"Disimula... Cuida de no hacer una locura, déjate llevar y ten valor, amor mío por favor..."
Un sofá tapizado en piel color negro, de origen italiano, con estructura de acero parece un buen lugar para pasar el resto de mis días. ¿Quién dice que con el tiempo se cura todo? El vacío en mi pecho se hace más grande cada segundo que paso sin vos. Solo puedo llorar, solo puedo pensar en vos. Me pierdo y el tiempo pasa en silencio. Mi llanto se fue, las lágrimas dejaron de fluir, mis ojos están irritados, ya están secos, pero el dolor sigue acá, en mi corazón, perforándolo.
No sé cuanto tiempo pasé en la misma posición, pero cuando me incorporo todos mis músculos se quejan. Agarro mi celular y marco números conocidos.
— Tatito ¿Cómo estás belleza? — su voz tan suave como siempre.
— ... Juli. — apenas pude pronunciar su nombre. — Yo solo quería saludarte y...— ni siquiera logré terminar.
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? — su tono se alteró levemente.
Ni siquiera puedo mentirle.
— No... — respondí y cerré mis ojos, tragué saliva con fuerza y comencé a llorar. — Quisiera que estuvieras acá, te extra Ju. —
— Tatito... ¿Es Gabi? —
Ni siquiera necesitaba respuesta, lo sabía. Lloré mas fuerte.
— Contame, deja que salga, solo tenes que dejarlo ir... —
— No puedo Juli, no puedo. —
Lloré y lloré con mi amigo susurrándome palabras de amor y aliento a través del celular.
"Te ama, todo el mundo lo ve, excepto él."
"Si tan solo supiera todo el dolor que te causa..."
¿Por qué si es verdad que me amas, simplemente no estás conmigo?
— Te quiero Cerati. —
— Yo a vos pendejo. —
Con una media sonrisa dibujada en mi cansado y dolorido rostro finalicé la conversación.
(...)
Desperté adolorido sobre aquél sillón, no supe cuando, ni como me quedé dormido. Mis ojos dolían, estaban pegajosos.
Hoy debía volver a grabar. Llegué y vi a Andy a lo lejos caminando, o más bien corriendo hacia mi, muy animado, y con su enorme sonrisa que se desvaneció cuando me miró de cerca.
— Estas hecho mierda. —dijo frunciendo el ceño y entrecerrando los ojos, haciendo un gesto gracioso.
— Siempre tan lindo vos. — sonreí con sarcasmo.
Me sonrió de vuelta y cuando menos lo pensé, lo tenía sobre mi, rodeándome es un abrazo. No tenía ni idea de cuanto lo necesitaba. Empezó a contarme todo lo que había hecho en el día, lo que comió, y los planes que tenía con Cande para esa noche, no sé que tiene que siempre me hace sentir por lo menos un poco mejor.
A lo lejos te vi, estabas hablando y riendo con Gastón, pero tu sonrisa se borró en tus labios, cuando me miraste, en tus ojos había algo mal. ¿Habías llorado? Me preocupé, Andy seguía hablando, pero no estaba prestando atención a lo que decía.
— Entonces, Tato ¿Qué opinas? ¿Mc o algo más elegante?
— ¿Qué? — dije sin comprender.
Andrés miró hacia donde yo lo hacía y sonrió.
—¡Gasti! — gritó y corrió hacia él y se fueron juntos, lejos de ti, dejándote solo.
Caminaste hacia mi, y yo caminé hacia vos.
— Hola. — murmuraste levemente.
— Hola. —
Silencio.
— Renato... —
— No, no digas nada Gabriel. — te interrumpí.
Bajaste la cabeza, mirando tus pies.
Silencio otra vez.
— ¿Puedo arreglarlo? esta noche ¿Puedo ir a tu casa? — dijiste mirándome directo a los ojos.
Mi corazón se aceleró ¿Alguna vez podré decirte que no?
(...)
En cuanto pusimos un pie dentro de mi casa, cerraste la puerta y te acercaste lentamente a mi, tus labios abrazaron a los míos en un beso suave y lento, lleno de esa dulzura única, que solo puede emanar de tus labios. Agarraste mi nuca, acercándome más a vos, profundizando el beso. En un movimiento rápido me arrinconaste contra la pared, golpeando mi espalda contra esta.
Reímos sin dejar de besarnos, tu preciosa lengua penetraba mi boca, para encontrarse con la mía. Con rapidez te quitaste el suéter que llevabas puesto, ya que la temperatura de nuestros cuerpos comenzó a subir exageradamente y no lo necesitabas.
Comenzaste a moverte contra mi, haciendo fricción entre nuestros cuerpos y sentí como mi pija, cubierta todavía por mis pantalones, rozaba con la tuya. Una corriente eléctrica recorrió todo mi ser. No pude evitarlo, esa sensación era maravillosa, gemí dentro de tu boca y eso pareció volverte loco. Te separaste de mis labios, para adueñarte de mi cuello, y morder aquella zona. Seguramente dejarías unas grandes marcas y mañana tendría que usar una polera, pero no me importaba.
El ruido de la puerta nos hizo separarnos de golpe.
— Tato, ya llegué a casa. — dijo mi madre desde la puerta, y yo sólo te miré, sonriendo. Mi alma vuelve a estar tranquila.
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Disimula || Quallicchio (adaptación)
Romance"Disimula, que la gente nos mira, un pequeño descuido y todo se acabó"