La puerta de una casa, ubicada en un pequeño bosque, se abrió, pasando Adrien quien se destranformaba, seguido por una curiosa Marinette, quien tenía las mochilas de ambos, donde guardaron un par de cosas.
-Es una pequeña casa a la que mi padre venía cuando era soltero, para relajarse.
Sólo tiene un baño, una cocina y una habitación, es poco, pero...Antes de que pudiese seguir, Marinette lo abrazo con alegría.
-Sí es contigo, está mucho más que bien para mí.
El chico, felíz y tranquilo por oír éso, abrazo a su novia.
Su sueño siempre fue ir con Ladybug a una isla deshabitada y vivir sólo con ella y un hámster, pero ya no, ahora su sueño es estar con Marinette, por el restó de sus vidas.
Plagg, que estaba encima del hombro de su portador, comiendo queso para recuperar energía, los miró con seriedad, como poca veces lo hacía.
-No me importa realmente, pero ¿en verdad creen qué esto es lo correcto? Piensen con la cabeza y no con el corazón, el corazón es muy engañoso.
Advirtió, creyendo que la chica iba a tener más sentido común que su portador cuando la fueron a buscar, pero parece que se equivocó.
¡¿No era Tikki la voz de la razón?!
¡¿Por qué no le enseñaba bien a su portadora?!
-Relájate, Plagg, todo esta bien.
Aclaró Adrien, soltando a la chica mientras veía a su kwami.
Entre hacer algo incorrecto y no poder salir con Marinette, prefería hacer lo incorrecto.
-Sí ustedes lo dicen.
El kwami, sólo se resignó, no teniendo ganas de dar un sermón.
El rubio, se dio cuenta de que Marinette tenía la mirada gacha y se preocupó un poco, pero pronto ella bostezo, calmandolo.
-¿Tienes sueño?
Preguntó mientras ella asentía, claramente cansada.
Ése día fue muy agotador.
-Bueno... está es nuestra nueva vida juntos y... creó que ir a dormir es lo correcto.
Vamos.Dicho éso, cerró la puerta, tomó la mano de su novia y se dirigieron a la habitación, dandose cuenta Plagg, que Marinette, parecía estar reflexionando en lo que él dijo.
Quizás, ella accedió a hacer esa locura por la emoción del momento y ahora estaba empezando a reflexionar.
Ser un kwami tan sabio era una bendición y a la vez, una maldición.
Continuará...