Capítulo 39

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Capítulo 39

La joven abrió los ojos de repente. Sentía algo extraño; la sensación de ser observada era inconfundible y su corazón dio un vuelco en el momento en el que distinguió una figura femenina parada junto a su cama. Alyssa tomó aire e instintivamente se alejó de ese cuerpo, sin siquiera llegar a saber quién era. Unos segundos después se sintió más confusa al reconocer los rasgos orientales de Khadira, aunque su cabello permaneciera oculto.

—No pretendía asustarla —dijo la mujer.

Alyssa entornó los ojos y giró la cabeza, mirando a la oscuridad de su alrededor. Aún permanecía un tanto aturdida y con cierta dificultad se incorporó sobre la cama, vestida tan sólo con un camisón de lino.

—¿Qué está haciendo aquí?

—Venía a hablar con usted,  más bien a hacerle una recomendación…

¿Una recomendación? ¿La amante de Rylan quería recomendarle algo? Era verdaderamente intrigante. Alyssa se levantó de la cama hasta quedar junto a la mujer y la miró a los ojos unos segundos, después decidió encender un par de velas que pudieran iluminar la escena. No se sentía nada confiada estando en la oscuridad con ella.

—¿Una recomendación o una amenaza? —preguntó sin miramientos.

Khadira sonrió.

—No es tiempo de amenazas, he venido en calidad de amiga.
No se le escapó de ningún modo la forma en la que Alyssa frunció los labios al escuchar eso. Sabía que de ningún modo la creía, pero tampoco era algo que a Khadira le quitara el sueño.

—Espero impaciente, pues, su recomendación.

—Me voy, señorita Russell. Me voy de aquí. —Alyssa la miró con sorpresa, pero Khadira no dejó de hablar—. Soy una mujer luchadora, siempre lo he sido, pero soy capaz de reconocer cuándo una batalla está perdida y soy prudente en ese aspecto. Sé que se está preguntando de qué le hablo, pero en realidad lo sabe muy bien: el señor Rylan no la ha olvidado, es imposible negarlo.

Manteniendo su porte erguido, Alyssa trató de aparentar normalidad, aunque en realidad se sentía complacida de que esa mujer aceptara algo así frente a ella.

—¿Y qué tiene que ver eso con usted? —preguntó.

La suave y musical risa de Khadira volvió a llegar a sus oídos, pero Alyssa no flaqueó.

—Sabe que yo lo he acompañado, he velado por él al igual que él lo ha hecho por mí… y el cielo sabe que lo amo, lo amo de verdad. Pero no soy yo la mujer que él anhela y me temo que debo respetar eso, aunque me duela.

Las palabras de esa mujer eran de lo más extrañas.

—¿Por qué? —preguntó Alyssa, confusa—. ¿Qué es lo que la hace renunciar? Imagino que no soy yo la razón de que se vaya, ¿me equivoco?

—No, no se equivoca —admitió Khadira, asintiendo con la cabeza pausadamente—. Créame, lady Russell, si pudiera actuar con libertad me quedaría aquí y trataría de arrebatárselo con uñas y dientes.

—¿Y qué se lo impide?

—Una deuda. Sé lo que hizo, los muros hablan en este castillo y no he tardado demasiado en averiguar por qué el hijo de un duque inglés fue enviado a luchar en la línea de combate a Escocia como si fuera un soldado raso. Sé que esto sucedió por usted y que el amor que compartían quedó enterrado a causa de esto… El señor Rylan me salvó de la muerte en un lugar muy parecido al infierno, en el norte, y sé que él no habría estado allí de no ser por lo sucedido antes de eso. Les debo la vida, tengo una deuda inmensa con ustedes dos.

Si algún día vuelves. #Wattys [Romance histórico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora