Phil se despertaba naturalmente con el alba, un hábito que había adquirido hacía mucho tiempo atrás, cuando era escudero de un viejo caballero errante que buscaba el reconocimiento de la realeza de Valle Alto y de su gente, o el favor de los reinos aledaños. Se levantaba antes que su señor para preparar el desayuno y las cosas para la travesía. En un principio le había costado demasiado adecuarse a los hábitos y formas de su nueva vida, pero si no quería morir de hambre tenía que trabajar con empeño en lo que fuera que se le requiriera. El hombre para el que trabajaba era de avanzada edad, delgaducho y con barba de chivo loco. Era iracundo, explosivo cuando se ponía en duda su palabra, pero el resto del tiempo era gentil con los demás, en especial con las mujeres. Siempre contaba la misma (y quizá falsa) historia de heroísmo. Decía que en cierta ocasión una mujer estaba a punto de ser lastimada por cuatro hombres robustos. La mujer gritaba por auxilio, pero en medio del bosque no había nadie quién la ayudara, y si alguien casualmente pasaba por ahí no arriesgaría su integridad por ella, estaba condenada. Él iba cabalgando cerca, cavilando en cómo ganarse el prestigio deseado del rey de Valle Alto, cuando los gritos interrumpieron sus pensamientos. Espabiló al asegurarse que era la voz de una dama quien lo llamaba, y sin dudarlo espoleó a su montura, y se dirigió hacia el origen de los gritos. Cuando llegó vio a los sujetos sobre ella, a punto de consumar el grotesco y despiadado acto. El caballero gritó y desenvainó su espada. Los tipos se levantaron y tomaron las armas también. Uno se quedó con la mujer para seguirla sometiendo. Luego de una serie de improperios e insultos, los repugnantes se lanzaron al encuentro del caballero errante. Éste combatió con decisión y valentía. Pronto (y con algo de dificultad) acabó con la triada, pero cuando se dirigía a combatir al último, este tenía a la mujer con una daga al cuello.
La doncella, prácticamente desnuda, lloraba sin cesar, con la mirada suplicante y al mismo tiempo resignada a su destino.
El caballero bajó su espada y se quitó el peto, luego caminó lentamente a la mujer y su agresor.
—Entierra esa daga en este pecho errante, pero deja ir libre a esa suplicante mujer —dijo el caballero.
Luego de un momento de escepticismo, el sujeto lanzó al suelo a la mujer y se precipitó hacia el caballero que lo esperaba con los brazos abiertos, como si estuviera crucificado. En un abrir y cerrar de ojos, tras una única maniobra de forcejeo, ambos hombres cayeron al unísono con un golpe sordo.
La mujer, temerosa, llamó al caballero. Dio un par de pasos hacia donde estaban los hombres, pero al ver que el maleante se movió ella se asustó y retrocedió cuatro pasos, para evitar ser lastimada de nuevo.
Pero el agresor se movía de manera extraña. Cuando se giró bocarriba se pudo apreciar que se estaba ahogando con su propia sangre.
El caballero abrió los ojos y se incorporó con dificultad. Estaba manchado con la sangre del agresor. Antes de hacer un inventario de sí mismo cuestionó a la mujer por su estado. Ella cayó de rodillas, entre sollozos y agradecimientos por salvarla de la desgracia.
El caballero le devolvió el ropaje y la abrazó con gentileza. Cuando ella logró tranquilizarse, él ofreció llevarla a su casa. La doncella accedió, y le ofreció asilo por los días que el caballero necesitara. Él aceptó con mucha pena (pero necesitaba dónde quedarse). Nunca durmió dentro. Levantaba su pabellón cada tarde, justo antes del crepúsculo. Estuvo establecido ahí durante tres noches, tiempo que decidió descansar antes de continuar con su travesía.
Cuando Phil había escuchado esa historia quedó maravillando, y al ser huérfano, se ofreció a ser su escudero leal.
Con forme creció se dio cuenta de que el caballero cambiaba los detalles cada vez que la contaba: en ocasiones eran siete hombres; en otras lo habían despojado de su espada y él había tenido que pelear con los puños. Todo dependía de dónde se encontraba y con quién.
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REY NADA
Fantasy¿El destino es algo que ya está escrito o es algo que tú forjas? Tane padece la desgracia en su máximo esplendor. Su congoja e inocencia lo impulsan a la venganza, pero para ello tendrá que abrazar la muerte y hacerla parte de su ser. Un viejo mago...