El claro en el bosque

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Todos se pusieron en camino, siguiendo a Midari.

- El camino del bosque es más largo, rodea ambas ciudades pero nadie va por él, hay muchísimos monstruos y peligros por descubrir. Los mariscales saben que no hay vida inteligente porque Huarg fue a explorar una vez, así que pasan de acercarse. No obstante tengo claro que Caín sabe que estamos aquí.

- ¿Cómo?
Preguntó Dolg.

- Porque Caín siempre ha mentido sobre los cadáveres que controla, debe tener muchos, unos diez especializados en el combate y un buen puñado de animales pequeños, pájaros que a simple vista parecerían normales pero están controlados por él.

- Entonces no debería extrañarnos encontrar a algún mariscal.

- Exacto Allea. Si aparece algún enemigo, vais a enfrentarlo vosotros solos, intervendré solo si vais a perder.

- ¿Es una especie de entrenamiento?
Preguntó Lecand.

- Sí, tenéis bastante que mejorar en poco tiempo para enfrentaros a los mariscales más fuertes.

- ¡Mirad ahí está el bosque!

- Sí, estaba bastante cerca.

- Tened cuidado chicos, en cuanto nos adentremos un poco, el nivel de peligro será alto.

- ¿Y qué clase de criaturas viven aquí, Midari?

- Según el reporte de Huarg de hace un año, casi todo son monstruos de gran tamaño, algunos con habilidades miméticas que los vuelven bastante peligrosos.

En ese momento, se oyó el crujido de una rama.

- Estad alerta, ya debe haber monstruos que nos hayan echado el ojo.

Allea conjuró varios hechizos de escudo y Kerom otros tantos de mejoras de velocidad, ataque y velocidad de ataque.

- Probablemente no ataquen por el tamaño que tiene Lecand. Para los animales el tamaño es casi sinónimo de fuerza, no os separéis de él.

- Perfecto, entonces si me separo, me atacarán.

- ¡Dolg no!
Todos se detuvieron excepto Dolg, que se alejó entre la maleza. En seguida se escucharon rugidos y ruidos de golpes.

- ¡No os preocupéis, me moveré en paralelo!

- Dejad al goblin, quiere moverse a su manera.
Dijo Lecand.

Todos continuaron caminando.

- En cuanto nos encuentre un monstruo que supere el tamaño de Lecand, nos atacará.

- Sí Kerom, si tenéis que matarlo, no lo destrocéis demasiado, para aprovechar la carne.

- ¿No habías traído provisiones?

- Sí, pero me las he acabado.

- Pero si no te hemos visto comértelas.

- Lo siento, es que cuando volví de las tierras de los demonios recordé lo rica que estaba la comida de verdad.

- Había provisiones para cinco días Midari... ¿Dónde lo metes?

- Hago ejercicio, ¿crees que las flechas se lanzan solas, mi reina?

- Si solo hemos andado desde que has vuelto por el portal...

- Estamos llegando a un claro, no hay árboles y hay un pequeño estanque.
Dijo Lecand.

- Si hay un estanque los animales y los monstruos vendrán aquí a beber, pasaremos la noche ahí.

- Para entrenar supongo...

El último rey goblinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora