo.
[~°🍎°~]
—Ay gracias por comprarme este muñequito mami—dijo Camus emocionado.
—Si claro, solo destápalo.
El pequeño emocionado fue quitando el papel de regalo tan rápido como pudo, estaba emocionado, estuvo esperando mucho por ese muñeco que prometería cuidarlo mejor que a él mismo. Cuando por fin lo tenía en sus manos miró serio a su madre.
— ¿Qué pasa Camus?, ¿No te gustó el muñeco? —pregunto.
—Emm, ¿Qué es esto? —miró confuso a su madre.
—Tu muñeco —sonrió.
—Es horrible —con eso Degel se dio cuenta de que haría un berrinche en menos de lo que esperaba—. ¡Me encanta! —grito emocionado.
Camus daba saltitos con el muñeco por todos lados, le encantaba ese muñeco, era diferente a los otros.
—Mami solo míralo, es diferente, y se llama Milo, él es como único —dijo emocionado.
—Ahora ya tienes tu juguetito, deja de joderme la vida.
—Está bien, solo por el momento no te la voy a joder —sonrió.
— «Pinche cabron, un día de estos me vas a sacar canas de tanto joder y encima también me dejaras en bancarrota de estar pidiendo de todo» —pensó.
El menor se sentó con él en la mesa observando todo del muñeco. Lo raro fue que los ojos del muñeco iluminaron el rostro de Camus con una luz roja.
—A no mames este muñeco está que me escanea —dijo extrañado.
Degel estaba observando, le era raro que ese muñeco hiciera eso, Camus aun así se sentía feliz con el pequeño Milo, era un poco grande, era como el tamaño de un bebé, pero más grande.
—Mami, ¿Podemos comprarle una cama?
—No.
— ¿Por qué?
—Por qué no y tienes una cama bastante grande como para que duerman los dos juntos.
Camus lo miro feo y le saco la lengua, Degel solo rodó los ojos. El pequeño peli agua se fue con su nuevo juguete a su habitación, ahora tenía algo con que distraerse mientras su madre no estaba en casa. Llegó a su habitación cerrando su puerta con seguro, se sentó en su cama y observó los cabellos morados de aquel pequeño muñeco.
—Hola, mi nombre es Camus, ahora tú serás mi mejor amigo Milo, te prometo que no voy a dejarte solo —sonrió.
—Hola soy Milo —dijo el muñeco.
Camus quedó paralizado, ¿Ese muñeco había hablado o era su imaginación?, El pequeño muñeco estaba moviendo sus ojos, Camus estaba asustado, dejó el muñeco delicadamente en la cama y se bajó de ella dirigiéndose a la puerta aún asustado, su corazón latía a mil, ese muñeco se empezaba a mover. Miro como el muñequito se había parado en su cama mirándolo fijamente.
— ¿Qué carajos?... —fue lo único que pudo pronunciar.
—No temas, no te haré daño, lo prometo —dijo tranquilo.
— ¿Cómo puedo confiar en que no lo harás? —pregunto dudoso.
—Si alguna vez te llegó hacer daño puedes destruirme con tus propias manos —comentó sereno el muñequito.
Camus guardó unos segundos en silencio, el pequeño juguete se veía bastante amable, tal vez confiaría en sus palabras y creería en que no lo lastimaría.
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El Milo
FanficEl solo era un muñeco que le trajo felicidad, pero también estaba el hecho de que su dueño solo era un niño necio que no obedecía a su madre, ambos envueltos en su pequeño mundo de maravillas, sin esperarse de que estaba mal que Milo tuviese vida pr...