Capítulo nueve

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Varios días habían pasado antes de la tragedia, algo desastroso y poco predecible que era necesario por más que muchos estuvieran inseguros acerca de lo que les depararía el futuro, ese que ahora era brumoso e incierto debido a un pequeño virus; uno que detuvo toda la actividad. Los jóvenes no fueron la excepción aquí, ni siquiera Kibougamine se salvó de la tan temida cuarentena y tuvieron que aislarse, claro que la Academia tenía un pequeño plan de respaldo para los estudiantes que vivían lejos, pero tal vez las clases en línea no eran lo mejor para todos.

—No te desanimes Naegi, si no estás en las vídeo llamadas no te vas a aburrir. —Las palabras que le mandaba Asahina eran ciertas, pero Naegi no podía evitar sentirse un poco excluido por esto por más que supiera que no habían más culpables que la empresa que había perdido el rastro de su auricular.

Miró su teléfono con cierto aburrimiento, tantos pensamientos pasando por su mente y no se daba el tiempo de analizar alguno con cuidado, solo sabía que en definitiva no era el Estudiante Suertudo Definitivo con todo lo que pasaba en su vida. Su pecho se llenó de aire antes de que lo soltara en un suspiro poco audible, ahora se esforzaba mucho por terminar todas sus tareas a tiempo pero gracias a esto también tenía una gran cantidad de tiempo libre, además de que en su título tan irónico e inútil no venían incluidas muchas actividades extra como las tenían Fujisaki o Yamada; aunque para ser sincero eso era más que un recordatorio de cuánto lo odiaba el destino mismo.

Pasó su dedo por la pantalla táctil, moviendo hacia abajo su lista de contactos sin mucho interés, además de Asahina no tenía muchos amigos que digamos y por lo tanto no hablaba con otros con frecuencia, claro que ingresar a la Academia Kibougamine hizo que sus amistades se redujeran pero era inevitable; al parecer después de esa noticia cada compañero empezó a mirarlo con envidia o desagrado. "¿Cómo logró entrar allí? Es solo un discapacitado", esas eran las frases que podía leer de los labios de aquellas personas.

Naegi solo pudo sacudir la cabeza al pensar en eso, no era momento de deprimirse por lo que pasó hace menos de un año, ahora tenía cosas más importantes en las cuales pensar en vez de los pares de ojos envidiosos que lograron hacerlo llorar por más de una noche. Siguió bajando sin prestar mucha atención hasta que vio el apellido que siempre tenía en la punta de la lengua.

—Togami. —A pesar de no poder escucharse le encantaba sentir el movimiento de sus labios al decirlo mientras su lengua hacía un movimiento sutil, el retumbar en su garganta era adictivo al igual que esa sensación que quedaba en su pecho en cuanto las sílabas abandonaban su boca en un susurro; algo tan significativo que no podía describir en ningún lenguaje por más que se esforzara.

Solo se lanzó al borde del precipicio, abrió e chat vacío y empezó a escribir con la misma valentía con la que había pedido aquel número, aunque no lo había usado por cierto miedo al rechazo.

—Hola Togami. —Envió aquel mensaje sin muchos matices en su expresión antes de poner el teléfono a su lado, esperando alguna vibración o que se arrepintiera por completo y eliminara toda prueba de su estupidez. Solo pasaron siete segundos pero el arrepentimiento llegó primero.

Con una expresión sumergida en pánico total Naegi terminó por sentarse rápidamente, tomando su teléfono y listo para eliminar el mensaje, cambiar de nombre e irse del país, fue una sorpresa cuando una vibración repentina interrumpió su plan de tres simples pasos. Su corazón se detuvo al ver que el dueño de aquel cálido sentimiento en su pecho había respondido.

—Hola —Una palabra seca, cuatro simples letras y un montón de sentimientos desbordando, esa era a descripción perfecta de la situación en la que se encontraba Naegi, quien miraba con una pequeña sonrisa tonta la pantalla de su celular —. ¿Qué quieres, Plebeyo?

Sus teorías eran acertadas, Togami lo llamaba así entre dientes cuando solían conversar o compartir puntos de vista. Pero incluso cuando parecía decir esto con un tono despectivo Naegi lograba captar cosas que muchos tal vez no notarían, como el que no lo interrumpiera mientras exponía sus razones con señas rápidas, o que no parecía siempre a la defensiva cuando se encontraban juntos e incluso el torturante hecho de que su mirada antes gélida ya no era tan ofensiva como con otros.

—Nada realmente, creo que solo quería conversar con alguien —Esas palabras fueron escritas con rapidez en el teclado, asegurándose de que ninguna palabra mal escrita llegue a arruinar el comienzo de lo que podía ser una buena charla —. ¿Cómo vas con tus actividades extra?

Se tumbó en la cama manteniendo su sonrisa boba intacta, soltando un suspiro más audible en cuanto vio que Togami escribía. Pronto frunció un poco el ceño, se estaba comportando como una verdadera colegiala enamorada y eso era lo que menos quería en este instante, claro que después de sentir la vibración en su mano esos pensamientos se fueron como si de humo delgado se trataran.

—Ya las terminé, no fue mucho trabajo —Imaginaba que diría eso, después de todo se enfrentaba al temido Togami Byakuya, pero sentir otra vibración lo hizo parar antes de siquiera empezar a escribir —. ¿Y tu? ¿Sigues siendo tan malo en matemáticas o ya eres funcional por tu cuenta?

Naegi no pudo evitar una pequeña carcajada, sabía que tal vez Togami estaría con una expresión seria pero le gustaría imaginarlo sonreír por más imposible supiera que era. Togami ya era guapo pero casi no sonreía y cuando lo hacía se notaba la arrogancia en su expresión, una arrogancia que Naegi encontraba encantadora claro, pero solo imaginarlo con una mirada cálida y las comisuras de sus labios levemente levantadas provocaba que su corazón latiera desembocado.

—Ya no soy tan malo, o al menos quiero creer eso —Envió un emoticón de carita sonriente junto a ese mensaje, no sabía qué rayos hacía pero sus dedos parecían moverse por sí mismos en cuanto su pecho se desbordaba con un sentimiento cálido e inigualable —. Supongo que es gracias a ti, en serio me salvaste Togami.

—Caro que te salvé, soy alguien misericordioso con los plebeyos.

Una pequeña sonrisa se notaba en la expresión de Naegi, pero ya no parecia tan embobado como antes, en cambio se podía palpar la tristeza en esta, tanto tiempo había pasado desde que alguien no lo trató con suavidad por ser discapacitado; incluso cuando estaba en casa sentía esa diferencia de trato. Pero Togami parecía tratarlo igual a como trataría a alguien más, aunque fuera un egocéntrico de primera se lo agradecía desde lo más profundo de su corazón, por lo tanto mantendría sus sentimientos bajo llave; las cosas entre ambos parecían ir bien y sería una verdadera lástima perderlo todo por sensaciones no correspondidas.

Los minutos se convirtieron en horas y antes de que ambos lo notaron ya anochecía en aquella ciudad, ambos estaban tan lejos pero sus corazones al parecer latían a ritmos similares, por más que esto pasara solo uno de ellos estaba consciente de ello; sabía que su corazón latía así por otro hombre y solo podría soltar una risa triste mientras su pecho se desbordaba sin control alguno, ya fuera debido a aquel sentimiento cálido o a las lágrimas contenidas.

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¡Hola! Primero que nada no saben qué tan feliz me hicieron con sus comentarios y votos, estuve pasando por una situación familiar muy difícil y pensé en abandonar más de una vez esta historia, incluso contemplé cosas más difíciles de digerir pero ahora estoy aquí y a sus servicios.

No saben qué tan feliz me hacen y muchas gracias por esas cuatro mil leídas, sé que no las merezco pero me alegra que disfruten esta historia casi escrita con las patas, prometo mejorar a medida de que el tiempo pase, solo quiero que sepan que los amo y agradezco todo el apoyo ¡Muchas gracias y hasta la próxima! Prometo no tardar tanto con el próximo capítulo.


PD: ¡Tengo cuenta de facebook! Búsquenme como Haitomi Koutsuki, aunque lo que más hago es rolear gays sjsjsjsjsjsjsj tengo un personaje con cuenta también, busquen a mi bebé Alexander Bree si les gustan las cosas cursis y geis, él y su novio Mantis siempre andan etiquetándose en cosas cursis.



Señas (Naegami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora