Más allá de Arcoíris

Capítulo 10 - Un Encuentro Fortuito

Ya hacía algún tiempo que Alberto se había hecho a la idea de que no sería tan fácil dar con sus antiguos compañeros de orfanato, y por consiguiente no esperaba encontrarse con ninguno de ellos, o al menos eso no estaba en sus expectativas. Sin embargo, cuando menos se lo esperara el destino le daría una sorpresa que si bien no sería desagradable en primer momento, si sentiría una gran lastima, pues le tocaría darse cuenta que no a todos les había idea tan bien como a él, aunque alguien tratase de aparentar lo contrario.

Una de las inquietudes de Alberto, que no era desconocida por su madre y su hermano Claudio, era el hecho de gustarle mucho la posibilidad de aprender otros idiomas. Por esta razón, después de haber leído un aviso en la prensa sobre un centro educativo que ofrecía la posibilidad de una beca parcial para realizar un curso el aprendizaje del idioma Inglés, él pensó que podría representar una gran oportunidad para ir enrumbando su camino por donde él quería. Se dirigió entonces a tal institución al día siguiente, justo al concluir sus actividades en la escuela y antes de irse a ayudar a su madre en el mercado.

Al día siguiente y luego de culminada la jornada del día escolar, Alberto se fue al Instituto de enseñanza de idiomas del que había leído en la prensa. Una vez frente al mismo, fue en busca de tan valiosa información para él; llegó junto a una señorita sentada en un escritorio frente a una computadora, ella sin ni siquiera levantar la mirada para ver a quien se estaba dirigiendo, y con cara de pocos amigos, le dijo: Tome asiento que ya lo atienden. Alberto así lo hizo; al rato, la misma persona que lo mandó a sentarse levanto el teléfono y dijo:

—Mariana, es Neila, por favor puedes venir a atender a una persona que está interesada en información acerca del programa de Inglés.

Sin saber cual sería la respuesta de la otra persona al otro lado del teléfono, pero suponiendo que debía haber sido un sí, se preparó para recibir lo que allí había ido a averiguar. En ese momento ese nombre no despertó en él ninguna intranquilidad, pues no esperaba a nadie en particular, era simplemente una persona que le facilitaría la información que requería.

Trascurrió un buen rato, y ya la impaciencia estaba haciendo su aparición en Alberto, él no se explicaba como si él estaba interesado en formar parte de aquel programa, las personas que debían darle toda la explicación de cómo era el procedimiento para cursar, fuesen personas tan despreocupadas y tan desatentas con el público.

Luego de este tiempo apareció una joven alta y delgada, de cabello claro y ojos color café. Al verla en primera instancia, Alberto se sintió impactado, no por una atracción física, sino porque le recordaba a alguien a quien había querido mucho y que hacía mucho tiempo no veía, esa persona a quien le recordaba esta joven era Mariana, una de sus compañeras de orfanato, y que por pura casualidad se llamaba igual que ella. De igual forma a la joven también pareció causarle cierta perturbación la presencia de aquel muchacho.

Ella se presentó: —Yo soy la licenciada Mariana Álvarez, ¿Con quien tengo el gusto? —Preguntó.

Alberto se presentó: —Mi nombre es Alberto Ramírez. Este apellido era el de la señora Rosa, su madre.

El hecho de haber escuchado que el joven se llamaba Alberto, inquietó notoriamente a la joven, pero inmediatamente supo disimular su turbación.

Ella continúo atendiendo a Alberto, dirigiéndolo a un salón donde procedería a darle toda la información sobre el programa de estudio. Lo envolvió de tal manera, con la capacidad de convencimiento que tenía Mariana que de haber tenido el dinero para inscribirse en ese momento lo hubiera hecho y sin pensarlo dos veces. Según como se lo presentaba esta señorita, era el mejor método para aprender Inglés jamás creado y lo más atractivo era que dos participantes más podían cursar el programa por el mismo precio, claro está, él pensó de inmediato en su novia Catherine y su mejor amigo Marcos.