El niño parado junto al puesto de periódicos, vestido con su chaqueta de color azul y pantalón marrón desteñido, sucio y con el cabello alborotado, miraba de lado a lado como intentando cruzar la calle. A la primera oportunidad, la cruzó. En su rostro se reflejaba una expresión como la de aquellos que han alcanzado una meta que parecía fuera de sus posibilidades.
¡Lo logré! Pensó ¡Ahora soy capaz de cruzar solo la calle!
—¡Mira pues! —escuchó decir el niño a sus espaldas. Sorprendido por aquella exclamación se volteo rápidamente y se dio cuenta que se trataba de Ramona la cuidadora del orfanato, quien dejaba ver en su cara la satisfacción de haber atrapado al pequeño en esta travesura—. ¿Adonde crees que vas, pequeña rata? —Preguntó la mujer—. ¿De que se trata ahora esto? ¿A caso tratas de escapar? —inquirió doblemente la mujer con una expresión malvada en el rostro.
—Yo sólo salí —contestó lleno de miedo el pequeño niño—, yo sólo salí a dar un paseo para conocer los alrededores. Esa era solo mi intención —dijo.
—Se me hace muy difícil creerte —respondió la mujer.
Mientras Ramona miraba al pequeño niño como a un condenado, preguntó:
—Dime la verdad Alberto, tu verdadera intención era la de escaparte del orfanato. Niño mal agradecido, toda la vida cuidándote y así es como pagas, ahora recibirás tu castigo, y te aseguro que será algo que jamás podrás olvidar.
Esas palabras retumbaron en los oídos de Alberto como una advertencia que le indicaba acerca de los momentos muy amargos que viviría si la cuidadora lograba llegar al orfanato con él.
Aunque eso de cuidar era una cosa que estaba muy lejos de la realidad, ya que precisamente no era cuidar y dar amor una de las principales virtudes y bondades de la temible Ramona, por el contrario era una mujer llena de amargura y obstinación, a quien, el hecho de estar en ese orfanato, más parecía que una tarea agradable, era un castigo impuesto por algún tribunal disciplinario y que por alguna oscura razón debía cumplir.
—Además si fuera así que solo saliste a dar un pequeñito paseo, ¡niñito! —dijo despectivamente—, no estarías tan nervioso, ¿verdad? Así que dime la verdad de una buena vez —le dijo mientras lo tomaba por el brazo y lo arrastraba por la calle hacia el orfanato.
—Claro que salí solo a dar un paseo —contestó el pequeño temblando de miedo.
La malvada mujer observaba al pequeño con esos ojos de víbora ponzoñosa. Mientras Alberto continuaba explicándole.
—De repente me despertó la curiosidad por saber de donde provenía tanto ruido, pues como nunca salimos de allí, quise averiguar y... ¡Aquí estoy!
Pero en realidad, la verdadera intención del pequeño era escapar de ese tortuoso y espantoso lugar donde tenía que soportar los malos tratos, vejaciones y regaños constantes al igual que todos sus compañeritos de orfanato; Cesar, Carlos, Ángel, Miguel, Leonardo, Antonio, Mariana y a Ramiro, a quien más extrañaría de todos, ellos eran sus mejores amigos; pero que no se atrevían a hacer algo que los pudiera enfrentar con la malvada bruja como solían llamar a la señora Ramona.
—Bueno se acabo la conversación —replicó Ramona—. Regresemos a casa y allá arreglaremos cuentas, pilluelo asqueroso. Te cuento que son muchas las que tienes pendientes conmigo, por lo tanto ya verás lo que te espera, así que no serán besos ni abrazos de bienvenida los que te daré. Caminando, pues —ordenó la mujer tirando al pequeño de su brazo.
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Más allá de Arcoíris
Teen FictionMás allá del Arcoíris es una historia donde se narra la vida de un niño (Alberto) quien es abandonado en un orfanato donde sufre una serie de malos tratos, hasta que un día decide escapase y salir al mundo exterior en busca de una vida diferente, po...