Capítulo 12.

17.1K 1.5K 50
                                    

Capítulo 12

Ambos fueron conscientes al mismo tiempo de que se encontraban completamente solos en una habitación. Y el ambiente se tensó hasta límites insospechados cuando la puerta de los aposentos de Rylan se cerró a la espalda de Alyssa. Sus ojos se cruzaron en el mismo momento en el que una salvaje tormenta se instauró en los corazones de ambos, pero cada uno vivió una tormenta distinta.

Alyssa sentía anhelo, dolor, al ver la fría mirada de Rylan y saber que ese hombre ahora era un completo desconocido, que había cambiado mucho desde la última vez que se vieron... y que ella había sido la culpable de que eso fuera así.

Para él, en cambio, sus ojos se cegaron de imágenes y recuerdos de aquellos días felices que ellos habían compartido cuando eran unos chiquillos. Sus ojos se posaron inexorablemente en esos labios que tantas veces había poseído y esa suave piel que había llegado a acariciar con la misma naturalidad con la que podía tocar su propio cuerpo. Y de nuevo, mientras observaba la belleza pétrea y profundamente cautivadora de Alyssa, volvió a sentir el mismo dolor en el pecho que le había poseído la última vez que la había visto antes de marchar, sin que ni siquiera se hubiera dignado a abrir completamente la puerta de sus aposentos para mantener una conversación civilizada con él. La profunda y familiar rabia al sentir un recuerdo aparentemente muerto surgió de nuevo, vibrando en su interior con demasiada vida.

—Me temo que mi hermana es más insistente de lo que sería aconsejable mostrarse conmigo —dijo Rylan, y tuvo que carraspear profundamente al notar que su voz sonaba algo ahogada.

Alyssa no apartó la mirada, sino que pareció intensificarla.

—Quiere ayudarme, lo sé.

—¿Y tú qué quieres, Alyssa? —Rylan se dejó de formalismos, quería que esa fuera una conversación útil, no pensaba perder el tiempo con florituras—. ¿Quieres quedarte aquí o irte?

—¿Acaso soy yo quien decide? —La amargura fue más que patente, pero absolutamente resignada, desde luego.

—En absoluto —reconoció Rylan—. No voy a negarlo porque sería mentir, y no acostumbro a hacerlo. —¿Eso había sido una pulla? En todo caso, Rylan no se detuvo ni un segundo en ese comentario—. Quiero verte fuera de mis tierras cuanto antes y que nunca más vuelvas a aparecer por aquí... pero sé que mi hermana me odiaría si lo hiciera y he de reconocer que sus palabras me han conmovido en cierto modo. No quiero comenzar esto del modo incorrecto con Linnea y me temo que eso implicará darte un... bonito destino. Al menos por ahora.

Ella asintió con la cabeza, pensativa. ¿Había escuchado bien? Ese hombre no tenía pelos en la lengua a la hora de dejarle claro que su presencia no era grata en ese lugar, pero al menos tenía la consideración suficiente con Linnea como para soportarla a ella durante un tiempo más. Alyssa no supo qué pensar, una parte de su mente se aferraba a la idea de que, si Rylan aún era capaz de sentir amor por su hermana, quizás no había cambiado tanto después de todo... pero la idea quedó relegada a un segundo plano en su cabeza cuando él se encaró de nuevo con ella.

—Quiero que tengas realmente claro, Alyssa, que la única razón por la que permanecerás bajo mi techo es porque Linnea te aprecia. Pero tan pronto como me sea posible, y ten por seguro que será antes de lo que crees, habrás abandonado mi propiedad y marcharás de nuevo rumbo a la cochambrosa casa de tu padre.

Trataba de intimidarla, se veía en su mirada. Por mucho que Rylan trataba de mostrar una gran indiferencia al tenerla allí, la realidad era que más bien parecía afectado. Afectado por su presencia, por su cercanía, por la suavidad de su piel junto a la suya, por la intensidad de esos ojos verdes apagados cuya alegría había quedado atrás hacía muchos años.

Por primera vez, Rylan se preguntó cómo habrían sido para ella esos años casada con su padre. ¿La habría tratado bien? ¿La habría dañado de algún modo? Se dijo a sí mismo que no debería importarle, pero en ese momento, cada vez que cerraba los ojos, tan sólo podía ver en su cabeza la maldita imagen de su padre, tosco y rudo, haciendo suyo el cuerpo de esa niña a la que él había amado hasta la locura. Llevaba seis años sin poder alejar la mente de eso, sin ser capaz de acostarse una sola noche sin pensar en ese hermoso cuerpo siendo mancillado por ese hombre al que tanto había odiado —y seguía odiando— y era entonces cuando su cabeza recordaba que ella lo había querido así. Que lo había rechazado, manteniendo que quería estar con su nuevo prometido... Rylan volvió a sentir esa intensa y amarga rabia visitándolo.

—No volveré a casa de mi padre —dijo de pronto Alyssa, sacándolo de sus pensamientos—. Iré a la corte del rey Jorge.

Él la miró con el ceño fruncido.

—¿Qué relación tienes tú con el Rey para tomarte esas libertades?

—Él... realmente me aprecia.

Decidió no contarle que en esos seis años había visitado tres veces la corte del rey Jorge, y que una de ellas lo había hecho sola. Allí había pasado algunas semanas, como invitada, y había obtenido con facilidad la buena voluntad de no pocos personajes importantes en la sociedad inglesa. El Rey la consentía, se sentía honrado por la presencia de esa joven tan locuaz y tranquila entre su gente. Comentaba que, a pesar de sus veinte años de edad, sentía que se encontraba ante una mujer sabia y madura con la que siempre valoraba contar.

Rylan quería decirle que a él le importaba poco si ese viejo alemán sentía simpatía por ella, pues para él la figura de ese hombre no significaba nada aparte de un rey impuesto para miles de personas; pero sabía que eso era precisamente lo que tenía que evitar, no podía mostrar su hostilidad hacia la corona inglesa mientras siguiera allí. Todavía no.

—Puedes ir donde quieras, entonces —respondió él finalmente—. Siempre y cuando no vuelvas a entrar en mis tierras. Nunca más.

Rylan habría mentido si hubiera dicho que no le sorprendió el modo en el que Alyssa alzó la barbilla en esos momentos, mirándolo con un extraño orgullo que la hizo parecer sencillamente hermosa. Cuando mostró esa fuerza que parecía poseer oculta en su interior, su cabello pareció más brillante, su figura aún más esbelta y su gesto se hizo más digno y desafiante.

Acto seguido ella asintió.

—Como usted diga, duque de Alderman.

Y unos segundos después se dio la vuelta y abandonó sus aposentos, dejándolo completamente solo. Rylan se llevó las manos a la cabeza, comprendiendo la situación repentinamente. No podía echarla de allí sin más, si era cierto que tenía una buena relación con el Rey y que podía pedirle asilo, eso no traería más que atención sobre él. Y eso era lo último que Rylan necesitaba, bastantes preocupaciones tenía ya con los rumores que se escuchaban por cada lugar que él había visitado; que era un rebelde, un jacobita, que lo colgarían por traicionar a la corona inglesa... Definitivamente, necesitaba pasar desapercibido.

Tendría que buscar otra manera de deshacerse de Alyssa Russell.


Perdonad los retrasos, he estado de vacaciones y en el fin de semana me mudaré de país. Así que está siendo todo un poco caótico. ¡Besos!

 ¡Besos!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Si algún día vuelves. #Wattys [Romance histórico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora