XI: Free as a bird

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El día estaba nublado.

22 de febrero del año 863. Era el cumpleaños número siete de Matt.

Hanji salió temprano de la cama, y aunque Erwin quiso retenerla aludiendo a que aún estaba a obscuras, Hanji estuvo dispuesta a no escucharlo. Su hijo cumplía siete años.

Ése día volverían a verse las caras.

"Levi –pensaba ella- Espérame. Sólo es un poco más y entonces volveré a ti".

Erwin le permitió por fin levantarse, al verla decidida. Ya más tarde se cobraría su desobediencia. Pero no podía culparla, Matt era su único hijo y aunque le costara toda su hombría admitirlo, amaba profundamente al hijo que, pensando que era suyo, había aceptado tener con ella. Se consolaba de algún modo pensando que de todos modos, Levi jamás volvería a tocar a Hanji sabiendo que a pesar de haber tenido un hijo de ambos, se había casado con él.

También él se sentía quebrado en algún punto de su armadura.

Sí, no había hecho las mejores cosas tal vez, pero en ese entonces él pensaba que estaba salvándola de Levi.

¿O acaso ella había olvidado ya aquella golpiza que la había dejado al borde de la muerte?

"... Las marcas en las manos no son nada comparados con esa cicatriz en tu espalda, preciosa. No son nada comparadas con las marcas que decidiste dejar en mí dándome la espalda para no verme la cara mientras te hacía el amor... Mientras tú pensabas en ése miserable..."

Tampoco él la había pasado bien. Así que ahora, ya no podía permitirse que nadie viese esa pequeña grieta en su caparazón. Era mucho más fácil ser el fuerte, el vencedor, el que se quedaba con la chica, el que la empujaba contra la pared y la poseía sofocando sus gritos mientras secuestraba su voluntad física y la transformaba en un ser sin alma; era más fácil obligarla a ceder si se oponía, que tratar de convencerla.

A esa mujer no se le podía convencer de amarlo mientras Levi Ackerman existiera.

Erwin se levantó pasadas las seis de la mañana para elegir un traje. Deseaba lucir impecable para su nombramiento como Líder de la Armada Real de la Reina de las Murallas. Le sería entregada una placa en la ceremonia, misma que tendría que usar siempre y que le daba el poder de hacer lo que deseara. En la misma ceremonia, serían recibidos los miembros supervivientes de la Legión de Reconocimiento. Entre ellos estaba Eren Jaeger que sería nombrado a su vez Líder de Escuadrón como alguna vez fuese Levi y Hanji y los dos hermanos Ackerman, Levi, que sería condecorado y se retiraba del ejército (la razón hasta para Smith era un misterio) y Mikasa, quien era la nueva Teniente Primera, cargo que Smith había dejado vacante poco antes del nacimiento de Matthew.

Hanji correteaba contenta por la cocina preparando panqueques con frambuesas, que eran los favoritos de Matthew, una tarta de chocolate con crema y fresas frescas, jugo de naranja y el café de Erwin. Si algo podía reconocer es que Erwin siempre había alabado sus habilidades para la cocina, especialmente para preparar el café que bebía todas las mañanas. Su cabello a esas horas lucía terriblemente enmarañado por lo corriente, pero ése era un día especial y a esas horas, Hanji ya lucía un escotado vestido blanco, idea de Erwin. ¿La razón? Era obvia. Hanji tenía que verse deslumbrante como la esposa perfecta del que sería el nuevo Líder de la Armada Real, y claro, Erwin deseaba tentar a Levi a que lo enfrentase.

Cuando Matthew se despertó, escuchó ruido en la cocina. Para él despertarse antes de las siete de la mañana era algo común, pero no salía de su cama sino hasta una hora después, pues a papá no le gustaba que anduviera deambulando por la enorme casa desierta a esas horas en que nadie lo veía. Sin embargo, fue precisamente su padre, Erwin, el que conocía, quien entró en su habitación, con el traje que Hanji había encargado para esa ocasión. También llevaba en los dedos una argolla de oro blanco, con el escudo de la Legión de Reconocimiento grabado en la parte superior.

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