Mi Príncipe Azul

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— Aún hay algo que no entiendo —comentó Bruce mirando al techo de la habitación— ¿Cómo es que lograste volver?

El científico se encontraba acostado en su cama, aún en el hospital, y la pelirroja a su lado había decidido ponerse cómoda recostando su espalda sobre el pecho de él. Hacía más de una hora que estaban hablando de cosas sin importancia, solo se concentraban en disfrutar del tiempo que estaban teniendo juntos, al fin sin tener obligación que los llamara. Varios de sus amigos o conocidos habían venido a visitarlo para ver cómo se encontraba, pero por suerte hacía unos cuantos minutos que podían disfrutar de su ansiada paz y soledad.

— No me malinterpretes, Dios, estoy más que agradecido con que estés aquí conmigo. Cuando no estuviste a mi lado mi rumbo se desvió y todo terminó... mal —una mueca cruzó el rostro de Bruce al recordar las cosas que habían pasado desde que se enteró que la espía había muerto, reviviendo todos sus errores— Cuando usé el guantelete desee con todo mi corazón que regresaras y me aferre a él lo suficiente para intentar que eso pasara, pero no estoy seguro de que ese haya sido el porqué de tu regreso. ¿Tú sabes cómo pudiste volver?

Los dedos de Natasha jugaban inconscientemente con los del hombre recostado junto a ella mientras pensaba en su pregunta. Ya sabía que en algún momento alguien le preguntaría por eso, no es como si las personas regresaran de la muerte todos los días y pudieran contar sus experiencias del más allá. Él merecía una respuesta sincera aun cuando ella todavía no lograba terminar entender todo el tema de la magia y el poder de las gemas del infinito que habían logrado que ella estuviera en ese momento allí.

— Lamento decirte que tú no fuiste el príncipe azul que me rescato del limbo, cariño —una sonrisa un tanto burlona se extendió por el rostro de la agente consiguiendo liberar la poca tensión que se había generado en el ambiente y poniendo rojo al científico por el apodo en el camino— Fue gracias a Steve, aunque él no lo sabe.

El rostro de confusión del doctor le generaba ternura a la pelirroja. Ese pensamiento era una de las cosas más irónicas de su vida, ella era una super espía entrenada y criada para ser una asesina a sangre fría y, aun así, sentía amor por ese hombre tímido y torpe que no podía mirarla a los ojos porque su rostro cambiaba de color en un segundo.

— ¿Sabes cómo es que Thanos y Clint consiguieron la gema? —un breve asentimiento por parte del pelinegro le dio la afirmación para seguir hablando— Cuando llegas a Vormir ese tipo con la cabeza roja te guía para conseguir algo que "él desea y no puede tener": la gema del alma —continua Natasha con su explicación— La condición para obtenerla es fácil: "un alma por otra alma".

Una sombra cruza el rostro de ambos, cada uno reviviendo un momento diferente: ella cuando finalmente entendió que había llegado su momento de pagar todo el rojo que tenía en su libro mayor, y él cuando Clint le dijo esa frase y sentenció que ella ya no volvería.

— Cuando nuestro querido capitán llegó para devolver cada piedra al lugar de donde habían sido tomadas, él devolvió la piedra del alma a cráneo rojo, es decir que estaba entregándole un alma —el rostro del pobre científico indicaba que estaba igual o peor que ella para entender cómo funcionaban esas cosas, aun así, se había inclinado hacia un lado hasta donde su hombro le permitía y su atención estaba centrada completamente en la pelirroja a su lado. Su experiencia en otro universo no lo estaba ayudando de ninguna manera en este tema.

— Steve entregó un alma —continuó Natasha ante el rostro de confusión del científico— A él le correspondía que le dieran un alma a cambio, ¿entiendes? —ella rio cuando Bruce negó lentamente luego de permanecer viéndola en silencio y analizando sus palabras— Piénsalo de esta manera, si tú quieres la gema debes dar un alma, pero si tu das la gema te deben dar un alma a cambio. Es un alma por otra alma, cariño.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora