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Henry y su madre llegaron cansados a su residencia luego de una larga y "fructífera" velada.

La condesa viuda sonreía complacida al ver que su hijo prácticamente bailó con la mayoría de las jovencitas en el salón, incluso con una de las hijas de la marquesa, Lady Alicia.

—¿Te divertiste?

—Un poco.—confesó intentando prestarle atención, pero su mente no dejaba de recordar el extraño escenario del jardín y su nuevo plan.

—Me alegro.—sonrió con dulzura.—
Como siempre Bernadeth logró que su hija resaltara entre las jóvenes damas.

Lady Alicia no era la más hermosa de la temporada, pero su carácter tan abierto y social estaba conquistando a los caballeros.

—Sí...

Crisol observó con detenimiento a su hijo mientras ambos se sentaban un momento en el salón. En su afán de encontrarle esposa lo había obligado a bailar con varias damas, pero no vio verdadero interés de Henry en ellas hasta que se retiro por unos minutos al jardín.

Cuando volvió parecía buscar a alguien con la mirada y Crisol estuvo atenta para descubrir a la jovencita afortunada, pero no apareció.

Era una verdadera lástima porque lo que más deseaba en el mundo es que Henry por fin sentara cabeza y tomara como esposa a alguna dama decente. A Crisol le traía sin cuidado si era noble o hija de un burgués, ella intentaría mantener una buena relación con su nuera si hacía feliz a su hijo.

—¿Encontraste a tu condesa?—insistió y Devonshire negó.

—Cuantas veces quiere que se lo repita madre, no hay mujer para mí.

Crisol hizo una mueca.

Adoraba a su hijo, pero a veces lamentaba no haber tenido una niña. Una pequeña dama a la que vestir y adornar para este tipo de celebraciones como Lady Somerset hacía con sus hijas.

Ciertamente sentía un poco de envidia de la marquesa, tener cuatro niñas debía ser toda una odisea y una aventura emocionante. Aventura que ella no pudo disfrutar luego de sus dos abortos.

Por eso su mayor consuelo era tener una nieta y no le importaba mover cielo y tierra con tal de casar a su hijo.

—Sino buscas bien como planeas encontrarla.—riñó.—Había hermosas jovencitas esta noche entre ellas las hijas de la marquesa.

—Pensé que no te agradaba.

—Me agrada sí, pero nunca planearía volverla parte de mi círculo cercano de amistades.

El conde frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Bueno...es una mujer que esconde su pasado y tiene muchos secretos.—se encogió de hombros.—No sé que tanto se puede confiar en una persona así.

Bernadeth Murgot estuvo por muchos años en la boca de varios nobles, la condesa nunca supo muy bien el porqué, pero prefirió mantener distancia con ella y su esposo.
Con el marqués, simplemente porque no le agradaba. Franck Murgot era el tipo de caballero que presumía cualquier logro por mínimo que sea y constantemente competía con otros nobles buscando ser el mejor. Su fallecido esposo se divertía con su actitud "fanfarrona", pero a ella nunca le gustó, prefería las personas humildes a las pretenciosas.

—Entiendo.

La condesa sonrió ligeramente.

Crisol siempre procuró guardar las formas y platicaba de vez en cuando con ellos, pero desde que murió Francis perdió cualquier interés en conseguir nuevas amistades. Tenía las justas y necesarias.

Cambiando tu historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora