EPÍLOGO

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Bueno chiquis, le cambié muchas cosas al epílogo porque quería hacerlo más Renato y Gabriel, así que espero lo disfruten♥



Gabriel.


Creo que no hay palabras para describir como me siento. Soy feliz, me desperté después de un largo y plácido sueño. No recuerdo haberme dormido tan bien alguna vez en mi vida. Tenía una hermosa sonrisa en mi rostro, sí, es muy estúpido, pero no puedo dejar de hacerlo, no puedo dejar de sonreír. Te tengo junto a mi, dormido como un bebé, sos literalmente un ángel. La noche anterior hicimos el amor por primera vez y no me arrepiento de nada, esto es lo mejor que me pudo haber pasado. Sos lo mejor que me pudo pasar.

Observé el reloj, las 11:00 a.m. dormimos demasiado. Me paré de la cama, no sin antes depositar un beso en tu cabello, sonreí de nuevo ante esa imagen tan tierna. Me vestí y me dispuse a salir a buscar algo rico para desayunar, para los dos, para nosotros. Nosotros, que hermoso suena.

Regresé, estaba muy emocionado, quería ver tu carita al despertar, había traído lo que más te gusta, tenía muchas ganas de sorprenderte con el desayuno en la cama, pero el que se llevó la sorpresa fui yo, al encontrarte acostado en posición fetal, llorando de forma desgarradora.

- ¡Renato! - corrí para acercarme a vos, la comida cayó, esparcida por todo el piso, no me importó.

Caí de rodillas al piso, para estar a la altura de la cama. Acaricié tu rostro, llorabas desconsolado, tus ojitos marrones, ahora estaban rojos e irritados.

- Ga... te fuiste, me desperté y ya no estabas, te fuiste otra vez y yo pensé que ella... que ella. – susurraste, tu mirada estaba perdida. Mi corazón se encogió al verte de esa manera. ¿Qué fue lo que te hice?

- Tato, mírame. – tomé tu rostro con ambas manos, obligándote a que tus ojos hicieran contacto con los míos. –Estoy acá, solamente fui por algo para desayunar, no me fui, estoy acá ¿Ok?

Lloré, ante mi estaban todas las consecuencias del daño que te causé.

- Perdoname, perdoname. – susurré uniendo nuestras frentes.

- Estás acá. – tocaste mis labios con tus manos, tus ojos seguían nublados por las lágrimas.

Agarré tus manos entre las mías, y las besé, las besé con dulzura mientras eran mojadas por las lágrimas que caían por mi rostro.

- Sí pendejo, sí, estoy acá, no me voy más. –

Me acosté en la cama, a tu lado, te aferraste a mi cuerpo y yo acaricié el tuyo.

- No me dejes eh, no me vuelvas a dejar nunca.

- Nunca. Va ser para siempre. – contesté.

- Para siempre.

Fue entonces cuando comprendí todo, en vos hay una herida que solo yo fui el culpable de abrir cada vez que me iba y te dejaba solo, y es algo que nunca me voy a perdonar, pero ahora mi trabajo es hacerla cicatrizar, lo voy a hacer con gusto. Planeo juntar todos los pedacitos de tu alma rota y volvernos a reunir.

Te amo tanto, Renato.


(...)


1 año después. Brasil.


Son las 5 p.m y aún seguís durmiendo. Claro, hicimos el amor toda la noche y parte de la mañana, estás cansado y yo igual, pero estoy nervioso y no pude dormir más, nervioso por lo de más tarde.

Disimula || Quallicchio (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora