9.- Vuelve Al Escenario

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“¿Te divertiste? Princesa” — Con esas palabras la recibió Uchiha al salir de la puerta, el rostro de la ojiperla cambió en un instante de forma que el azabache no lo esperaba, pensaba hacer un comentario para que la mujer recordara su lugar pero la chica se adelantó a él  y en un movimiento rápido la palma de la chica se dirigió a la mejilla de su contrario con toda la disposición de estrellarse violentamente, pero el choque jamás sucedió, ella se congeló en el último segundo por alguna fuerza sobrenatural mientras le veía con asco.

Sasuke se quedó perplejo frente a ella, el silencio entre ellos se hizo pesado para que unos pocos segundos después Sasuke soltara una carcajada aterradora para cualquiera que pudiera escucharla, Hinata guardó silencio mientras intentaba recobrar la compostura.

“Por un momento creí que lo harías, me hubiera sentido orgulloso si hubiese sido así. Anda, intentalo.” — Le decía entre más risas Sasuke. Para ser honestos, amaba esa faceta de rebeldía que ocultaba Hinata tras una sonrisa de amabilidad, el sueño de toda su vida siempre fue verla derrumbarse de esa forma y mostrar que la señorita simpatía podía envenenarse de esos sentimientos negativos al que él estaba acostumbrado. — “Eres débil, mujer. Te hace falta odio en el corazón, en el alma, en todo ese perfecto cuerpo. Si fueras lo suficientemente fuerte para darme una bofetada no estaríamos aquí y no dejarías que idiotas como yo se aprovecharan de chicas tan patéticas como tú.”

“Cuando sepa que Naruto esté a salvo, te daré todas las bofetadas que quieras. No me arriesgaré a no verlo.” — Declaró en voz alta y con determinación la chica con piel de porcelana con sus orbes fijos en las oscuras gemas de Sasuke, ahora él era el que estaba enojado. La chica frente a él no se molestaba en luchar por su vida, la encomendada a un imbécil derrotado que yacía en la habitación detrás de él.

“¿Y si te dijera que voy a matarlo? ¿Hasta donde estarías dispuesta a ir por él?” — No había rastro alguno de que hablara en broma o solo por provocación, el azabache estaba pensando seriamente en entrar y matar al rubio con ojos de océano. No es como si Naruto tampoco estuviera considerando lo mismo, era una amenaza secreta que sólo amenazaba con destruir a tres individuos hasta el hueso. Hinata se lanzó a los brazos de Sasuke en cuanto él se acercó hacia la perilla de la puerta.

“¡Te daré lo que quieras! ¡Puedes hacerme lo que quieras, no me interesa! Pero por favor, dejalo en paz.” — Se aferró al otro con todas sus fuerzas para evitar que su mano hiciera contacto con la manija, podía rogarle de rodillas, suplicar noches enteras solo por el bien de quien se encontraba detrás de la puerta. Ya había recuperado la esperanza en que él podría ser libre, no permitiría que Sasuke se la volviera a quitar.

“¿Lo que yo quiera?” — De la nada las prioridades de Sasuke dieron un giro completo, miró a la habitación en la que él había pasado el rato en el que la chica y su amado hablaban, siempre había traído a sus amantes a este lugar pero la idea de estar ahí, con ella dispuesta a hacer lo que sea hizo que la negrura dentro de él ardiera. Hinata afirmó para él en voz baja a lo que él la tomó de las muñecas para arrastrarla con él a la habitación de en frente.

La ojiperla tenía el corazón alborotado, su pulso subía cada vez más mientras veía como el chico la acercaba cada vez más a la cama. El terror se hizo real cuando al borde de esta la arrojó de forma brusca.

“¿Qué tanto vale para ti verlo? ¿Cuántos botones de mi camisa serás capaz de tolerar solo por mirar su rostro?” — Preguntó de forma coqueta y maléfica, ella lo veía de pie al borde de la cama, entonces Sasuke empezó a desabrochar cada botón de su camisa.

“Un botón por su cabello.” — dijo a la par que este pequeño círculo se apartaba para dejar ver la clavícula de el sujeto.— “Otro botón por sus cejas.” — Así se abrió más la camisa, mostrando más parte de su pecho.

“D-detente. Nosotros no deberíamos hacer esto.” —La pena se le subía a la cara a Hinata para manifestarse en un rojo, no podía ver a Sasuke hacer esta clase de cosas frente a ella, por mucho que lo odiara él seguía siendo un hombre y ella aún era una mujer, peor aún, una mujer capaz de reconocerlo como hombre.

“Si no estás dispuesta a pagar por sus ojos quizá debería quitárselos, serían un buen regalo para nuestro primer aniversario.” — La cosa que más le horrorizava a la chica no eran sus palabras, era esa forma tan cruda y fría que tenía para decirlas. No sabía si lo decía de forma seria pero no se arriesgaría a que sus amenazas escalaran a ser acciones.

“Y-yo... Yo haré lo que sea para mantenerlo a salvo. Pagaré el precio.” — Afirmó la dulce Hinata con la vista fija en otra dirección, no quería verlo de esa manera tan desvergonzada frente a ella. Podía controlarla pero eso no cambiaría ninguno de sus sentimientos hacia él o hacia Naruto.
De pronto el cuerpo de la chica se vio envuelto con el peso de él azabache encima de ella, ansioso de devorarla como si esta fuera el platillo más delicioso que él hubiese tenido de frente.

“Renuncia a tu cuerpo, dame todas tus extremidades por las de él. Si tanto lo amas no vas a objetar.” — La propuesta de Sasuke empezó solo para poseer su vida pero ahora parecía no ser suficiente, también quería ser el dueño de ese cuerpo y por lo que sea que estaba en el cielo, y que seguramente lo condenaría eternamente por sus actos, iba a obtener cada parte de ella. — “Di que me perteneces y no volveré a tocarle un solo pelo.”

Estas palabras la hicieron tragar en seco, recolectó todo su valor para poder afrontar la mirada oscura del que se alzaba por encima de ella. Quizá en verdad era patética, quizá Sasuke tenía razón. Algo de la sanidad mental en Hinata se era consumida por el Uchiha cada vez que él se aproximaba a ella de esta forma.

“Soy tuya Sasuke, puedes hacer conmigo todo lo que te plazca.” — Dijo con una voz dulce, suave y llena de inocencia. Se entregó a él por un bien mayor, en su interior era la única cosa que realmente importaba. Le sonreía con completa honestidad al saber que daba su ser a cambio de el amor.

Los labios de Sasuke atraparon a los de la ojos de luna en cuanto ella terminó de hablar, no era un beso dulce como los que havia experimentado con Naruto. Eran fuertes, demandantes y cargados de necesidad, un tipo de hambre tan peculiar como ese solo podía ahogar a la pobre chica que se esforzaba enormemente por corresponder a ellos. Su boca era torpe, así que Sasuke se desesperó al poco rato.

“Voy a besarte hasta que seas capaz de seguir mi ritmo ¿entendiste?” — Mencionó Uchiha de forma autoritaria, Hyuga asintió con la cabeza, para el azabache resultó raro como parecía aceptarlo así que con la malicia de molestarla se colocó entre sus piernas y empujó su pelvis contra ella. — “También espero que te hagas cargo de lo que provocas, si tengo a una mujer tan entregada no podré resistirme a hacer todo tipo de cosas con ella.”

Hinata suspiró al sentir el roce, no estaba acostumbrada a esas sensaciones por lo que los movimientos repentinos de su contrario la dejaban en desventaja.

“Haré l-lo que pueda para ayudar.” — De nuevo sintió como Sasuke se pegaba a ella, este cosquilleo que la recorría la hacía sentir sucia, pero todo sea por su amado, podía tolerarlo mientras sea por él. La risa del Uchiha volvió a asustarla.

“Me muero por ver la expresión de ese idiota cuando sepa que te pones así por mi.” — Algo se volvió a quebrar, ella estaba haciendo esto por amor, no por lujuria como él. Intentó defender esta idea pero cuando se levantó a hablar las manos de él la hicieron estremecerse, pasaba sus dedos suavemente por encima de su sexo pero sin tocarlo de forma directa. El calor que le entró al sentir la fricción no era como otros que hubiese experimentado antes, Uchiha le besaba los labios para callar sus quejidos, mordió el labio inferior de la chica para sonreírle de lado.

“El amor no va a salvarte, tú salvaste a tú amor. Aprende la diferencia, princesa.” —Presionó las llemas de sus dedos contra el punto más débil de Hinata, arrebatando así un suave gemido y que la pobre chica abriera sus ojos de sorpresa, mirando el techo de la habitación, escuchando al demonio susurrar le al oído. — “Disfruta del cielo que te estoy regalando, porque el infierno en el que te has metido tu amor no significa nada.”

Hyuga estaba envuelta en un umbral de sensaciones poderosas y a su vez muy contrarias: Se alegraba de fuera este su sacrificio para la felicidad de quien más amaba, pero su interior quemaba reconociendo que quizá, ese amor la condenará a la perdición.

Los primeros sentimientos negros se instalaron como semillas en su alma: Dudó por primera vez si Naruto valía la pena.

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