Capitulo 7 ♛

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-¡¿Qué?! De ninguna manera en el mundo voy a dejar que tu maldito perro asesino me huela -afirmo con voz dura- lo único que quiero es que me lleves a mi casa en. Este. Maldito. Momento.

-De acuerdo, de acuerdo -acepta Justin y me mira con cautela, como si yo fuera la loca en ese auto y no él- sólo relájate y deja de gritar, estás asustando al pobre Mochomo.

No es posible que este hombre se preocupe más por su maldito caballo de baja estatura que por mí. Lo miro mal unos segundos y después cierro los ojos, inhalando y exhalando lentamente como en las clases de yoga que veo en la tele, tratando de controlar mis impulsos de abalanzarme sobre Justin y golpearlo con todas mis fuerzas. La única razón por la cual me detengo de hacerlo es porque está conduciendo y no quiero que pierda el control del auto y ambos terminemos muertos. Además no lo volveré a ver nunca más y eso me hace sentir mejor. Nunca volveré a cometer ningún delito ni estaré tan cerca de un animal tan grande o de un perro tan horrible como Mochomo.

-Llévame a casa y aleja a tu peludo amigo de mí, eso es lo único que te estoy pidiendo -murmuro. Justin asiente, toma la cabeza intrusa del perro con una mano y lo mantiene ahí, sólo soltando su gordo cuello cuando necesita mover la palanca.

El resto del camino hasta mi casa pasa en silencio, un muy agradable silencio. Justin ni siquiera puso otra de sus canciones de negros después de que golpeé agresivamente el estéreo cuando trato de poner una. Lo único que se oía era la respiración de violador del tal Mochomo.

Al llegar a mi casa me bajo del auto incluso antes de que Justin lo pare por completo. Sólo abro la puerta y salgo sin mirarlo, casi tropezándome por el impulso y murmuro gracias, porque así de buena persona soy. Camino con furia hasta la entrada de mi casa sin voltear hacía atrás, aplastando las flores en mi camino porque me importan una mierda. Pero sé que Justin sigue ahí, riéndose de mí, porque no he escuchado el característico sonido de las llantas del auto patinar en el pavimento antes de partir.

Cuando entro a la casa mi madre está, para mi gran sorpresa, en la cocina preparando la comida, con un mandil y todo. Hasta parece que sabe cocinar. La gran mayoría -si no es que todas las comidas que nosotras comemos son comidas a domicilio porque mi mamá es tan buena cocinando como yo lo soy socializando.

-Mamá, ya llegué, siento la tardanza, tuve un inconveniente con...

-¡Oh por dios! ¿Quién este adorable amiguito? -pregunta mi mamá con una voz estúpida como si estuviera hablando con un bebé, ignorándome y mirando hacia atrás de mí. Volteo para ver de qué demonios habla y en ese momento el perro asesino de Justin entra a la cocina saltando alrededor de mi mamá. Ella ríe y lo acaricia como si no fuera una arma mortal. Grito fuerte y, siendo presa del pánico, me alejo lo más que puedo del perro, recargándome en lo que tengo detrás de mí, que resulta ser la estufa. La estufa encendida.

-¡Jolene! -me regaña mi mamá cuando grito por mi quemadura y jala mi brazo para mirar mi mano roja que arde como el infierno.

-Lo siento por eso, salió corriendo y no lo pude controlar -dice Justin entrando a la cocina también.

-¡Sácalo de mi casa! -ordenó histéricamente, alejándome de mi mamá y caminando con miedo hacia el fregadero para mojar mi mano. Justin intenta tomar a Mochomo pero el estúpido perro piensa que es un juego y no se deja agarrar, jadea y mueve su trasero sin cola mientras planea como escapar de Justin en mi cocina- ¡Justin, te voy a matar!

-¿Justin? ¿Tú eres Justin? -pregunta mi mamá con un nuevo tono interesado, alejándose sólo un poco de la locura propia que tiene Mochomo y apagando la estufa. Decir su nombre fue la cosa más tonta que pude haber echo, considerando lo psicótica que está mi mamá y su obsesión por mi falta de novio.

Krupnick ❤️ {Justin Bieber}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora