Damisela en Apuros

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El camino que Bruce había estado haciendo durante la mañana ya estaba marcado en el suelo, se había pasado todas esas horas yendo y viniendo desde el laboratorio a la sala de estar del complejo de los vengadores hecho un manojo de nervios.

¿La causa de su estado actual? Un solo y simple motivo: Natasha.

Ella se había despedido de él una semana atrás para partir en su misión y le había dicho que volvería durante la noche anterior para cenar juntos, pero por supuesto que eso no había sucedido.

Cuando ya no pudo más con la espera le pregunto a Fury si sabía algo de ella, pero él no había dado ninguna respuesta. No entendía si no quería decirle o si en verdad no sabía nada acerca de cómo o donde estaba, y esto último era lo que más le preocupaba, porque si el director de la agencia de espías más grande del país no tenía información sobre ella, él no se podía imaginar nada bueno.

— Tranquilo Banner, estoy seguro que Lady Romanoff está viniendo para aquí, ella es la más dura de todos nosotros y puede cuidarse muy bien sola —Thor había regresado a la tierra hacia dos días por unas vacaciones, por lo que le había contado necesitaba una pausa de sus viajes por el universo con los Guardianes de la Galaxia.

— Se que ella puede cuidarse sola, pero eso no evita que me preocupe por cómo está o por si alguien o algo le está dando problemas —el científico estrujaba sus manos intentando calmar sus nervios, aunque eso no le estuviese funcionando.

— Lo entiendo, me pasa lo mismo con Carol, no importa que yo sepa que ella es más fuerte que la mayoría de las personas del universo, aun así, necesito hablar con ella todos los días para saber que está bien, porque si no soy capaz de volar a través del espacio para estar con ella y protegerla de lo que sea que pueda lastimarla —una sonrisa de enamorado comenzó a crecer en el rostro del dios al pensar en su compañera vengadora.

— Si Hulk no hubiese decidido esconderse podría haberla acompañado en su misión —el asgardiano pone una mano en el hombro del doctor con compasión al verlo pasarse las manos por el rostro con frustración.

— Tranquilo amigo Banner, ya verás que ella regresará antes de que te des cuenta — Thor le dedicó una última sonrisa mientras se levantaba del sofá donde habían pasado los últimos minutos y se dirigía a la puerta— Lamento dejarte compañero, pero mi querida capitana está por venir de visita y debo irme de aquí, voy a encontrarme con ella después de unos largos meses de separación —el dios asgardiano se perdió unos momentos en sus pensamientos, seguramente pensando en la capitana Marvel, y luego volvió a mirarlo para dedicarle sus últimas palabras antes de partir definitivamente del lugar— No te desesperes, Lady Natasha seguro llegara en unos minutos.

Pero para la mala suerte del estado mental del doctor su amigo no tenía razón, porque ella no vino esa mañana y tampoco esa tarde. Bruce intentó creer en las palabras del dios del trueno, pero esa esperanza de que él tuviera razón iba disminuyendo a medida que el reloj iba avanzando.

Ese día no pudo cumplir su palabra y con las innumerables promesas que le había hecho a la agente con respecto a cuidarse, solo se sentó en la cama de la habitación de ella esperando a que volviera, olvidándose de comer o de tomar todos los medicamentos que le habían dado en su tratamiento, con el miedo y la ansiedad a flor de piel.

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El ruido de alguien intentando abrir la puerta lo despertó, al parecer se había quedado dormido en la cama de la habitación de ella en algún momento de la noche. El reloj de la mesilla junto a él le decía que eran las dos de la mañana, por lo que la única luz que entraba por la ventana venia de la luna.

Se levantó rápidamente para abrir la puerta, pero Bruce no estaba preparado para el escenario que se encontró. Al frente de él se encontraba Natasha, cubierta de sangre y apretando sus costillas.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora