-¡Despierta!-
El sueño de Camila fue interrumpido por una pequeña intrometida.
-No, dame solo cinco, cinco minutos- cerró los ojos más fuerte, se acomodó y siguió durmiendo.
-Bueno- contestó la pequeña -¿Tía Dinah viene hoy?-
Camila negó -No, creo. No lo sé- suspiró -Quiero dormir, Ariel. Ve a buscar algo de comer. Hay cereal y leche, creo-
-Está bien, mami- sonrió la pequeña -¿Tía Ally vendrá hoy?-
-No lo sé- suspiró Camila.
-¿Por qué no?- preguntó desanimada -Quiero que vengan- murmuró -Las extraño, hace...- contó mentalmente -Cuatro días que no las veo, ya las extraño- habló con un puchero.
Camila no contestó, estaba demasiado cansada. Fue una semana dura y lo único que quería era dormir, pero no podía por que alguien no la dejaba.
-¿Las puedo llamar? ¡Quiero hablar con ellas! ¿Puedo hablar con ellas? ¿Mami, porfis?- suplicó.
-Ariel...- suspiró cansada Camila. Se levantó de la cama, se sentó con la espalda en el respaldar y miró fijo a Ariel -Sólo quería dormir cinco minutos más, cinco minutos-
-Pero quiero estar contigo, mami- habló inocente.
Camila la miró fijamente con el ceño levemente fruncido -No discutire nada contigo, pequeña mocosa- tocó la nariz de la pequeña con su dedo índice.
-Tengo hambre- sonrió inocente.
-Entonces vamos a alimentar este pequeño monstruo que vive aquí- dijo antes de comenzar con "el monstruo de las cosquillas".
Ariel se retorcia, las cosquillas eran su debilidad.
-Ba-Basta- intentó safarce -¡Ma-ma-mi!-
-Vamos pequeño león- sonrió Camila -Hoy es un día muy emocionante e importante-
-¿Por qué?- preguntó curiosa Ariel.
-Porque lo digo yo- se levantó de la cama y se colocó sus pantuflas de conejito.
-No me gusta ir al dentista, me niego a ir- habló firmemente Ariel sentada en el medio de la cama.
Camila solo se rió por la respuesta de su pequeña y se dirigió al baño.
-¡No quiero ir!- escuchó los gritos de su hija -¡No quiero, mami!-
Camila al terminar de hacer su rutina de baño salió y vio a su pequeña recostada en la cama y con lágrimas en los ojos.
-No quiero- murmuró con su dedo pulgar en la boca.
El corazón de Camila se hizo chiquito al ver así a Ariel.
Se acercó lentamente a la cama y la agarró entre sus brazos -Perdón, no quería asustarte- susurró, se sentía mal -Hoy no vamos al dentista-
-¿De verdad?- negó Camila.
-Perdón, mi león- secó las lágrimas de Ariel -Vamos a desayunar afuera hoy, nos tenemos que poner algo lindo-
-¿No iremos al dentista?-
-Nop, bebé- besó la frente de Ariel.
Ariel sonrió grande y besó la mejilla de Camila.
-Vamos a tomar una ducha para luego irnos-
-
Y de nuevo en la misma situación.
Esperando a aquella persona.