Ataque a Shadora

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En el reino de los goblins, Shadora, al pie del gran monte Kavak, todo transcurre con normalidad. Los cazadores llegan de las afueras, cargando con presas de todos los tamaños para alimentar a todos; los artesanos crean armas con piedras y palos y ropas con las pieles de los animales muertos; los cocineros preparan los alimentos lo mejor que saben y los niños aprenden los roles que más les gustan, para imitarlos lo mejor que puedan cuando sean mayores.

Shadora no es ni de lejos el reino más próspero que exista en Lokran, pero desde luego los goblins han sabido sobrevivir... eso sí, sin evolucionar demasiado.
El éxito de su raza ha sido evitar los conflictos bélicos, tomando lo justo del entorno para sobrevivir, generación tras generación.
Durante milenios, los goblins hicieron amistades con otras razas primitivas, con el fin de evitar guerras innecesarias que llevasen a ambos bandos al borde de la extinción (o a la extinción absoluta).
Miles de calamidades poblaron el mundo en su día, dragones, bestias gigantes, monstruos marinos... Hoy en Lokran, no queda casi nada, los humanos han hecho suyo el mundo y ningún ser vivo está a salvo de su sed de conquista. No obstante, una leyenda cuenta que un anciano dragón vive en el monte Kavak, y que su presencia ha traido buena suerte y prosperidad a los goblins desde los albores de la raza goblin.
Eso sí, nadie lo ha visto.

El príncipe goblin, Dolg, tiene claro lo que quiere ser de mayor: un aventurero. Pero no quiere ser un aventurero cualquiera, él aspira a ser el mejor que haya habido, para que todo el mundo conozca su nombre.
Lo primero que le gustaría hacer, sería explorar los túneles del monte Kavak, y encontrar al dragón que los protege.

En lo alto de un pequeño valle próximo a los goblins, un grupo de unos 100 aventureros esperan pacientemente a que llegue la noche.
Entre ellos hay humanos, enanos y elfos, principalmente.
De entre todos ellos, destaca la figura de una humana totalmente cubierta por una armadura plateada con matices morados, que se contonea ligeramente mientras avanza al frente de todo su séquito.

- Parece que estas alimañas verdes están listas para morir, ¿no crees, Shang?

Un minotauro próximo a ella da un paso al frente y mientras observa los movimientos de los goblins fuera de la montaña, responde sin desviar la vista:

- Son una raza primitiva, no se como han podido sobrevivir tanto tiempo en nuestro mundo.

Continúa hablando la humana

- Resistieron el cataclismo producido por el Antiguo Cor'suum, el diluvio causado por los tres krakens y al parecer han osado sobrevivir a la gran guerra, recientemente...

Una tercera persona interrumpe a la humana, es una elfa.

- Esa misma que creasteis vosotros los humanos, ¿cierto?

- ¿Quieres morir, estúpida?
Le dice Shang a la elfa, blandiendo su hacha de doble filo.

Un murmullo comienza a sonar entre las filas de los humanos.

La humana se acerca a Shang y lo tranquiliza, poniéndole la mano sobre su hombro.
- Déjala hablar, me divierten sus palabras.

Prosigue la elfa.
- Nosotros los elfos nos aliamos a vosotros porque no nos quedaba otra opción, masacráis a todas las razas que se oponen a vosotros, no tenéis vergüen--

La humana desenvaina y destroza el estómago de la elfa con su espada en un solo segundo

- Aaaghh...
La elfa cae moribunda al suelo.

Todos callan y miran con atención la espada ensangrentada que empuña la humana.
- ¿Alguien tiene algo que decir?

El silencio es tal que algunos de los hombres retroceden un paso.
- No estoy dispuesta a que la basura de otras razas conspire contra nosotros y nos odie en las sombras. Si no queréis dominar el mundo a nuestro lado, me sentaré agradecida sobre vuestros cadáveres, escoria.

Los lamentos de la elfa rompen ligeramente el silencio.
- Agh... ¡Aaahh!

La multitud sigue muda, la frialdad de las palabras de la humana ha causado conmoción.
- Os hablo a vosotros, enanos, elfos, minotauros, centauros... no olvidéis que no sois más que razas aliadas y vuestras vidas solo son válidas si nos servis. Una sola estupidez y os juro que os arrancaré la cabeza con mis propias manos. Algunos como alfombras sois más útiles.

-Y algunas perras como tú sirven más arrodilladas ante su señor, Brilda.
Dijo la elfa mientras escupía sangre.

El ambiente ahora era diferente, la huamana, Brilda, miraba sonriendo a la elfa. La mueca de su cara inspiraba verdadero terror a los que podían verla.
Brilda se aproximó la elfa, escupió en la enorme herida del estómago y le pisó una de las manos.

- Ahhh... Maldita zorra humana... algún día pagaréis por todo lo que habéis hecho, la esperanza todaví-

Aún no había terminado la frase y Brilda ya le había clavado la espada en la frente y le había dado media vuelta, matando a la elfa al instante.
De un brusco tirón, sacó la espada y una buena cantidad de sangre brotó del cráneo destrozado de la elfa.
De un pisotón, Brilda destrozó la cabeza de la elfa, marchándose toda la bota con sangre.

- En media hora atacamos, estad preparados.

El pelotón entero se puso derecho y casi a la vez levantaron todos su brazo derecho y le hicieron un saludo militar a Brilda.

Los minutos pasaron, los goblins cesaron su actividad productiva y fueron a dormir en los agujeros del monte.

El pelotón se ha dividido y ahora está posicionado de una forma diferente. Un enano hace un reporte del posicionamiento de todas las unidades.
- Asesinos en sus puestos, tanques listos, tiradores posicionados, magos preparados. Todo listo Brilda, da la señal cuando quieras.

- Recordad bien esto, escoria, quiero a todos esos mocos verdes muertos, desmembrados, descuartizados... Quiero oírlos suplicar, que no quede ni uno vivo...
Y por si acaso os recuerdo que la primera sangre es mía.

Tras decir todo esto, Brilda hizo una señal con la mano, indicando que las tropas avanzasen.

Los asesinos se habían infiltrado sigilosamente en los agujeros y ya tenían a tiro a algunos goblins. Los tanques ya estaban a punto de entrar, seguidos del resto del grupo, cuando entonces, Brilda, al frente de todos, vio a un niño goblin despierto.
Le tapó la boca cuidadosamente para que no hiciera ningún ruido y entonces, susurrando suavemente, como lo haría una madre con su hijo, dijo lo siguiente...

- Tengo una sorpresa para todos, pero si quieres que siga siendo una sorpresa tienes que estar calladito, ¿vale?

El goblin intentó apartar la mano de Brilda, pero su fuerza era insuficiente.

- ¿Has disfrutado de tu última respiración, alimaña?
Brilda le clavó la espada al goblin las veces suficientes hasta que el agujero creado en su estómago dejaba ver lo que había detrás.

- Matadlos a todos, ¡no quiero que quede ni uno vivo!
Esto último fue un grito tan fuerte que resonó un fuerte eco por todas partes, los goblins empezaban a despertarse...

El último rey goblinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora