Capitulo 5

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— Ahora me encuentro mejor, — dijo Tony. Se encontraba de pie frente a la cama observando a su esposo tan desnudo como él  con ambas muñecas atadas a la cabecera. Superior Iron man era un gran fan del BDAM y tenía un propio cuarto para sus juegos.

— Espero que digas lo mismo más tarde cuando te toque organizar la siguiente misión . — se burló Steve con una sonrisa. Tony había estado de flojo y lo había estado engriendo demasiado.

— No arruines el momento, — repuso arrodillándose sobre la cama y con una sonrisa tomó la vela de la mesita de noche.

— Tony, Tony, Ton ¡No!... ¡Mierda! — Steve gritó cuando sintió la cera caliente tocar su piel. — Mierda.

Tony entonces se sentó sobre él. Su palpitante entrepierna se encontró con la suya. Steve un poco más aliviado, sonrió. Su esposo igual, luego con sumo cuidado dejó la vela a un lado y se extendió para tomar una venda del velador; jugó con ella un poco mordiéndose los labios y con una sonrisa traviesa le dijo a Steve que el juego pronto iba a empezar. Steve por su lado, solo se quería morir. Quería soltarse y hacerlo suyo, besarlo en todos lados y lamerle en lo más profundo; enterrarse en él hasta llegar al climax y tener el mejor orgasmo, con Tony; un alfa insaciable y lujurioso hasta la coronilla, siempre era así; sin embargo, si Steve se dejara llevar por sus instintos el juego terminaría demasiado pronto. Y como a Tony le gustaba jugar, Steve haría de todo por complacerlo. Incluso sufrir y retorcerse de placer si eso le complacía.

— ¿Me la vas a poner? Quiero verte...— se quejó Steve cuando Tony se inclinó con la venda hacia él. Pero este lo ignoró poniéndosela de todos modos.

— Siénteme — susurró contra su oreja para luego lamerla y morderla tan fuerte que Steve gritó. — ¿Recuerdas el primer auto que te regale? — Steve asintió —  ¿Y lo que hicimos allí? ¿También lo recuerdas?

Steve quería decirle que sí, quería decirle que los recuerdos todavía podían ponerlo húmedos y estaban calientes en su memoria, mas solo pudo musitar un gemido de afirmación;las manos de Tony acariciando su pecho le distraían.

— S-sí...

— Pues quiero que me lo hagas de nuevo.

— ¿Cómo si estoy atado? — preguntó sin poder borrar su sonrisa.

— Tu verás... — tras aquello Steve sintió el cuerpo del menor bajarse de él. Escuchó pasos y luego lo volvió a sentir. ¿Tenía que sentarse de esa forma?

Entonces, nuevamente, la cera caliente sobre su piel. Steve se retorció.

— El tiempo corre... — Tony empezó a besarle, besarle la entrepierna como si se tratase de su boca;lenta y tortuosamente. Steve intentó desatarse, pero le fue imposible.

— Nada se me escapa, cariño. No quiero otra cama destrozada. — dijo Tony — Esta y las que te atan son aprueba de super soldados.

Steve maldijo; no sabía como iba a meterse la pija de Tony en su boca si lo tenía tan lejos, además de que no la cera ni la lengua de Tony le dejaban pensar.

— Ya no puedo... quiero... quiero tocarte... ¡Mierda, Tony, dejame tocarte! — gimió cuando sintió como su esposo le mordía el cuello. No había parte de él que Tony no hubiera tocado antes. Su piel le reconocía, reconocía esa lengua traviesa que le gustaba explorar y descubrir  nuevas formas de volverlo loco.

— Me he vuelto muy bueno contigo, — dijo Tony de repente. — Yo creo que debo darte unas buenas nalgadas.

Entonces, Steve sintió como sus tobillos eran liberados y luego como las manos de Tony levantaban sus piernas hasta que la punta de sus dedos estuvieron muy cerca de su rostro.

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