Hagamos algo divertido.Pero Yuta no abrió del todo la puerta. No, señor.
Antes de siquiera girar la perilla, al demonio le hizo un gesto con la cabeza, señalándole el ropero, hasta se lo ordenó en susurros para que fuese a esconderse y no le causara más inconvenientes. No estaba del mejor humor.
Fue así como Taeyong levantó al cadáver ensangrentado, llevándolo a rastras consigo y manchando el piso a su paso, antes de meterse al mobiliario como todo un buen chico que hacía caso a lo que le decían. Excepto que, alguien como él no podía serlo o iría en contra de sus ideales, si es que tenía. ¿Sería posible que Taeyong tuviera en mente algo más? ¿O es que los engendros también podían ser obedientes? Yuta descartó ese pensamiento.
Su rostro pasó de intriga a denotar molestia al ser testigo de lo sucio que estaba el suelo de su habitación, por culpa de Taeyong. No lo pensó más, actuó velozmente porque en su playera también habían manchas de sangre, no tantas, pero sí lo suficientemente visibles como para ganarse una mirada inquisitiva de su padre, ¿o quién sabe? Tal vez de terror.
Tomó un cutter anaranjado y, a continuación, lo deslizó descuidadamente sobre su brazo. Se aguantó el chillido ante el ardor que supuso la herida abierta. Era pequeña y nada profunda, ni siquiera ameritaba que la sangre brotara en grandes cantidades, sino lo contrario. Carajo, pero cómo dolía. ¡De verdad, ardía demasiado!
Con el brazo "bueno", procedió a abrir la puerta, mientras que el que tenía la herida, hizo amago de esconderlo un poco, pretendiendo mostrarlo hasta que su padre señalara el color rojo.
—Papá, ¿por qué tanta urgencia? —preguntó moderando su voz, de la manera más casual posible.
—Yuta, ¿está todo bien? —sus ojos escanearon todo aquello que era visible en la habitación, no completamente, ya que Yuta mantenía su agarre en la puerta, dejándola entreabierta, lo cual era una no invitación a dejarlo entrar y, por supuesto, para que no viese más del desastre en su cuarto, pero por supuesto que eso no se lo diría.
—Sí, claro que sí. No sé por qué crees otra cosa...
—¡Dios santo! —la exclamación lo tomó un poco por sorpresa, su padre lucía escandalizado y perturbado—. ¿Qué tienes ahí? ¿Es sangre? —señaló la prenda de su hijo, manchada de lo que muy probablemente era lo que pensaba y, con un rostro de preocupación, hizo un movimiento para acercarse. Yuta sólo se alejó unos escasos centímetros y negó con la cabeza.
—No es nada, sólo me corté con el cúter mientras intentaba hacer una tarea de la escuela. Estoy bien —y entonces le mostró el brazo con la herida hecha apenas unos momentos atrás.
—¿Estás seguro? ¿Necesitas ayuda, un poco de alcohol?
—Sí, cien por ciento seguro. Y no, gracias, tengo todo lo necesario aquí. Estaba a punto de curarme cuando llamaste a la puerta.
Su padre lanzó un suspiro profundo al aire y hubo un momento de silencio. Parecía aliviado, pero eso sólo le duró unos cuantos segundos antes de que lo mirara fijamente, como lo solía hacer un padre con la intención de llamarle la atención a su hijo.
—Hijo, continúas hablando a solas —soltó de repente, Yuta se asombró con la facilidad que había dicho eso. El más grande añadió poco después—: Como si estuviera alguien más contigo.
—Eso no me lo habías recriminado en mucho tiempo.
—Lo sé, pero... No, no te lo estoy recriminando —se detuvo, llenando sus pulmones de aire para continuar con más calma. Yuta estaba siendo muy observador ahora mismo, no es que no lo fuera normalmente, pero tratándose de su padre, debía tener mucho cuidado con lo que decía y hacía si no quería ganarse más problemas o asustarlo, que era lo más probable—. Te diré qué, tu madre y yo hablamos sobre esto.

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Umbrakinesis︱YuTae
Fanfiction«Umbrakinesis» se le llama a la hipotética capacidad psíquica que consistiría en la manipulación mental de las sombras. Yuta siempre ha sido diferente. La oscuridad, sin duda es parte de su ser. ¿La razón? Posee un extraño poder: el de las sombras...