El aquelarre

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- Midari, ¿cómo es que estás viva?

- No parecía importarte mucho cuando regresé de las tierras de los demonios.

- Pensé que eran heridas que no debía abrir, estuviste mucho tiempo fuera Midari.

- ¿Eres feliz con el régimen destructivo de Jacob, viejo?
Preguntó Midari, cruzando sus brazos y lanzándole una mirada asesina al anciano.

- Tenemos protección y lo que deseamos...

- ¿Y eso vale más que varias especies inteligentes de nuestro mundo, verdad?
Preguntó Midari fuera de sí.

- Ni él ni yo queremos eso. Si Ozrug o Caín están descontrolados es otro cantar.

- Pero el miedo que han provocado... el despertar cada mañana sabiendo que un loco puede venir y ejecutarte delante de tus familiares y amigos, eso es lo que Jacob permite. No seguiré más ese sistema corrupto de asesinos.

- No hay guerras desde hace...

- No me importa una mierda que no haya guerras. Claro que no las hay, si no queda nada que matar. Una decena de cíclopes, unas cien hadas... Ah, pero espera, ¿no sabes cuántos goblins quedan, verdad?

- Lo ignoro.

- Lo ignoras como todo lo que pasa a tu alrededor, tú y esa maldita magia que creaste que te consume por dentro, como una droga.

- No sabes nada de la magia arcana Midari.

- Lo poco que me enseñaste. De todas formas, ya no importa el elemento, no puedo usar magia. Los demonios me privaron de lo único en lo que era buena, de lo único para lo que servía.

- Pero con ese arco, ¿sí puedes hacer cosas, verdad? Vi la magia que hay en su interior, desconozco su funcionamiento, pero es mágico con total certeza.

- ¿Y detrás del arco qué hay? ¿Me veis como algo más que una cazadora de demonios? Soy eso, un arma. Los mariscales sois armas, no le importáis nada. Sois solo peones.

- ¿Entonces qué debería haber hecho, traicionar a Jacob y enfrentar a los mariscales?

- No, idiota, hablarme, solo me tenías que hablar, porque hemos sido maestro y alumna... Cuando oí que tú eras un mariscal no me importó unirme al grupo, pensé que tendría a alguien conocido en quien poder apoyarme. Y en su lugar, vi a algo más de media docena de monigotes insensibilizados que matan donde se les ordena. Os habéis convertido en esos monstruos de los que hablaba Jacob, os creéis un remedio pero sois una plaga letal.

El resto miraban como Midari y Saúl se "reconciliaban", hasta que la discusión duró tanto que algunos presentes se marcharon a pasear por ahí.

- Así que un antiguo simbiótico, impresionante.

- Vaya, desconocía que fuéramos tan queridos entre los de nuest-

- ¿Cómo alguien del tipo de antiguo más débil ha podido sobrevivir tanto tiempo?

Kerom le pegó un golpe en el hombro a Mordek.

- Si fueras fuerte lo habría notado. ¡Ja, ja, ja!

- ¿Quieres otro?
Dijo Kerom, levantando el puño cargado con magia.

- Era broma idiota. Pero sí que es cierto que los simbióticos sois los más débiles al principio, eso sí, si sobrevivís y encontráis un buen grupo os volvéis temibles.

- ¿Sabes si quedan más?

- Tengo trescientos años y sin contarte a ti he visto a dos más. Presumiblemente, creo que he viajado más que tú, así que no es estúpido pensar que queden unos cuantos cientos.

El último rey goblinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora