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Beatrice guardó uno de sus libros en la pequeña valija antes de que un lacayo irrumpiera en sus aposentos.

—Milady tiene correspondencia.—el jóven le entrego la carta y se retiro tan rápido como llegó.

Beatrice frunció el ceño abriendo el sobre que una vez más no tenía remitente. La caligrafía de su "admirador secreto" apareció en su campo de visión y ella se masajeó la sien aturdida.

Milady

Mis palabras me resultan lo suficientemente precisas y aún así me veo en la necesidad de hacer una aclaración. La destinataria de mi correspondencia es usted, Lady Beatrice.

Conozco a ciencia cierta las cualidades de su hermana y lo encantadora que resulta frente a los caballeros, pero temo que el origen de mis sentimientos no es ella.

Mi querida dama es a usted a quien le dirijo estas letras con la esperanza que pueda responderme apropiadamente. No se sienta presionada a hacerlo pronto, sin embargo recuerde que aguardare su respuesta.

Beatrice se sonrojó sin poder evitarlo. Tenía a alguien que sentía interés en ella (la invisible) y no en su hermana.

Sonrió como tonta y quiso ir corriendo a su escritorio a responder cuando una vocecita irrumpió en su habitación.

Lady Lucinda cruzaba el umbral de la puerta con un sencillo vestido.

—¿Lucy?

—Vine a despedirme.—explicó la jovencita mirando con curiosidad la carta que sostenía entre sus manos.—En pocas horas se marchan y no podre acompañarlas.

—Oh...—Beatrice dejo a un lado la carta y se acercó a ella.—Siento que no puedas venir con nosotras a la fiesta de campo de la duquesa de York.

—Esta bien.—su hermana de 14 años se encogió de hombros.—Espero que se diviertan y evita que Ali se meta en problemas.

Beatrice soltó una pequeña carcajada abrazándola.

—Nuestra Ali esta un poco loca, cariño y se metera en problemas así nos guste o no.

Lucy esbozó una pequeña mueca antes de salir de su habitación para despedirse de Alicia.
Unas horas después su madre, Anthony y ellas estuvieron subidos a los carruajes.

Su hermano decidió ir solo, así que tuvieron que ocupar el carruaje de atrás junto con su madre.
La marquesa se mantuvo en silencio por varios minutos, pero al cabo de una hora se aclaró la garganta para hablar.

—Lo lamento, no quise hacerte daño Alicia.—se disculpó mirando a su gemela directamente a los ojos. Alicia sonrió restándole importancia, pero ella no pudo hacerlo por mucho que lo deseo.

—Lo sé, madre, simplemente no me parece justo que...

—Lo hago por su bien.—la cortó con autoridad.—Beatrice...—posó su mirada en ella y la dama se estremeció.—Esta noche no puedes defraudarnos, hagas lo que hagas debes buscar a un caballero de tu interés, yo me encargaré del resto como lo estoy haciendo con Alicia.

—Pero madre mi hermana ni siquiera siente nada por Lord Grafton.—musitó llenándose de valor para decirlo. No quería que su hermana sufriera a futuro solo por cumplir un capricho.

—Eso es lo de menos, cariño.—respondió la marquesa y Alicia rodó los ojos concediéndole la razón. Beatrice agachó la mirada sintiéndose intimidada por ambas.

—Por eso te casaste con padre, por su ¿título?—preguntó de forma a penas audible. Su madre hizo una mueca.

—Fue una de las razones, sí.—respondió con una frialdad que hasta entonces siempre había mantenido a raya.—El amor no te da de comer, Beatrice, todas esas novelas que lees solo te meten ideales tontos en la cabeza. Yo amo a tu padre, pero soy consciente que si me llega a faltar, tendre que buscarme otro esposo.

Cambiando tu historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora