Tal vez era una completa tontería el mentirles a sus padres acerca de cómo fue su primer día en la academia, se sentía como cuando era niño y ocultó un examen reprobado entre los viejos libros infantiles que leía antes de dormir, aunque al final Komaru casi se lo comió y lo descubrieron pero bueno, esta vez no había ningún pedazo de papel que le diera a Komaru indigestión.
— ¿Conociste a alguien interesante? —Le preguntó su hermana a través de señas, parecía toda una chica de preparatoria inocente pero sabía bien a lo que se refería, después de todo no había tenido pareja desde que terminó el preescolar.
—La verdad es que no —Sabía que eso era una gran mentira, sí que había alguien interesante entre sus compañeros y ese era un chico rubio de ojos afilados de un color zarco tan impresionante y un rostro molesto que le hacía ver extremadamente sexi, aunque su familia sabía que era gay aún se sentía algo incómodo hablando sobre ese tema.
— ¿Seguro? —No hizo más que asentir mientras se llevaba una cucharada de arroz a su boca, seguramente era una tontería mentir sobre ello pero si con eso evitaba el constante acoso de su hermana quien intentaría todo solo por saber sobre su vida amorosa valía la pena ocultar algunos detalles.
—Seguramente habrá alguien que sepa lenguaje de señas en la academia pero por ahora no lo he encontrado. —Agregó con lentitud, ahí va otra tonta mentira con el fin de proteger la integridad de su privacidad ¿Acaso Komaru no entendía que su vida amorosa no era como uno de esos mangas románticos que leía? Claramente no tenía que usar lentes especiales para evitar que las personas se enamoraran de él y tampoco estaba envuelto en un extraño triángulo amoroso, solo era un chico sordo que intentaba sobrevivir en una extraña academia hasta que su aparato auditivo llegara.
—Estoy segura de que encontrarás a alguien Makoto, tal vez más temprano que tarde. —Expresó su madre con una pequeña sonrisa, sus ojos irradiaban cariño puro y de cierta manera eso lo hacía sentir un poco mal, sabía bien que ella era así con él porque siempre lo vio como un niño dependiente socialmente hablando, después de todo nunca se le hizo fácil el conseguir amigos y cuando entró en Kibougamine los pocos que tenía se redujeron completamente, a excepción de esa chica molesta que conoció por internet y que aparentemente estaba en el grupo de reserva de Kibougamine.
La cena transcurrió con relativa tranquilidad después de aquello, sin contar una pequeña y tonta discusión con Komaru de por qué pensaba que eso había sido un abrazo y no un beso. Finalmente estaba en su habitación buscando en su computadora por décima vez aquél sitio que tanta curiosidad le había dado, introdujo las palabras "Kibougamine estudiantes de nuevo ingreso" en el buscador y entró en la página, aún si había estudiado a todos sus compañeros durante aproximadamente un mes al estar frente a ellos apenas y recordaba algo gracias a los nervios.
—Togami Byakuya, Heredero Definitivo. —Leyó mentalmente y estaba seguro de que ese era el nombre del chico con el cual se había encontrado, esa expresión molesta y esa mirada de color zarco que podría intimidarte hasta hacerte obedecer a cualquier orden sin rechistar, incluso si eso significaba lanzarte al Tártaro, estaban grabadas en su cabeza, ciertamente ese chico era muy atractivo pero eso no importaba ahora, él tal vez podría ser el único compañero con el cual podría comunicarse.
Durante la noche se limitó a dos simples cosas, terminar ejercicios de matemático que ni siquiera entendía con una calculadora y seguir investigando acerca del enigmático chico.
La mañana llegó con rapidez, demasiada para el castaño pues seguía rodando en su cama pensando una y otra vez cómo podría sobrevivir a ese horrible segundo día en la academia ¿Por qué se preocupaba tanto? Era una escuela como cualquiera ¿Cierto? De todos modos el motivarse con eso era en vano, siempre estuvo en escuelas donde la mayoría de los estudiantes y profesores sabían lenguaje de señas y esto no era para nada parecido.
Con torpeza se puso el uniforme, los bordes de su camisa quedaban ladeados debido a que sus manos temblaban mientras ponía los botones y se equivocaba una y otra vez, hizo un ruido sordo con su garganta, no debía preocuparse tanto. De nuevo su torpeza hizo aparición cuando intentaba amarrar su corbata, estaba decidido, odiaba ese tonto uniforme.
Vio cómo su puerta se abrió lentamente y su madre apareció en el umbral, sus labios se movieron en lo que parecía una pequeña risa pero esto no hizo más que avergonzarlo.
— ¿Necesitas ayuda? —Sus manos se movieron a medida que se acercaba y aunque quisiera actuar como un niño caprichoso y decir que podía solo esa sería una mentira muy grande, las pocas horas de sueño combinadas con los nervios lo hacían torpe. Asintió con una expresión de derrota, se sentía un inútil.
Finalmente pudo salir de su casa, amaba a su madre y a toda su familia en general pero eran sobreprotectores con él, incluso su padre que se alejó un poco al saber su preferencia sexual, pero bueno, eran su familia al fin y al cabo.
Cuando estuvo frente a la academia el temblor en sus manos y el sudor que recorría su sien volvieron pero ésta vez trayendo de invitado al revoltijo en el estómago ¿Por qué le intimidaba tanto un edificio? Era una tontería, o al menos eso pensó hasta que vio una cabellera rubia alejarse en las puertas del edificio, tal vez podría conversar con él un rato, el que sea heredero de un multimillonario imperio no significaba que fuera mala gente ¿No? Con ese pensamiento en mente caminó ignorando toda la ansiedad que lo consumía hacia donde estaba el rubio.
—Hola. —Expresó con sus manos al estar frente a él con una pequeña sonrisa, claro que debía alzar levemente la cabeza para siquiera mirarlo a la cara ¿Por qué era tan bajo? Ciertamente la genética no era justa.
Él solo lo miró con molestia por lo que pareció un milisegundo antes de seguir caminando, Naegi suspiró, estaba claro que sería más difícil de lo que creía.
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Perdón por la tardanza.
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Señas (Naegami)
FanfictionNaegi nunca pensó que podría entrar a Kibougamine e incluso cuando estuvo frente al gran edificio no lo creía, a pesar de todo siempre tuvo un poco más de optimismo que la media, excepto por una pequeña cosa, la entrega de su aparato auditivo se hab...