Como enamorar a Louis Tomlinson en 90 días. (Terminada➰)

Estaba muy enamorado

Niall se fue de mi casa y me quedé pensando en todo lo que me dijo:

*Si me quería.

*Si estaba muy enamorado de mí.

*Si me había equivocado.

*Si debía pedirle una disculpa.

Estaba lista para pedirle una disculpa y decirle todo lo que acababa de notar, debía hacerlo. Tal vez me perdonaría. Tal vez no. Pero pasara lo que pasara quería que me escuchara.

Miré su ventana y vi que la luz estaba encendida. Acababa de llegar de su entrenamiento. Era ahora o nunca.

Abrí mi ventana y del borde de mi techo agarré una pequeña piedrita y la lancé a su ventana. Ocasionando un pequeño golpecito que atraería su atención.

Su cortina se corrió y apareció su hermoso rostro.

Estaba todo golpeado. Apuesto a que Liam no dejo que lo mataran, pero no impidió que le dieran unos cuantos golpes.

Debía agradecerle más tarde.

Le sonreí y fingió una sonrisa. Demasiado fingida.

-¿Podemos hablar?

-Ah-suspiró-te escucho.

-Aquí no. Arriba.

Miró el cielo y salió por su ventana. Me sacó de la mía y me ayudó a subir a su techo. Nos sentamos y lo miré concentrada.

-Adelante-me invitó a hablar.

-Son bastantes "lo siento".

-No importa, te escucho.

-Lo siento porque gracias a mis gritos se enteraron todos de que tienes sida.

-Igual lo iban a saber. Te perdono.

-Lo siento por no darme cuenta de que tienes sentimientos.

-Todos cometemos errores. Te perdono.

-Lo siento por jugar contigo.

-No importa, te superaré. Te perdono.

-Lo siento por gritarte cuando me dijiste que tenías sida.

-Cualquiera hubiera reaccionado así en tu situación. Te perdono.

-Lo siento por enamorarte y dejarte.

-Creo que fue mi Karma. Te perdono.

-Y lo siento por... Por estar tan clavada en mi estúpida apuesta que no note que...-bajé la vista y me quedé callada.

-¿Si?

-No note que...-apreté los ojos.

Louis me levantó la cara y me miró con sus preciosos ojos.

-Solo dime.

-Soy una estúpida-una lágrima rodó por mis mejillas.

-No digas eso princesita.

-Es que en serio lo soy.

-No lo eres, créeme.

-Si lo soy. Y también soy una idiota.

Cada vez soltaba más lágrimas. Con cada palabra liberaba mil gotas de agua por mis lagrimales.

-Deja de llamarte así. Solo dime lo último que quieres que te perdone.

-Lo siento por estar tan clavada en mi estúpida apuesta que no note que me enamoré de ti.

Me le acerqué hasta besarlo.