Nadie se atrevió a preguntar, ni una sola palabra salió de sus labios; nadie con un poco de sentido común le diría nada a Chuuya Nakahara cuando este estaba intentando contener su rabia. Todos conocían el temperamento del pelirrojo, si se hubiese de definir en una palabra, sería explosivo, como si alguien prendiese una mecha y esta al acabarse provocase que una bomba detonase. La mecha era la paciencia (casi inexistente) del chico, y la bomba el propio Chuuya, el cual empezaría a gritar y, si podía, patear todo lo que estuviese a su alcance, desgraciadamente, compañeros incluidos. Todos coincidían en una cosa, esas clases de artes marciales que Chuuya tomó en el instituto no han traído más que desgracias a la humanidad.
Es por eso, que cuando el ojiazul entró a la sala abriendo la puerta tan fuerte que de poco la parte y se fue a sentar al sofá refunfuñando vete a saber qué, mientras apretaba los puños hasta volver blancos sus nudillos y su mirada quedó fija en un punto del espacio de tal forma que parecía que se iba a hacer un boquete en la pared solo con la intensidad con que la miraba, nadie preguntó por el chico momia que se había colado en el lugar. Por desgracia, la suerte no estaba de su lado esa noche.
- Oh, Chuuya-kun, veo que ya estás aquí. ¿Qué le ha pasado a ese chico que se han llevado los guardias a rastras desmayado?
El hombre de pelo azabache, aun en el marco de la puerta, lamentó haber formulado esa pregunta el mismo instante en que vio al pelirrojo tomar aire; y aunque quiso cerrar la puerta no tuvo la agilidad suficiente, así que al igual que los demás integrantes del grupo, solo pudo taparse las orejas.
- QUE ES UN GILIPOLLAS QUE SE MERECE QUE LE HUBIERA PARTIDO LA GUITARRA EN LA CABEZA. - Al acabar la frase le dio una patada a la mesilla que tenía frente a él haciendo que esta se estrellase contra la pared y se hiciese añicos.
- Aun así Chuuya-kun...no puedes ir pegando a tus fans, no es bueno para tu imagen como artista... - El hombre de ojos violetas, pese a que le estaba hablando al cantante, seguía en la otra punta de la sala y usando su carpeta como escudo.
- ¡ME IMPORTA UNA MIERDA ESO! QUE SE ATREVA ESE COBARDE A DENUNCIARME QUE LA PRÓXIMA VEZ SE QUEDA SIN DIENTES.
- ¿Entonces eso significa que habrá una próxima vez y lo volveremos a ver? - Akutagawa, a sabiendas que el estado del pelirrojo no podía ir a peor y ignorando las miradas de terror y de súplica que le dirigían sus compañeros, decidió probar a ver obtenía más información sobre aquel que consideraba un prodigio con la guitarra con solo haber presenciado 10 segundos de su increíble e indescriptible interpretación. Obviamente, su pequeño amigo no se tomó muy bien esa pregunta y se levantó de golpe para encararse a él.
- ¿ES QUE ACASO QUIERES VOLVER A VER A ESA REPUGNANTE MOMIA?
Akutagawa simplemente se encogió de hombros restándole importancia.
- Toca bien la guitarra.
Chuuya frente a eso solo puedo soltar un grito de frustración y patear el sofá, que, al ser más pesado, solo se movió un par de metros. Tras eso, Chuuya se sentó en el sillón y después de unos segundos con sus cabellos fuertemente apretados entre sus manos, respiró profundamente y habló claramente y con un tono de voz que solo utilizaba cuando algo era realmente serio.
- No quiero que nadie vuelva a mencionar a ese chico.
Los demás se miraron entre sí, y, pese a su curiosidad por ese extraño y su relación con Chuuya, decidieron respetar al pelirrojo, pues se veía que era un tema muy delicado para él. Así que lentamente todos se acercaron y se sentaron en los asientos mientras el hombre de pelo oscuro se ponía frente a ellos, y, tras mirar a Chuuya con un atisbo de preocupación en sus ojos, carraspeó y se dispuso a empezar con su tarea de representante.

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Backstage (Soukoku)
FanfictionChuuya Nakahara siempre ha tenido el sueño de ser cantante, de poder transmitirle al mundo todo lo que siente y piensa. Osamu Dazai siempre ha encontrado su refugio del mundo que nada significa para él en la música, dónde busca un motivo para seguir...