Un nuevo plan

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Allea se puso de pie, tambaleándose un poco. Los humanos ya no estaban, Nicodemus, su mayordomo, los había retirado de la taberna.

- ¿Majestad, os encontráis bien?

- Sí, gracias por ocuparte de los humanos Nicodemus.
Dijo Allea viendo que los humanos no estaban.

- Si no le importa me retiraré al castillo.
Nicodemus hizo una reverencia y se fue.

- Camarera, póngame otro vaso de leche y otro zumo de frutas para mi compañero.
Dolg y Lecand habían estado despiertos toda la noche y Kerom todavía estaba en un taburete, con la cabeza apoyada en la barra, durmiendo.

- Malditos locos, ¿habéis estado pidiendo bebida toda la noche?

La camarera se adelantó y respondió a Allea.
- No, tranquila, no han bebido tanto, han estado hablando conmigo, son buena gente.

- La camarera me gusta más que Allea, no está siempre enfadada.
Dijo Dolg mientras se bebía de un trago el vaso de leche.

- No es que esté enfadada, es estrés.

- ¿Estrés por qué?

- Ya no hay vuelta atrás, vamos a enfrentarnos a los mariscales.

- Sí, ¿y qué? Tú eres también una mariscal, seguro que ahora podemos ganar.

- Dependemos mucho de lo que suceda en cuanto el mundo se entere de que vamos a por ellos.

- ¿A qué te refieres?

- Para empezar, por si no lo sabes, de los diez mariscales hay tres grandes mariscales, enfrentarse a uno de ellos en combate es prácticamente gritar que quieres morir.

- Bien, pero no somos débiles así que...

- Es posible que no lo seáis, pero no podemos compararnos con ellos ni siquiera yo.

- Perdonad que os moleste... pero Allea... tú eres una mariscal, así que podrías darnos detalles del resto...
Kerom se había despertado escuchando la conversación.

- El tío vendas ha estado durmiendo toda la noche, como tú.
Dijo Lecand mientras tomaba un sorbo de su zumo.

- Bueno, ¿qué queréis saber de los mariscales?

- ¡A mi me interesa el berserker!

- La verdad es que yo prefiero que me hables del brujo, Osrug, tengo una cuenta pendiente con él.
Dijo Lecand, reventando el vaso al cerrar su mano.

- A mi me da un poco igual, háblanos de todos ellos si es posible.
Kerom se incorporó, se estiró un poco y se sentó correctamente en el taburete.

- Bueno, empiezo. El primero es Gortham, el cíclope guerrero. Es muy fuerte y tiene un gran sentido del honor. Servirá a Jacob hasta el final por una deuda que tiene con él.

- ¿Cuánto es muy fuerte?

- Cuando lo veas lo sabrás, goblin, pero para que te hagas una idea, es más o menos como Lecand.

- O sea que mi fuerza es la de un mariscal.

- Sí Lecand, eres un verdadero monstruo, creo que si nos enfrentáramos a Gortham y su grupo podriamos vencerlos.

- ¿Grupo?

- Sí, verás, pese a que los mariscales entran dentro del mismo saco cuando se habla de individuos poderosos, lo cierto es que nadie está con nadie. Todos tienen su propio grupo.

- ¿Entonces propones que los ataquemos uno a uno?
Dijo Kerom mientras observaba a la camarera arreglando el vaso que Lecand había destrozado.

- Sí, sería lo ideal. En cuanto sepan que yo no estoy en Vilendar, muchos mariscales se juntarán en Thyria, la capital de los humanos.

El último rey goblinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora