Krupnick ❤️ {Justin Bieber}

Capitulo 10 ♛

-¿Y a dónde demonios se supone que me llevas, señor Misterio? -pregunto sin mucha simpatía una vez que estamos en su auto, con su estúpido perro en la parte de atrás mordiendo algo y su estúpida música rap sonando a todo volumen.

-Deja de ser tan curiosa, cariño, todo a su tiempo -me dice, con su estúpida y muy molesta voz melosa- debes relajarte un poco.

-No me voy a relajar. No puedo hacerlo. Porque la verdad es que temo por mi vida cada vez que estoy contigo.

-Por Dios, que niña tan exagerada, lo único que yo quiero hacer es alimentarte y llevarte a conocer mi hogar -susurra con un tono lastimoso, luciendo falsamente herido.

-De cualquier manera, ya estoy en tu maldito auto robado aunque se suponía que me había librado de ti por el resto de mi existencia... ya me di cuenta de que no eres un hombre de palabra. No es que me sorprenda.

-La verdad es que... no pude soportar mi vida sin ti, cada momento que pasaba sabiendo que nunca más podría disfrutar del tenerte a mi lado, era como una daga que atravesaba mi pobre corazón. Una y otra vez. El dolor que sentía por tu ausencia era tan intenso e insoportable que preferiría dejar de respirar que volver a sentirlo. Y justo cuando había considerado eso último, recordé que tú eres tan tierna, tan amorosa, tan buena persona, que preferirías olvidarte de mi estúpida promesa con tal de salvar la vida de una persona inocente -suelta el volante del auto para agregarle un poco más de dramatismo a su monólogo, haciendo movimientos extraños con la manos. Su cara es como de estreñimiento y desasosiego total y tengo que luchar por no soltar una sonrisa. De verdad no me gusta que me parezca tan gracioso cuando se suelta diciendo cosas así. Debería ser ridículo, no gracioso, así que niego con la cabeza y me fijo de nuevo en que no está sosteniendo el volante y que estamos en la carretera, rodeada de autos que pasan a toda velocidad.

-¡Podrías dejar de decir estupideces y tomar el volante! -grito, de repente al borde de un ataque.

-Está bien, está bien. Pero estás siendo demasiado insensible, estoy aquí, abriéndote mi corazón, diciendo esas palabras que toda mujer quisiera escuchar de su amado y lo único que te preocupa es que no suelte el volante. Necesitas un terapeuta.

-¿Un terapeuta, yo? -lo miro mal- creo que te estás equivocando, amigo, porque si alguien está loco por aquí eres tú, sólo tú.

-Loco por ti, aunque no me creas -dicho eso, gira el volante violentamente, haciéndome estrellar contra la puerta y logra entrar al carril del auto servicio de una pizzeria sin ningún problema. Algo me dice que no tiene una licencia de conducir.

-¿Estás bien, Krupnick? Te ves un poco pálida -pregunta, acomodándose más cerca de mí.

-Casi provocas que nos matemos hace un momento.

-Relájate, por el amor del grandísimo señor que está en los cielos. Me pones de los nervios.

-Tú eres el que me pone de los nervios a mí. Te odio.

-Mentira -dice, sonriendo de nuevo y avanzando en la fila hasta que estamos frente de la bocina.

-Bienvenidos a Krusty Krab Pizza -anuncia una voz de mujer, demasiado amigable para mi gusto- ¿qué es lo que desean ordenar?

-Hola, preciosa. Va a ser una pizza familiar de anchoas, peperoni, jamón y tocino -pide Justin, sin preguntarme si soy vegetariana. Digo, no lo soy, pero podría serlo, y él pidió una pizza con un montón de carne muerta en ella sin consultarlo conmigo primero. Que falta de educación.

-Muy bien, ¿no estaría interesado en probar nuestros nuevos dedos de queso? Están al dos por uno, como nuestras pizzas personales.

-No, gracias.