Krupnick ❤️ {Justin Bieber}

Capitulo 2 ♛

¿Será que tengo algún olor natural que atrae a los vagabundos más molestos y divertidos de todos? ¿Esta clase de felicidad es común entre todos los vagabundos, o sólo los que me molestan a mí?

-Te pagaré esta vez, chica. Lo prometo.

-¡No! Maldita sea, lárgate de aquí, viejo loco. ¡VETE! -grito, asustando a todos los clientes y siendo muy consciente de lo loca que sueno. Pero de verdad este hombre me tiene harta. Viene cada viernes, sin falta. Y hace al menos diez intentos de conseguir comida gratis a costa mía. Siempre promete que me pagará, pero sale corriendo en cuanto termina. Cualquiera diría que soy demasiado idiota por haber caído en su juego tantas veces, pero el hombre es realmente convincente y tengo una pequeña debilidad por los vagabundos molestos.

-Tienes un problema de ira, muchacha -me regaña, entrecerrando los ojos y luego camina hacia la salida sin quitar los ojos de mí, negando con la cabeza.

Jonah estalla en carcajadas, con su peculiar risa que es como una combinación de sonidos de cochi y dos gatos peleando, y aunque estoy demasiado molesta, la risa de Jonah me hace explotar en una histérica risa a mí también. La gente se nos queda viendo raro, pero no me interesa.

-Eso fue tan retorcido, oh Dios santo -gime, tirándose hacia atrás sin dejar de reírse de esa manera tan sexy- pobre hombre.
Abro el litro de helado de café que me robé del refrigerador y me siento en una silla a un lado de Jonah, compartiéndole un poco. Nadie se acerca al mostrador, las pocas personas que están aquí están comiendo, ya pagaron y no necesitan mi terrible servicio.
Realmente no sé porque sigo trabajando aquí. Supongo que es porque mi jefe es amigo de mi mamá y porque nadie más quiere este asqueroso trabajo con este asqueroso salario, pero en serio, soy terrible. Me porto mal con los malditos clientes y siempre tengo la razón... incluso cuando definitivamente no la tengo. Me robo constantemente los botes de helado que debería vender y los únicos sándwiches no vomitivos que he preparado son los que hago para mí misma, y ni siquiera esos son tan buenos.

-Mierda, deja de comer. Alerta de macho caliente entrando, cielos, realmente caliente. Oh, sí, bebé, ven a mí -ronronea quitándome el bote de helado y empujándome un poco.

Me gustaría que hablara así de alguna mujer, (de mí, preferiblemente), pero nunca va a pasar, por lo tanto tengo que aprovechar su radar de machos calientes. Me levanto un poco de mi asiento porque a diferencia de él, no soy alta y no puedo ver al macho caliente entrando por ningún lado. Pero cuando veo caminando hacia mí a Escoria Blanca, mi entusiasmo por ver a alguien caliente se marcha lejos, por la avenida del desasosiego. Porque, sí, estoy consciente de que es realmente guapo, puedo decir que cuando se baña se ve bien y acercándose a lo decente. Pero es un vagabundo que asalta gente, está completamente tatuado y probablemente anoche durmió en una cama plagada de cucarachas.

-Hola de nuevo, Krupnick -saluda cuando llega al mostrador, brincando hacia nosotros como si estuviera en su maldita casa, aunque no creo que sepa lo que es eso. Tomo aire para recomponerme, porque no estoy de humor para aguantar a este chico. Hace unos cinco días que lo vi por última vez y no puedo decir que lo haya extrañado- hola, amigo. Soy Justin, pero puedes llamarme Escoria Blanca como ella lo hace.

-Hola, soy Jonah -dice Jonah, con una voz baja y aguda. Está dejando salir toda su gloria gay y debo decir que aun me duele un poco- no le hagas caso a Jolene, es una amargada.

-Lo puedo decir con sólo mirarla.

-¿Qué haces aquí, Justin? -pregunto, sin ánimos de insultarlo.

-Les contaré mi historia, puedes sentarte -apunta hacia mi silla y luego, muy cómodamente y con esa sonrisa suya de todo-es-perfecto-en-mi-vida, se recuesta en el mostrador- resulta que hoy en la mañana estaba paseando tranquilamente por un parque que tiene esta muy genial fuente, los chorros salen del piso y es asombroso. Entonces paseaba por esa fuente y pensé: "sería genial sólo pasar por ahí y mojarme todo" y luego recordé que no me había bañado en un buen tiempo. Y tú saltaste a mi cabeza, Krupnick. Recordé tu dulce voz diciendo que me bañara si quería salir en una cita contigo y dije: "esta es mi gran oportunidad". Crucé la calle, entré a una tienda, compré jabón y luego regresé a la fuente. Me desnudé, alegrando la vida de cada individuo que tuvo la dicha de posar sus ojos en mí, y me di una gran y refrescante ducha. Así que, nos vemos de nuevo.

Por lo menos se baño ....