Capítulo Extra

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—Un café express —Pedí.
La chica asintió, y después se fue, supongo que para seguir trabajando.
—Creo que el profesor de literatura no me cae tan bien —Opinó Eva.
—¿Por qué? Es un buen maestro —Digo mientras sigo escribiendo en mi computadora el proyecto de literatura que nos dejaron.
—No lo sé... Quizá porque es extraño ya no estar con los maestros de nuestra preparatoria.
Sonrío, recordando esos tiempos.
—Ese tiempo ya pasó —Digo mientras alzo la mirada.
—Sí, ¿pero no lo extrañas? A Dylan, Harold... Alan —Mencionó Eva.
Mi sonrisa se borra cuando escucho el nombre de Alan.
Dejé de verlo por varios meses cuando entré a la universidad, no nos daba tiempo, y simplemente yo no aguanté más estar así, por eso un día decidí decirle por mensaje que debíamos terminar, él sólo dijo "Está bien" y desde entonces no hemos vuelto a hablar, fue hace como medio año.
A veces envidio a Harold y Eva que han podido mantener su relación a lo lejos.
—Alan ya no me importa —Dije.
—¿Ah, no?, ¿y por qué sigues teniendo ese anillo aún? —Preguntó Eva.
Me quedo callada mientras la miro mal.
—Porque me gusta el anillo, y además... No sé, me recuerda los bonitos recuerdos que tuve con el chico que fue mi primer novio —Me excuso, dando una sonrisa de boca cerrada.
—Sí... Ya salió de la universidad hace dos años, ¿no?.
—Creo que sí —Respondo, y regreso mis ojos a la laptop.
El típico sonido de WhastApp que indica que llegó un mensaje nuevo se oyó, pero no en mi celular, el de Eva.
—Te dije que dejaras tu celular en tu casa, sólo te va a distraer.
—Uy, perdón, sólo voy a ver este mensaje y lo apagaré, puede ser mi mamá —Eva rodó los ojos.
Fruncí el ceño —Tu mamá nunca te manda mensajes.
Eva se quedó callada unos segundos —Es cierto... Bueno, no importa, necesito ver el mensaje.
Eva sacó su celular, parpadeó confundida, y acercó su celular más.
—¿Qué sucede? —Pregunto, con la confusión y la curiosidad por los cielos.
—Es que... Harold me ha enviado un mensaje... —Habló.
—Sí, ¿y...?.
—Al parecer me está invitando a una boda —Continuó diciendo, en un tono preocupado.
—Oh, genial, ¿la boda de quién? —Digo con una sonrisa.
—De Alan...
Mi sonrisa volvió a borrarse al oír eso.
—¡¿Qué Alan que?! —Grito, mientras le quito su celular de las manos y leo el mensaje.
Efectivamente, en el mensaje se podía ver que la boda iba a ser de Alan.
Sentí mi corazón estrujarse.
Cerré mi laptop, acomodé mis cosas en mi mochila y me levanté.
—Hay que irnos —Digo y comienzo a caminar.
Eva hizo lo mismo.
—¿Adónde? —Preguntó.
—A buscar a Alan —La tomo de la mano y comienzo a caminar más rápido, con el pensamiento de Alan.
Sé que no tengo derecho a reclamar ni nada, pero si a participar, o tal vez a arruinarlo, ¿sería muy malo si tratara de arruinar su boda?.

Los Tres Amores De Celeste ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora