Capítulo 12: ¿Puedo huir de aquí?

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No podía parar de dar vueltas en la cama esa noche. Solamente de escuchar la palabra suero me entraban escalofríos por todo el cuerpo y me daba dolor de cabeza. No quiero ver más muertes. No quiero ver a mi amigo como un asesino. No quiero ser una inútil quedándome quieta y no quiero esconder más secretos a mis amigos. Y mucho menos ser controlada.

Ya iba entendiendo esto de la divergencia. Y a veces me daban envidia, yo tampoco quiero estar bajo el control de un suero. Pero por otra parte, intentan aniquilarlos y eso ya no mola tanto.

¿Quién querría el control de todas las facciones? Seguro que hay más personas implicadas de las que había visto.

Lo que más me impacta es que Max, el padre de Brad, esté metido en este lío cuando su hijo es Divergente. ¿Él sabrá que intenta matar a su propio hijo?

El Sol finalmente salió, y me tuve que levantar de la cama sin haber pegado ojo. Odio a Brad, ¿por qué tendría que haberme dicho eso ayer por la noche? Lo peor es que él tenía razón en todo.

Me vestí para bajar a desayunar y cuando fui a salir por la puerta Paula me paró.

-Espera, espera -dijo deteniéndome y mirándome de frente-. ¿A dónde vas con esa cara, Soph?

-Mira Paula, esta mañana no estoy de humor.

Y continué andando, aunque Paula me seguía a mi lado.

-Alguien se ha levantado con el pie izquierdo.

-Digamos que no me he levantado -respondí cansadamente.

Llegamos al comedor y me serví unos cereales, al igual que Paula, y nos sentamos en nuestra habitual mesa en la que estaban Henrie, Olivia, Cameron y Adam.

Paula se sentó en en frente mía.

-¿Qué tal si después saco de mi estuche de maquillaje mis polvos mágicos y borramos esas horribles ojeras, Sophie?

Iba a responder pero Adam se me adelantó.

-¿Polvos mágicos?

Cameron rió.

-Yo también se echar unos polvos mágicos -dijo éste mientras se reía y chocaba los cinco con Adam.

-Que mayores... -dijo Paula fulminándolos con la mirada.

No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa ante esa escena. Paula enfadada era lo mejor, o lo peor, depende del lado en el que se mire.

-¡Hey, Brad! ¡Aquí!

Volteé la mirada hacia Adam que llamaba a Brad, que acababa de entrar al comedor, para que se sentara con nosotros.

Iba a venir hacia aquí pero la harpía de Layla le agarró del brazo y le dijo algo malhumorada.

Brad envió una mirada de disculpa a Adam y se dio media vuelta sentándose en otra mesa con Layla y un par de chicas más que seguramente no tenían juntas más de media neurona.

-Ugh, como la odio -dijo Adam.

-¿A Layla? -pregunté.

-Sí. Le controla todo el día, ¿por qué la hace caso?

-Seguramente Layla le dijo que no se quería sentar con nosotros -dijo Paula.

-O que teníamos la peste, con tal de que Brad sea solo de ella es capaz de decir cualquier cosa -contesté.

-Sí, pero sus dos melones no se pude negar que están ahí -alabó Cameron los pechos de Layla.

Paula le dio una colleja. Y no floja, de esas que hacen eco cuando las das.

Fanfic Divergente: Una balanza de secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora