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«Umbrakinesis» se le llama a la hipotética capacidad psíquica que consistiría en la manipulación mental de las sombras.

Yuta siempre ha sido diferente. La oscuridad, sin duda es parte de su ser. ¿La razón? Posee un extraño poder: el de las sombras. No obstante, esto le ha costado la posibilidad de una vida ordinaria, como cualquier otro joven de su edad.

El chico es oscuro, peligroso ante los ojos del mundo... excepto para un personaje muy singular, con ojos infernales y una sonrisa demasiado presuntuosa para su propio bien.


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Eres umbraquinestésico, un término
bastante interesante. Realmente eres
un caso insólito en este mundo...






Nakamoto Yuta descubrió sus habilidades desde pequeño, tras cumplir una década. Al principio sólo veía sombras, apenas un manojo de figuras distorsionadas por la realidad; figuras que, con el paso del tiempo se hacían más claras. Naturalmente se fue acostumbrando a ello, tal como lo hacen los clarividentes, personas que tienen el sexto sentido más desarrollado que el resto y son capaces de ver fantasmas. El caso de Yuta era parecido, aunque bizarro. Nunca sintió terror de las sombras, por más increíble que suene, en realidad lo hacían sentir... bien, como en casa. Inclusive las escuchaba, algunas de ellas le hablaban en susurros, mientras que otras lo hacían con voces claras y fuertes. Habían sombras traviesas, sádicas, enojonas, había de todo... Unas cuantas intentaban aprovecharse de él, queriendo controlarlo e inducirlo al camino del mal, pero Yuta era el que tenía el poder. Yuta era más fuerte. No fue difícil imponerse ante ellas y obligarlas a obedecerle.

Sus padres no tardaron mucho en descubrir lo que sucedía con su "pequeño" de catorce años, especialmente cuando comenzó a desarrollar más habilidades que sólo la capacidad de verlas moverse a cualquier hora del día —de lo cual ellos estaban muy conscientes— y por ello, la preocupación e inquietud hicieron de las suyas.

En cambio, Yuta estaba bien con lo poco que tenía y vivía en su propio mundo, hasta cierto punto. Pero debía recordar que el lugar donde estaba, era el mundo real, no uno de fantasía. Además, pronto se dio cuenta que la gente a su alrededor lo evitaba. Aquello lo llenó de curiosidad y al mismo tiempo, lo hizo sentir como un inadaptado, un total invasor en una tierra que no lo acogía como se debía. El rechazo no fue cosa de su infancia, este continuó durante su adolescencia. En verdad no lo entendía, la razón por la que las personas se alejaban y no le permitían sentarse en un mismo círculo social. ¿Qué es lo que había hecho mal? ¿Acaso él no procuraba siempre ser considerado con los demás?

Yuta lo comprendió gracias a Kim Dongyoung, justo después de tener la iniciativa de hacer al menos un amigo terrenal, una vez más. Finalmente supo qué es lo que el resto pensaba sobre él.

Oye, Y-Yuta... la verdad es que das miedo. Tienes un aura aterradora y hablas solo, eso es... um-raro... y siento que en cualquier momento nos vas a hacer daño... perdona... —dijo el pobre chico, temblando de pies a cabeza, antes de salir corriendo del aula. Por otro lado, el nipón simplemente permaneció allí solo, en aquel aula vacía, sintiéndose incluso más desplazado que antes.

Búscalo, Yuta. Eso fue grosero.

Golpéalo, hazlo pagar...

¡Yuta, dale su merecido!

A su alrededor, tres voces rieron al unísono. —¡Cállense! —exclamó con frustración. Su entrecejo fruncido era una muestra de ello. Y de la frustración, hubo sólo un paso hacia la molestia. Sí, estaba molesto, pero no con Doyoung, no con sus compañeros y ciertamente, no con el mundo, sino con él mismo. Las personas le tenían miedo, era culpa suya.

Las lágrimas no demoraron en aparecer.

Ese mismo día, tras volver de la escuela con hombros caídos, sus padres le revelaron lo que probablemente sería el secreto de confesión más revolucionario de toda su vida.

Tu madre y yo hemos decidido que es hora de que lo sepas. Yuta... eres adoptado.

Adoptado. Su mundo prácticamente se derrumbó, pues la revelación de sus padres adoptivos le cayó como balde de agua fría. Si no era hijo de sangre de los Nakamoto... ¿Entonces quiénes eran sus verdaderos padres? ¡¿Quién era él?!

Tan inevitable como lo es la vida misma, de Yuta emanó energía oscura, tan inevitable y fuera de control, inundando el ambiente tal cual humo tóxico con olor a azufre. No estuvo al tanto de las consecuencias hasta que vio a sus tutores batallando con ellos mismos, por inhalar un poco de aire. En su mente resonó un basta y de sus labios salieron palabras con sabor a perdón. No pretendía hacerles daño, quería que lo supieran, pero ambos adultos simplemente lo alejaron, al igual que las demás personas que alguna vez se toparon con Nakamoto Yuta en sus vidas.

Sus ojos comenzaron a humedecerse, mas suprimió las lágrimas y el nudo formándosele en su garganta lo ignoró por completo. Sólo le quedó huir a su habitación y encerrarse allí dentro por el resto de la tarde y del fin de semana, si es que era posible. Por la noche soñó con un demoniaco ser, atormentándolo con ojos como pozos negros, aunque fallando en el proceso. La pesadilla prosiguió con su nombre siendo pronunciado en susurros escalofriantes.

«Yuta, Yuta, Yuta...»

Y luego vino una risa de ultratumba.








N/A:
Escribí esto con la última neurona que me quedaba, literal xd No sé en qué estaba pensando cuando decidí publicar esto, pues no tiene ni pies ni cabeza, encima no acostumbro a publicar capítulos tan cortitos jaja perdón x1000 y gracias por leer :)

Umbrakinesis︱YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora