8.- Tras Bambalinas

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No podía negar que le daba vergüenza entrar al lugar, estaba frente a la puerta de la habitación, rezando porque fuera verdad y que no resultara ser otro de los engaños de Uchiha, su pequeño corazón latía tan rápido que podía escucharlo sin problemas, insertó la llave, cerró los ojos, tomó aire y entró, en cuanto sonó la puerta cerrándose detrás sintió un aroma extraño, no era algo asqueroso pero podía decir que olía a que algo estuvo encerrado ahí mucho tiempo.

“¿H-hinata? ¿Eres tú? Dime que eres tú, dime que eres de verdad. – la voz era más grave de lo que creía, también pudo escuchar el rechinido de la cama y al fin logró ver ese cabello claro, esos ojos azules, esa boca sonriendo con alivio.

No había razón para decir algo más, ambos corrieron para estrechar sus almas necesitadas del otro con un abrazo, tocar el cuerpo ajeno para asegurarse de que fuese real, mirarse a los ojos mientras les rodaban lágrimas de felicidad e incluso Naruto le plantó un beso en la frente, era educado aún con el año que había pasado en el infierno.

“Estoy aquí, Naruto. Soy yo, soy Hinata.” — Nuevamente le abrazó con fuerza, sentía que este podía ser un sueño y no quería dejarlo desvanecerse como sucedió antes. Naruto le quitó las lágrimas de los ojos mientras le sonreía de una forma que ni él mismo recordaba como se hacía, tan natural, tan cargada de felicidad, aliviada por volver a estar en presencia de la ojiperla.

Se sentaron a discutir, se veía que el chico había crecido bastante, además de haber perdido peso y tener unas ojeras notables, marcadas. Hinata sintió temor por si estos eran los efectos mínimos de lo que sea que el Uchiha le hubiera hecho o mandado a hacer, la imagen de él riendo por la escena atravesó la mente de Hinata.

“No sé cuánto a pasado desde que me trajo aquí, me traen comida pero nadie habla conmigo. Cuando me vi a mi mismo en las noticias locales me pareció que había pasado apenas unas semanas pero lo que reportaban eran meses, no recuerdo cuantos... Al principio intenté salir, pelear o de menos hacer algo para escapar pero no resultó muy bien.” — Los ojos de Naruto estaban perdidos en la lámpara de la mesita de noche, recordando el terror que sintió al ser sometido a un encierro involuntario, escuchando como la gente pasaba de él o le ignoraban por completo. Enseguida se giró tomando a Hinata de los hombros, a ella se le escapó un grito por el susto tan repetido y él pareció haber visto un fantasma.

“¿Ese bastardo te hizo algo? Dime que no te trajo aquí a la fuerza. Le dije que no haría alboroto si te mantenía a salvo.” — Hinata tomó uno de los brazos de Naruto con dulzura mientras le negaba que Sasuke le hubiera tocado en alguna ocasión, pensó que era lo más saludable para el rubio además, sus leves roces con él nunca escalaron más allá de amenazas de pura palabra.

“Si él llega a tocarte un solo cabello, lo mataré.” —Sonaba muy en serio, la chica intentó calmarlo pero él le tomó la mano llevándola a su boca y dándole un beso en la palma, cerró los ojos, apretandolos para sacar desesperadamente la ocurrencia de que pudiesen hacerle algo a su amada, su mente le traicionó al percatarse de que él y ella estaban solos, en una habitación de un hotel.

La cara de Naruto pasó de ser un semblante molesto al color de un tomate, alejó la mano de la chica, asustado de la propia reacción de su cuerpo; intento camuflar su accidente con una almohada para que la chica no lo viera de esta forma tan primitiva. No culpemos al pobre, después de todo la mujer delante de él era el amor de su vida y para acabarla, era sumamente femenina y hermosa. Sacudió la cabeza intentando ahuyentar esos pensamientos pero no se detenían, sentía necesidad de su contacto, después de todo no era como si tuviese esa intimidad con nadie: un año en aislamiento puede generar ciertas conductas en las personas.

Hinata por otro lado estaba mirándole con expresión confusa, en su mente no había lugar para lo carnal, de sólo pensar en un beso sentía como todo en ella le gritaba que no era correcto, desde su perspectiva Naruto se veía incomodo por lo que quizá ella era la que había hecho algo malo.

ObsesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora