Capítulo 11: Recuerda

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En los siguientes días estuve muy alterada. Me daba miedo encontrarme con algún líder después de saber lo que podían llegar a hacer. Y aún no sabía si confiar en Michael, aunque era el único líder que no estaba presente esa noche. ¿Sería del bando de los buenos o de los malos? 

También estuve pensando en Joseph. Mi amigo había matado a una persona inocente, no se puede elegir ser divergente o no. Ojalá no supiera nada de esto y los problemas los solucionara otro. O mejor, yo no voy a hacer absolutamente nada. Intentaré olvidarme del tema este, que me inyecten cualquier suero y ya se verá lo que pasa. Yo no soy divergente, a mí no me están buscando así que el problema que lo arreglen otros.

No he hablado con Brad, nos esquivábamos mutuamente todo el rato. Y si intercambiábamos algunas palabras, no eran relacionadas con el tema de aquella noche que no quiero mencionar más. Después de la pelea que tuve con Layla he podido notar que Brad está más ausente, como en otro mundo. Yo también estaría preocupada si alguien me quisiera matar. ¿Y quién nos quiere matar? ¿Son muchas personas? Si están involucrados los líderes podrían tener a un montón de gente buscando a los Divergentes. El resto somos peones.

Y otro tema que también me frustraba: Millie. Tampoco había hablado con ella, y desde luego perder a otra amiga es lo último que necesitaba. Intentaré hacer las paces con ella. En el fondo la echaba de menos.

-¡Despertar todos! -gritó la voz de Max.

-¿Qué hora es? -consiguió decir un chico a duras penas.

-Son solo las siete de la mañana, tenemos que levantarnos a las ocho -replicó enfadada Layla por quitarla una hora de sueño.

Sinceramente, yo también estaba molesta. Podía llegar a ser muy dormilona y eso en Erudición no era lo más normal. Todo el mundo se despertaba a las seis de la mañana, puntuales como un reloj y empezaban a hacer sus tareas. Aquí los fines de semana te podían llegar a dejar hasta las doce del mediodía durmiendo. Un gran punto a favor de Sinceridad.

-Por si no lo recordábais es día de visita. Así que arreglaros lo mejor que podáis y limpiar esta pocilga lo antes posible. 

-A mí no me vendrá a ver nadie, así que me da igual -contestó una chica que se había transferido de osadía mientras se tapaba con las sábanas y cerraba los ojos.

¿Vendría mi familia a verme?

-Váis a hacer lo que yo os ordene, y si os digo que os levantéis váis a sacar vuestro trasero de la cama y venir para...

-Wo -dijo Michael mientras entraba a la habitación-. Tranquilo Maxi.

-No me llames Maxi, por favor Michael -dijo exasperado Max.

-Vale, vale, venga chicos hay que trabajar en grupo y los que no tengáis visita igualmente es vuestra habitación así que empezar a recoger.

Hubo muchas quejas pero todo el mundo se acabó levantando, incluida yo.

Me fui a dar una ducha con el resto de las chicas. Al principio me era incómodo ducharme con más gente, pero al final coges confianza y te duchas igual. Claro que intentaba tardar lo menos posible si había mucha gente.

No creo que nadie de mi familia venga a verme, yo les daba vergüenza ajena, debe de haber sido como quitarse una espinilla del culo librarse de mí. La gente con la que convivía conmigo en Erudición están muertos para mí, como si se hubieran esfumado.

Fui a mi litera a hacer mi cama y ordenar las cosas, pero también estaba haciendo su cama Millie. "Es el momento, discúlpate con ella" decía mi mente.

Fanfic Divergente: Una balanza de secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora