❝Los gatos salvajes se juntarán con las hienas y un sátiro llamará a otro;también allí reposará Lilith y en él encontrará descanso ❞Isaías 34:14
•༒•
Ulysses Grace, un monótono profesor de latín de Derville, nota...
La tensión es palpable en el ambiente, el calor pegajoso de junio molesta.
Llego a mi clase con las notas de mis alumnos entre las manos. En estos simples folios tengo la felicidad de unos pocos y la desgracia de muchos, lo que ponga en estos papeles dictaminará un verano genial o nefasto, volver a verlos en septiembre o no verlos nunca más.
Ellos están en el último curso, asi que si Lilith, Sam y Nick aprueban todo, no los volveré a ver. Aunque me temo que a Nick sí me lo tendré que tragar otro curso.
En cuanto entro en el aula, todos me miran espectantes y contienen la respiración.
-Antes de nada -digo apretando los folios contra mi pecho-me gustaría deciros que estoy orgulloso de vosotros, de vuestros progresos y actitudes. Este ha sido vuestro último curso y ya os espera el mundo real, algunos trabajareis, otros optareis por formaros en algunas academias y otros directamente pasareis de todo. Espero veros por las calles y que me saludeis, ¿quién sabe? Quizas hasta llego a darle clases a vuestros hijos...
-¡Venga por Diosss que me dessmayoo! -Nick se funde en el asiento y los demás se quejan también un poco.
Me rindo y voy repartiendo las notas.
Ahora viene lo que yo llamo "La Sinfonía del Último Día" lágrimas, alegría, grititos de euforia, quejas, medias sonrisas...
-¡Joder tio, sssólo he aprobado una! -suena la cansada voz de Nick.
Sam y Lilith se abrazan felices. Estuve en la reunión y sé que Lilith lo ha aprobado todo, pero a Sam le han quedado cuatro, asi que deduzco que se abrazan para celebrar sólo las notas de la rubia.
Otros chicos de otras clases se cuelan en el aula para preguntarse entre ellos, compartir risas o sollozos.
Suena la sirena y todos abandonan la clase como una manada de ñus asustados.
-A pesar de que no nos volvamos a ver en clase, seguiremos quedando -me sonrie Lilith una vez que estamos casi solos, queda Samantha esperandola en el marco de la puerta.
-¡Claro! Enhorabuena por tus notas -le felicito y ella me abrazo, yo no dudo en corresponderle.
Se va cogida de la mano de Sam, de la que la única despedida que recibo es una media sonrisa.
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El lujoso y moderno chalet blanco e impersonal se dislumbra entre los frondosos árboles por los cuales pasan vestigios del sol.
Aparco el coche enfrente y saco las maletas de Elsa. El nudo en el estómago es cada vez más fatigante, subimos las escaleras y pulso el timbre.
Ya no hay vuelta atrás. Tendría que haber venido con Natalie y así le demuestro que he rehecho mi vida... pero quedaría patético e infantil.
Suenan unos pasos tras la puerta y me mentalizo de lo que viene ahora.
-¡Ulysses! -la perfecta sonrisa de Connor Walter me recibe-¡qué de tiempo! ¿cómo estás?
-Bien -fingo una sonrisa mientras veo cómo ese tipo coge en brazos a mi hija- ¡qué bonito el chalet! ¿ya os habeis cansado de la casa de tres plantas en la sierra?
-A esa vamos en invierno-me sonrie con superioridad y casi puedo saborear el odio en mi boca- para verano hemos comprado este modesto chalet a las afueras, para que Elsa tenga terreno para corretear, jugar ,invitar a sus amigas...
-Sí, a MI hija le encanta corretear a pleno sol en junio con 40° grados a la sombra- esto es una batalla de comentarios envenenados y sonrisas falsas.
Abre la boca para decir algo pero justo aparece mi exmujer Annie y mi hija se va corriendo a abrazarla. Sigue igual de guapa que siempre, pero se ha cortado un poco el pelo. Es muy delgada, cara redondeada, amplia sonrisa, ojos marrones y pelo liso castaño, mi hija se parece mucho a ella fisicamente.
Annie trabaja de enfermera en una clínica privada... y allí conoció al estúpido cirujano modelo de ojos azules y mandíbula cuadrada, pectorales firmes y con la cartera más llena de billetes que la mia. El hijo de p... en fin, soy adulto y no daría buena imagen siendo rencoroso, aunque no negaré que el maldito Connor me ha robado una parte de mi vida.
-Hola -me sonrie Annie con Elsa encaramada a su cuello.
-Hola- es increíble que después de tantos años de matrimonio y una hija en común, me sienta incómodo hablando con ella ahora.
-Voy a prepararle la merienda a Elsa -dice Connor y antes de que se vaya con mi hija, la abrazo y se despide de mí, le tengo que prometer que la llamaré algunas noches para que me suelte.
Nos quedamos Annie y yo solos.
-Bueno -dice cortada-¿cómo te va todo?
-Bien -me rasco la nuca-mi hermana te manda recuerdos.
-Mandale besos de mi parte-sonrie.
Segundos de silencio.
-¿Sales con alguien? -corta distraidamente con los dedos las hojas secas de un arbusto alto al lado de la puerta.
-Pues... creo que sí -rio nervioso-he conocido a alguien y vamos poco a poco.
-¿Cómo se llama?
-Natalie Colman, es fotografa profesional en Bermore.
-Un trabajo muy interesante-me sonrie asintiendo suavemente- habrá viajado mucho.
-Sí, bueno, ella vivió en Francia hasta que siendo adolescente se mudó a Bermore.
-Francia...-me sonrie de un modo que conozco muy bien- nuestra luna de miel.
-Sí, fue un viaje precioso.
-Desde luego...
Otros incómodos segundos de silencio.
-¿Quieres pasar?
-No-digo rapidamente, me niego a respirar el mismo aire que él-mejor me voy yendo ya, que se me hace tarde.
-Vale, como quieras -nos damos un torpe abrazo y nos despedimos.
Me meto en el coche , ella mueve la mano y desaparece en el interior del chalet. Conduzco con la radio puesta sin prestarle atención, la pongo para no sentirme más solo de lo que estoy.