Promete que volverás

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Atención

Este capítulo será largo, además contaré lo que pasa aquí desde distintos puntos de vista. Dándole fin con Izuku y Katsuki para que se torne interesante. Sé de ante mano que los lectores adoran los capítulos largos así que hoy los consiento. Sin más, continúen.

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Abrió los ojos con pesadez, le ardían, la cabeza le daba vueltas. Se levantó de la cama y vio su reloj.

8:49 am

Suspiró, su esposo se fue hace dos horas y ella ni se inmutó. Por supuesto que se sentía mal, llevaba tiempo sin hacerle el desayuno y despedirlo con un beso. Como lo extrañaba.

Salió de su recamara con pesadez, no era necesario usar su bata, pasó por el cuarto de su cachorro. Entró. Todo estaba exactamente igual, su ropa, su cama, sus cosas. Se sentó en su cama apreciando lo que su niño dejó atrás. ¿Cuánto había pasado? Pareciera que fue ayer cuando se lo arrebataron.

Desde que se enteró de lo que pasó no ha podido dormir bien, ni vivir bien. Era su cachorro por Dios, a Masaru y a ella les costó muchísimo tenerlo. Fue una alegría inmensa para ella cuando le dijeron que estaba embarazada. Ahora lo que tanto le costó tener se le fue arrebatado.

No era justo.

Como lo echaba de menos, extrañaba oír su voz, tocarlo, besarlo. Extrañaba sus reclamos y gritos incluso. Es su hijo.

Sus ojos le ardían, había llorado todos estos seis meses que sus lagrimas se agotaron, quería llorar otra vez pero ya no podía, no tenía más lagrimas que derramar.

Fue a la cocina, su estomago pedía comida. Qué más. Se preparó un sándwich, comenzó a comerlo sin ganas, el típico brillo que llevaban sus ojos desapareció, su actitud cambió. Por más que Masaru la quisiera animar o enojar como antes no lo lograba. Estaba destrozada, el amor que él le entregaba no bastaba. Necesitaba a su pequeño.

El teléfono comenzó a sonar, no le extrañó, Masaru siempre llamaba antes de las nueve para ver si su esposa estaba bien.

- Diga – Contestó con desánimo.

- Señora Bakugou – ¿Qué quería el policía? Pensó lo peor – Por fin contesta, le tengo noticias sobre su hijo –

Se aterró, con el tono que usaba el hombre, nada bueno podía pasar - ¿Qué? ¿Qué ha pasado? –

- Lo encontramos señora –


Mitsuki rompió en llanto.

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Había llegado a la oficina, tan solo ver su escritorio lleno de papeles le recordó que día era. Bufó con malas ganas.

Comenzó a acomodar lo importante con lo importante, lo urgente con lo urgente, lo normal con lo normal. Así siguió hasta las ocho con cuarenta de la mañana.

Se levantó de su silla, iría por un café. Como lo necesitaba. Cuando estaba en la cafetería y tomó un sorbo de su bebida de dioses su fiel mano derecha llegó a él. Solo bastaba con su cara y respiración agitada para demostrar que era urgente.

Estocolmo {Dekukatsu} -Finalizada Y Editando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora