1
El tiempo corre y no se detiene. Es cruel y despiadado, te corroe hasta desvanecerte. Imponente, odiado y temido. Lleva la vida a la muerte, y la muerte a la vida. El tiempo corre, llevando consigo las eras pasadas, es el único que ve el inicio y el fin, pues él está en medio. Es el tiempo el velo misterioso que ciega al presente del mañana; es éste el único conocedor de toda la existencia y enemigo de la no existencia. Porque ni los mismos dioses están exentos de su mano inmisericorde, y son ellos quienes en ocasiones actúan como mortales intentando burlar al primero y detener lo inminente.
Se dice que la única diferencia entre los humanos y los animales es la conciencia, pero ¿conciencia de qué? ¿Esa diferencia sólo radica en el reconocimiento de nuestra propia existencia? Son (los humanos) una raza interesante. Tienen una apariencia endeble, pero se vuelven tan poderosos cuando alimentan cierta característica del espíritu: la voluntad.
Voluntad, esa fuerza extraña que los magnifica y los hace romper los límites, los hace quebrar el molde.
Una vida humana cabe apenas en un siglo con espacio suficiente para borrar las memorias del que partió. Son los únicos en el mundo que van y vienen en un pestañeo. Una rama frágil, quizá hasta fallida de los primeros caminantes de la superficie.
Tane dejó su molde humano y pasó a una línea diferente entre la vida y la muerte, una donde los días son casi imperceptibles, donde las noches son apenas un cabeceo. El tiempo no hacía mella en él como con sus antiguos semejantes, los humanos.
Varios siglos pasaron desde su partida con Wanda y la Orden de la Luna hasta el evento definitivo. Las leyendas se crearon sobre su presencia en los eventos que definían las guerras y las naciones.
El joven era avistado donde los reinos decaían y donde otros se formaban. Llegó a ser alguien temido, amado y odiado. Nadie comprendía el porqué de las acciones que realizaba, pero es que nadie tampoco comprendió nunca a la Orden de la Luna, sólo sabían que su presencia significaba cambio, uno radical. De todos los grupos y organizaciones del mundo, la Orden de la Luna era la más misteriosa de todas.
La Orden de los Siete intentó proteger a Tane en su momento de penumbra, pero fueron casi erradicados en su intento de vencer solos y sin preparación previa al ogro que buscaba al hombre de la profecía. Un mal momento, una mala decisión de la Orden, una decisión impulsiva, animal.
Tane se retiró en ostracismo, a la espera de su destino. Aquél para el cuál lo entrenaron y educaron. Esa misión que no pidió, pero que aceptó.
Los años se fueron como arena entre los dedos. Su recuerdo se fue perdiendo entre las memorias difusas de los eventos de años más recientes. Volviéndose un mito y en algunos lugares una leyenda. Una historia rezaba que él poseía un ejército de títeres, un ejército de muertos. La historia fue contada a través de las generaciones humanas que siguieron al evento de los cuatro fuegos, y por ella se hizo merecedor del título de rey, un rey que usaba la muerte para su victoria. Un rey exiliado, sin tierras, sin honor. Un rey sin gobernados, pero al mismo tiempo con un ejército a su disposición. Un ejército vacío. Un rey que podía poseerlo todo, empero, no poseía nada. Fue apodado «Rey Nada», un nombre que marcaría su nueva identidad.
Fue buscado por los escépticos sólo para comprobar la leyenda. Fue cazado por los poseedores de magia blanca que lo acusaban de poseer la oscuridad en su interior. Incluso por aquellos que practicaban las artes orcuras.
Fue recordado por el ogro de fuego quien acudió a él por ayuda, misma que recibió sólo porque la diosa que lo guiaba lo dictaminó.
Los nuevos miembros de la Orden de los Siete cuestionaron severamente sus acciones, pero éste las justificó al igual que lo hacían sus predecesores: acciones necesarias para la continuidad del eón.
Cuando se supo del contacto de la Orden de los Siete con el Rey Nada muchos temieron su regreso. Otros adoraron la leyenda.
No era un hombre que persiguiera el bien o el mal, simplemente seguía las señales para que su destino y el del eón se completaran.
Cuando el rey se perdió de nuevo, el ogro lo buscó en los cuatro horizontes, pues quería hacer uso de su poder, pero falló en su búsqueda, así que ordenó que lo cazaran en todos los rincones conocidos.
Un día, sentado en un trono que él mismo forjó, vio a través de sus marionetas la llegada de tres entes. No eran muy particulares en apariencia, pero sí en espíritu. Y entre ellos un alma se destacaba por su aura divina.
Reconoció la sabiduría de sus mentores cuando le dijeron que podría sentir y reconocer a la encarnación divina. En ese momento supo que su espera había terminado, pues el individuo que estaba frente a él era el héroe definitivo del que Wanda le habló.
—Vengan ante mí —les ordenó.
Eligió un regalo para cada uno.
Porque la vida lleva a la muerte y la muerte a la vida, y lo único que los separa es el tiempo, un puente que se acorta en un suspiro, en un pestañeo. Y eso fue Tane, parte de un puente, el último bloque de éste, que fue construido para unir el fin de una tierra pasada con el inicio de una nueva.
2
Tenía dibujado un aro en la frente desnuda, el cabello completamente raso, y cuando la luz entró en su habitación la piel de su cráneo brilló casi de la misma forma en que lo hacían sus ojos pálidos. La luz como estrella se detuvo frente a él, y este dejó a un lado el libro que tenía entre manos, un enorme y pesado tomo que hablaba sobre magia antigua, perdida en el tiempo y encontrada por él, rescatada del olvido. El libro estaba tan viejo que los bordes de las hojas estaban negros y la cubierta de madera estaba agrietada.
El hombre extendió la mano y la luz se acercó como un ciervo cauteloso. Cuando la luz tocó la piel de la palma se tornó en una flama que se ancló a la mano que la sostenía, el fuego no quemaba, pues ese no era su propósito. El hombre dejó salir todo el aire de sus pulmones y luego respiró profundamente mientras asentía. La llama se fue extinguiendo y el hombre del símbolo en la frente cerró sus ojos para orar por el alma que había abandonado el mundo.
De pronto una joven mujer de cabellos rizados color oro entró corriendo a la habitación, pero al ver a su maestro meditando decidió callar la frase que apenas y pudo recitar a medias en un agudo grito juvenil sobre la luz que había entrado a la guarida. Sabía de quién era la energía que manaba, pues ella podía sentir todas las presencias a su alrededor. Se iba a retirar de la habitación, pero el hombre la detuvo al llamarla.
—Kanee —dijo el hombre con su voz profunda—, reúne a los demás.
—¿Reunirlos? —inquirió la joven de ojeras marcadas en su piel pálida bajo los ojos de luna— Pero maestro, Jenee y Panee acaban de marchar al norte por el orbe de fuego, como usted ordenó.
El hombre suspiró de nuevo de manera profunda antes de continuar.
—Eso de momento no importa, esto tiene una prioridad mucho mayor. Mándalos traer —hizo una pausa y después miró hacia un libro que estaba en un escritorio en un rincón, estaba cubierto en madera y metal con algunas gemas en su portada y lomo, incluso estaba encadenado no sólo con más metal, sino con magia para que nadie que no tuviera la gracia pudiera leerlo—. Barlo ha muerto y la Orden de la Luna tiene al elegido —hizo una pausa, como meditando sus palabras y los hechos que la luz le había comunicado, luego prosiguió—. Están moviéndose.
La mujer abrió los ojos como platos y dio un paso hacia atrás al tiempo que daba un grito ahogado. No podía creer que el momento hubiera llegado tan pronto. De cierta manera eso la atemorizaba, pues conocía la profecía. Las palabras no le salieron, así que sólo se limitó a asentir con los ojos bien abiertos y las comisuras de la boca caídas en una extraña mueca de sorpresa y temor.
Su maestro se quedó en silencio mirándola mientras las sombras parecían arremolinarse a su alrededor dejando sólo a la vista sus ojos fríos y perversos, ojos que la diosa no le había concedido, pero él, de alguna forma, había robado para sus propios propósitos.
Nota de Nox:
Tane regresará en otra historia.
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REY NADA
Fantasy¿El destino es algo que ya está escrito o es algo que tú forjas? Tane padece la desgracia en su máximo esplendor. Su congoja e inocencia lo impulsan a la venganza, pero para ello tendrá que abrazar la muerte y hacerla parte de su ser. Un viejo mago...