«y en los malos momentos, me doy miedo a mí mismx»
Nix.
Dos días después.
- Me transpiran las manos, ¿Estos bien vestida? - pregunta por tercera vez mi mamá.
- Si ma, estás bellísima - vuelvo a afirmar.
- Perdón hija es que hace tanto no veo a Maia y tengo miedo de que no sea como antes - aclara mi mamá con pena.
Desvío un poco la mirada de la calle y le sonrió, reconfortandola.
- Maia te adora y se va a poner feliz de verte - aclaro para que sepa que no mentía.
Ella asiente para después canturrear una canción.
Cuando ya estamos en el barrio "los andes" sus nervios crecen.
Estacionó al frente de la casa de los Oliva y bajo con mi madre.
Le pongo alarma al auto y caminamos hasta el portón de la casa.
Toco timbre y al instante aparece Manuel.
Sonrió cuando abraza a mi mamá para después abrazarme a mí y darnos un pequeño beso.
Nos adentramos a la casa y vemos a Maia, Alejandro y Valentín esperándonos con una merienda.
Abrazamos a todxs y merendamos hablando de todo lo que habíamos hecho en todo este tiempo.
- Tengo una propuesta para ustedes, si no tienen apuro obviamente.
Miro a mi madre que me mira con sus ojos llenos de felicidad.
- No tenemos apuró, total tenemos la casa de mi tía por acá.
- Bueno, les cuento, en unas horas hay una obra en el teatro, nos organizamos en los autos y vamos todxs juntos - propone Maia y mi mamá asiente feliz.
- Yo voy con ustedes si quieren - me comenta Manuel en el oido.
Lo miro y asiento.
- De última dejamos que ellxs tres vayan en el auto de tu mamá así hablan y nosotrxs vamos en el mío - propongo y el asiente.
Le explica a Maia como nos organizabamos y a la media hora ya estábamos llendo rumbo a el teatro.
- Te extrañe estos días - admite Manuel.
Sonrió para apoyar mi cabeza en su hombro.
- Yo igual, creo que puedo admitir que después de tanto tiempo me hacias falta.
- Vos a mi igual.
Pongo mi mano sobre la suya mientras le hago mimos.
- Me va a agarrar diabetes - comenta Valentín atrás.
Reímos y nos separamos un poco para no incomodarlo.
Pongo música y vamos cantando los tres.
- Amiga tenés alta voz, un día venite y grabamos en el taller de mi viejo - propone Valentín.
- Puede ser puede ser - me hago la interesada - si me desocupo algún día y tengo autoestima, grabamos algo.
El asiente para después volver a su mundo.
- Hace tanto no te escuchaba cantar - comenta Manuel.
- Vos me devolviste las ganas de hacerlo.
Sonreímos, estábamos verdaderamente felices con la presencia del otro y podía jurar que se notaba a leguas.
Tampoco lo íbamos a negar, nos queríamos mucho.
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Melifluo × wos
Short StoryLas galerías de arte siempre habían sido para aficionados de ella, a excepción de algunos