-¡Por fiiis!- suplicaba con cielo y tierra la pequeña a su mami -Una noche- hizo un puchero.
Tenía que usar sus armas más poderosas para convencer a Camila que deje dormir a Lauren.
-No y es no- habló seriamente Camila.
-¿Por qué no?-
-Porque no, seguro tiene cosas que hacer- habló en un susurro.
Estaban en la cocina, Camila terminando de juntar los platos y la pequeña intentando de convencer a su madre.
Lauren estaba mirando la escena divertida.
-¡Por favor, Camila!- gritó la pequeña ya enojada.
Camila frunció el ceño y se quedó observando a Ariel, un poco atónita por que le haya llamado por su nombre.
Desde la llegada de Lauren a la casa fue una tarde divertida, más para la pequeña. Se le hacía incómodo a Camila el hecho de que esté en su casa ella, no sabía el porqué.
El día se fue entre risas y galletas que habían preparado, también con películas infantiles que tanto quería ver Ariel con Lauren.
Literalmente la pequeña no se desprendía de ella, quería hacer todo con ella, quería enseñarle todo los rincones de la casa y todo lo que aprendió en estos años de vida.
Quería que sepa quien era Ariel y que también sepa sus gustos.
Camila amaba ver así a su hija, tan entregada a una persona que fue demasiado importante para ella. Que la ayudo en estos años.
Le gustaba ver que Lauren quería, que realmente quería, ser parte de la vida de Ariel. Y que no se lo iba a negar.
Ver a su hija con los ojos brillosos y contando con tanta pasión a Lauren historias, era algo que le ocasionaba lágrimas. Símplemente algo que amaba.
Todo estaba de maravillas, hasta que llegó la noche.
Ariel suplicaba para que Lauren se quede a dormir, pero Camila no se sentía cómoda con esa decisión.
Para que mentir, en todo momento se moría por ella. Pero no podía simplemente decir que sí.
Tampoco quería complacer los caprichos de su hija, aunque la pequeña le ganaba en la mayoría.
-Ariel- habló firme, se secó las manos con un repasado ya que había terminado de lavar los platos, y suspiró. Miró fijamente a su hija que estaba en brazos de Lauren -No es no- dijo como punto final.
Ariel la miró enojada, no satisfecha con la respuesta -¿Lauren, te gustaría quedar a dormir?- preguntó en un tono suave y con ojitos de cachorro mojado
Lauren simplemente se quedó en silencio, no sabiendo que responder.
Miró a Ariel que suplicaba en silencio, miró a Camila que no transmitía nada. Nada.
Lauren sonrió tímida y negó -Perdón, pulga. Pero hoy no- murmuró.
Ariel no dijo nada, miró a Lauren triste y se bajó de sus brazos. Salió corriendo hacia su habitación.
Lauren y Camila quedaron en un silencio vacio en la cocina.
Camila la observaba en silencio, pensando en que si fue algo brusca con su hija o con Lauren. A veces se le hacía difícil actuar o no pensaba su acciones. Sólo las hacía por impulsión.
-¿Te quieres quedar?- murmuró mirando un punto fijo, no quería hacer contacto visual.
Lauren la miró -Creo que sería mejor si me fuera-