Capítulo 11 - Descubriendo sueños

4 0 0
                                    

Después de haber pasado seis meses desde la llegada de Claudio con su mujer a casa de su madre, se podía sentir en el ambiente un clima de armonía y paz, puesto que se había establecido entre los moradores de aquella vivienda una especie de unión muy compenetrada.

Sin embargo, como para Alberto la vida no había sido fácil, aún así, no podía quejarse. Había encontrado gente que de veras lo amaba y con quienes podía contar, pero algo sucedía que le perturbaba el espíritu, algo poco usual en Alberto, quien siempre se caracterizó por ser un joven alegre y jovial, más esa no era su actitud en esos días.

Estando sentado frente a su televisor, lo menos que estaba era prestando atención a la programación televisiva, su mente estaba muy lejos, sumida en sus pensamientos, lo peor del caso era que no se atrevía a expresar lo que a su vida trastornaba.

Era una situación sumamente complicada según su parecer, y tal vez lo sería para el criterio de sus familiares. Estaba claro que debía buscar una salida, el punto estaba, ¿ En cuál sería la mejor salida a su turbación?

Tengo que contárselo a alguien se decía. Pero ¿A quién? Era su interrogante. Toda mi vida he deseado irme a Europa a Estudiar Idiomas y Arte Dramático, ese es mi sueño, y ahora tengo la oportunidad y no se que hacer, pues me he comprometido en matrimonio, aunque amo a mi prometida, representa un tropiezo para alcanzar mis sueños. Vaya disyuntiva en la que se encontraba, porque unos días atrás había recibido, por fin, respuestas a una de sus cientos de solicitudes hechas por la Internet. Y justo ahora recibía respuesta positiva y no solo eso sino que además, era candidato para recibir una ayuda financiera para costearse los gastos de traslado, estudio y demás. Era oportunidad de toda su vida. Dios era maravilloso con él, le había dado una familia, una prometida que lo adoraba y la oportunidad que tanto había deseado. Por tal razón no podía comprender por qué si todo había sido tan extraordinario, tenía que presentársele esta contrariedad.

Una cosa era absolutamente cierta, él no dejaría pasar esta gran oportunidad aunque tuviese que sacrificar lo más grande del mundo.

El sabía que aun cuando a su madre le pareciera que alejarse le causaría tristeza, no sería un obstáculo para él, por el contrario lo apoyaría y trataría por encima de lo que fuera de ayudarlo a alcanzar su meta.

¿Oh, Dios que hago? se preguntó.

Pues estaba muy claro, que su principal problema lo representaba su amada Catherine.

Ella, a quién respetaba y amaba por ser un gran ser humano y excelente amiga, se vería muy afectada por tal situación, pero, y si no lo hacía, siempre se sentiría frustrado consigo mismo, por haber sacrificado sus sueños personales, sobre todo cuando el tenía muy claro que la facilidad absoluta no estaba representada por otra persona, ésta sólo formaba parte de ella, al menos ese era su criterio.

Bien, lo primero que haría sería hablar con su hermano Claudio para pedir su consejo, ya que él por haberle tocado vivir lo que había vivido, podría tener alguna respuesta que le ayudase a esclarecer su confundida cabeza.

El problema residía en cual sería el mejor momento para abordar a Claudio y plantearle sus inquietudes y solicitarle su ayuda para orientarse de la mejor manera posible. En otras palabras quería saber como comunicarle a su prometida que no quería casarse, pues la determinación de irse a estudiar a Europa ya la había tomado y nada ni nadie le haría cambiar su parecer. Esa era una decisión tomada y no la alteraría.

De esta manera, planeo esperar toparse con Claudio a solas en cualquier momento del día o la noche, para soltarle todo cuanto llevaba en su cabeza que lo atormentaba desde el día que recibió la noticia.

Solo espero encontrar el apoyo que necesito en Claudio se dijo. Aunque en el fondo de su corazón él sabía que podría contar con el respaldo de su hermano.

Más allá de ArcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora