Capítulo 9. Gabriella.

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El sol aún no ha salido cuando me despierto. No me extraña cuando miro el reloj. Solo marca las siete de la mañana y, aún así, yo me siento como nueva y con más ganas de nunca de empezar un nuevo día. Puede que Harry besándome y diciéndome que vuelva a salir con él tenga mucho que ver en eso. Como he hecho últimamente, me asomo a la ventana para echar un vistazo a la de Harry. Sus cortinas están cerradas y me pregunto cómo sería verle dormir. 

Ver que, como siempre, no hay ningún mensaje en mi móvil me hace suspirar. Vuelvo a mirar los perfiles de mis amigas y sus actuales fotos, leo las conversaciones de cuando aún éramos amigas y esa familiar sensación de vacío con la que ya estoy acostumbrada a vivir vuelve a apoderarse de mí.

Tranquilízate, Gabriella. Respira. Inspira. En una nueva ojeada a mi móvil me encuentro a mi misma abriendo instagram, intacto desde el principio de verano. Mi perfil lleno de fotos que esconden miles de buenos momentos. Sonrío. Pero con una de esas sonrisas tristes cuando te das cuenta de que ya no hay vuelta atrás. Bloqueo el móvil y me tiro en cama mirando hacia el techo. Antes de poder ponerme a pensar (porque sé a lo que eso conlleva), agarro mi guitarra y empiezo a rasgar las cuerdas.

-¿Qué haces despierta tan pronto?- una voz ronca y lenta me saca de mi pequeña melodía.

-No podía dormir más- me encojo de hombros.

Harry sonríe. Está despeinado y lleva una sudadera gris que le queda demasiado bien.

-¿Cuál es tu excusa?- pregunto.

-Tenía ganas de nuestra segunda cita.

-¿Cita? ¿Quién dijo que lo de ayer fue una cita?- bromeo.

Él rueda los ojos antes de reírse.

-¿Te gusta la playa?

-¿Te has propuesto el objetivo de verme con poca ropa?

Harry vuelve a estallar en una carcajada.

-No estaría mal, pero hablaba de un paseo junto a la playa.

-Suena bien- acepto.

-Tengo que hacer unas cosas, pero a las doce pasaré a buscarte.

Yo asiento en acuerdo y observo como vuelve a cerrar sus cortinas.

Siete y cuarto. ¿Qué se supone que voy a hacer hasta las doce? Arrastro mis pies hasta la cocina para prepararme un tazón de leche con cereales y me lo como mientras cambio de canal, sin ver nada realmente interesante.

Parece que el tiempo no pasa por muchas cosas que haga y aunque estoy lista mucho tiempo antes, Harry no llega hasta las doce, como había dicho. Abro la puerta y está parado ahí, con su radiante sonrisa, unos vaqueros negros ajustados y una camisa de cuadros de manga corta sobre una básica blanca. 

-Buenos días, Gabriella.

-Buenos días, Harry.

Se ríe y caminamos juntos hasta su coche.

-¿Preparada para ir a la playa?- pregunta.

Asiento ilusionada. Desde que soy muy pequeña me ha encantado la playa, aunque hubo una etapa en la que, por mucho que me gustara no quería ir por complejos. No quería que nadie me viese en bikini porque no estaba nada agusto con mi cuerpo. Esa inseguridad desapareció cuando vine a vivir con Ian, cambié de instituto y empecé de cero con amigos de verdad.

-¿Qué tenías que hacer antes de ir a buscarme?- pregunto a Harry porque mi curiosidad me puede.

-Estaba llevando cosas a mi piso y preparando todo un poco.

-¿Tu piso?

-Sí, bueno, cuando empecé la universidad decidí que quería algo de independencia y, como mis padres podían permitirselo, aceptaron mi propuesta.

-¿Todos tus amigos estudian medicina?

-No, solo Melanie.

La chica que se acostó con Siva viene a mi cabeza, me decido por no preguntar nada sobre ella, así que el resto del camino pasa en silencio hasta que Harry aparca el coche.

-Aquí estamos- anuncia.

Bajo de un salto y respiro la brisa del mar. No hay gente y cada vez se nota más que es Septiembre y el frío empieza.

Me quito los zapatos y, sin dudarlo, piso la arena que acaricia mis pies suavemente. Harry imita mis acciones y se para a mi lado.

-Hacía tiempo que no venía a la playa- suspiro.

-¿No has venido a la playa en verano?- pregunta extrañado.

-No desde Junio.

Creo que a Junio podría llamarlo el mes maldito. El mes en el que todo empezó a ser una mierda. Sería justo que lo odiara.

-Mi madre solía traerme a la playa cuando era pequeña a pasar todos los días del verano y, en invierno, a veces me abrigaba mucho y me traía también. Nos sentábamos sobre la arena y observábamos como las olas rompían y llegaban a la orilla- los recuerdos van inundando mi mente y noto las lágrimas amenazando con salir por las esquinas de mis ojos-. Ojalá pudiéramos seguir haciéndolo.

Harry se mueve incómodo y sé que quiere preguntar. En realidad, ya me preguntó por qué vivía con mi hermano y, aunque no lo conozco demasiado, siento ganas de contárselo, desahogarme.

-Ella murió de cáncer cuando yo tenía diez años- explico y él parece encajar piezas en su cabeza.

-¿Por eso dijiste que querías estudiar medicina desde los diez años?

Me sorprende que se acuerde de ese detalle, pero me limito a asentir cuidadosamente.

-Pensaba que yo sería la que encontraría la cura para el cáncer y la salvaría... es estúpido...

-Es tierno- me corrige Harry.

Yo agacho la cabeza y noto como él pasa su brazo sobre mis hombros y me acerca a él. Respirar su olor mientras juega con mi pelo me relaja, así que me dejo mimar mientras el solido de las olas llena mis oídos.

-¿Después de eso te fuiste a vivir con Ian?

-No. Me fui con mi padre, pero no le caigo demasiado bien, así que...- intento que no se me rompa la voz mientras hablo.

-¿A qué clase de padre no le cae bien su hijo?

-Al mío. Créeme.

Busco su mirada. Él aún no parece muy convencido.

-Creo que ya sabes bastante de mí por hoy- le digo dejando caer nuevamente mi cabeza en su pecho.

Él me agarra por la barbilla suavemente, obligándome a mirarlo.

-Quiero conocerte mucho más- susurra.

Sus labios se chocan con los míos. Al igual que ayer, el beso es suave y cuidadoso. Sus manos acarician suavemente mi espalda y mis manos juegan con sus rizos alborotados por el viento. 

-Poco a poco- le susurro de vuelta antes de esbozar una pequeña sonrisa.

La chica de la ventana- Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora